En 1971, Ron Rosenbaum, columnista de la revista Slate, redactó una
historia para la revista Esquire acerca de una confederación informal de
protohackers que construían dispositivos —pequeñas cajas azules— capaces
de descifrar redes telefónicas.


A continuación se reproduce el artículo original de 1971, "Secretos de
la Pequeña Caja Azul".

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Para ESQUIRE

"Secretos de la Pequeña Caja Azul"
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Por Ron Rosenbaum


En este país existe una red telefónica clandestina. Al Gilbertson (he
alterado su nombre) la descubrió al día siguiente de su arresto por
fabricar "cajas azules" ilegales, delito del que no se arrepiente
precisamente. Estoy sentado en el linving del creador de la caja azul.
Gilbertson tiene cómodamente en la palma de la mano una de sus
relucientes cajas azules, negras y plateadas, y señala los trece
pequeños botones rojos que sobresalen de la consola. Bailoleta con sus
dedos sobre los botones, tecleando discordantes tintineos electrónicos.
Intenta explicarme cómo su pequeña BlueBOX pone todo el sistema
telefónico mundial - satélites, cables y todo - al servicio del operador
de la caja, de forma gratuita. Nada menos.

Básicamente te da el poder de una superoperadora. Enlaza circuitos en
tándem con este botón superior —presiona el botón superior con el dedo
índice y la caja azul emite un pitido agudo—, y así — la caja azul pía
de nuevo—, controla los sistemas de conmutación de larga distancia de la
compañía telefónica desde tu adorable teléfono Princess o cualquier
teléfono público. Y logras anonimato. Una operadora tiene que operar
desde una ubicación definida: la compañía telefónica sabe dónde está y
qué hace. Pero con tu caja de tonos, una vez que accedes a una línea
troncal - por ejemplo, desde un número 800 de Holiday Inn - no pueden
saber dónde está ni de dónde viene; desconocen como se ha colado en sus
líneas y aparecido en ese número 800. Ni siquiera saben que lo ocurrido
sea ilegal. Y puede ocultar sus orígenes a través de todos los niveles
que quiera. Puede comunicarse con la casa de al lado pasando por el
cable de White Plains, luego a Liverpool, y volver nuevamente aquí vía
satélite. Puede llamarse a usted mismo desde un teléfono público en
cualquier parte del mundo a un teléfono público cercano. Y además con
cobro revertido.

"¿Y no pueden rastrear las llamadas? ¿No pueden cobrarte?"

"No si lo hace bien. Pero pronto descubrirá que las llamadas gratuitas
no son tan emocionantes como la sensación de poder que te da tener una
de estas maravillas en la mano. He visto a gente conseguir uno de estos
aparatos por primera vez y empezar a usarlo, y descubrir que puede hacer
conexiones, establecer patrones de conmutación entrecruzados y en zigzag
por todo el mundo. Y finalmente apenas hablan con las personas con las
que se comunican. Saludan y empiezan a pensar en qué tipo de llamada
hacer a continuación. Se vuelven un poco locos." Baja la vista hacia el
pequeño y elegante paquete en la palma de su mano. Sus dedos siguen
bailando, tecleando patrones de tonos.

"Creo que tiene algo que ver con lo pequeño que son mis modelos. Existen
muchísimas BlueBOX dando vueltas, pero las mías son las más pequeñas y
sofisticadas electrónicamente. Ojalá pudiera enseñarle el prototipo que
hicimos para un gran pedido de la mafia.

Suspira. "Recibimos un pedido de mil cajas generadoras de tonos por
parte de un líder de la mafia de Las Vegas. Las usan para hacer apuestas
de costa a costa, mantenían las líneas abiertas durante horas, y todo
eso les salía un dineral cuando tenían que pagar. El trato fueron mil
BlueBOX a 300 dólares cada una. Antes las vendíamos a 1.500 dólares cada
una, pero 300.000 dólares de una sola vez fue difícil de rechazar.
Cerramos el acuerdo de fabricación en las Filipinas. Todo listo para
empezar. En fin, el modelo que tenía listo para una producción masiva
algo limitada era lo suficientemente pequeño como para caber dentro de
una caja de Marlboro. Como teclado tenía un panel táctil al ras, en
lugar de estos botones antiestéticos que sobresalen. Parecía una pequeña
radio portátil. De hecho, incorporé al diseño un pequeño receptor
transistorizado con sintonía a un canal de amplitud modulada, para que -
en caso de que la policía sospechara - el propietario pudiera encender
la radio AM, chasquear los dedos y nadie se diera cuenta de que estaba
ocurriendo algo ilegal. Pensé en todo para este modelo: lo recubrí con
una banda de termita que podía encenderse mediante una señal de radio
emitida por un emisorcito con un botón en el cinturón, que la reduciría
a cenizas al instante en caso de una redada. Era precioso. Un aparatito
precioso. Deberías haber visto las caras de los de esa organización
cuando volvieron después de probarlo. Lo sostenían en la palma de la
mano como si no quisieran soltarlo nunca, y decían: "No lo puedo creer.
No lo puedo creer". Probablemente no lo crea hasta que lo pruebe.

###Puedes llamar a larga distancia por menos de lo que piensas

"Verá, hace unos años la compañía telefónica cometió un gran error",
explica Gilbertson dos días después en su apartamento. "Fueron lo
suficientemente descuidados como para publicar en una revista técnica
las frecuencias reales utilizadas para crear todos sus tonos
multifrecuencia. Sólo un artículo teórico que un ingeniero de Bell
Telephone Laboratories escribió acerca de la teoría de la conmutación de
señales, y ya que estaba, enumeró los tonos del circuito. Había pasado
varios años en ----- [una conocida escuela técnica] experimentando en
telefonía antes de dar con un ejemplar de esa revista en la biblioteca
de ingeniería. Corrí de vuelta al laboratorio y desde que ví el artículo
tardé unas doce horas en armar la primera BlueBOX funcional. Era más
grande y tosca que este pequeño pulsador, pero funcionó.

Toda esa revista técnica está en el dominio público, puesto que
principalmente fue redactada por gente de los Laboratorios Bell para
otros ingenieros telefónicos. O al menos ERA público. "Intente conseguir
una copia de ese ejemplar en alguna biblioteca de ingeniería ahora. Bell
los ha retirado de circulación", me dice Gilbertson.

"Pero ya es demasiado tarde. Ahora todo es conocido. Y una vez que se
hicieron públicos, la tecnología necesaria para crear tu propio
generador de tonos se encuentra al alcance de cualquier niño de doce
años, de hecho, de cualquier niño ciego de doce años. Y estos podrían
hacerlo en menos de las doce horas que nos llevó a nosotros. Los niños
ciegos lo hacen todo el tiempo. No pueden construir nada tan preciso y
compacto como mi pulsador, pero los suyos pueden hacer todo lo que el
mío hace".

"¿Cómo dice?"

"Bueno, vea. Hace unos veinte años, AT&T tomó la decisión
multimillonaria de operar todo su sistema de conmutación de larga
distancia a través de doce combinaciones de seis tonos maestros
generados electrónicamente. Se trata de esos tonos de audio que puede
oír de fondo en ocasiones tras discar un número de larga distancia.
Decidieron usar tonos muy simples: el tono para cada número consiste en
unicamente dos tonos fijos monofrecuencia reproducidos simultáneamente
para crear un pulso de frecuencia específico. Por ejemplo, emitir tonos
de 1300 ciclos por segundo y 900 ciclos por segundo combinados producen
el tono del dígito 5. Ahora bien, lo que algunos de estos fanáticos de
las llamadas telefónicas han conseguiro es lograr acceso con un órgano
electrónico. Cualquier órgano doméstico barato para estudiantes
funcionará. Puesto que las frecuencias ahora son de dominio público (un
fanático de las llamadas telefónicas ciego incluso las grabó uno de esos
libros parlantes para ciegos), solo tienen que buscar los tonos
telefónicos que corresponde a las notas musicales del órgano. Luego las
graban. Por ejemplo, para obtener el tono "Ma Bell" [la compañía
telefónica norteamericana] para el número 1, hay que presionar
simultáneamente las teclas del órgano Fa de la segunda octava (F5) y La
de la segunda octava (A5) [900 y 700 ciclos por segundo]. Para producir
el tono del 2, se presionan Fa de la segunda octava (F5) y Do de la
tercera (C6) [1100 y 700 cps]. Los phreaks telefónicos de hecho sacaron
la tabla completa de frecuencias de las notas, así que ya no se necesita
el ensayo y error.

Me muestra un listado con el resto de los números de teléfono y las dos
teclas del órgano eléctrico que los producen.

"En realidad, hay que grabar estas notas a una velocidad de cinta de 9,5
cm/s y duplicarla a 19,5 cm/s al reproducirlas, para obtener los tonos
correctos", añade.

"Entonces, una vez grabados todos los tonos, ¿cómo se conectan al
sistema telefónico?"

"Bueno, toman su órgano y su grabadora de casetes y empiezan a tocar
números de teléfono completos en el órgano, incluyendo códigos de país,
instrucciones de enrutamiento, y tonos de 'KP' y 'Start'. O - si no
tienen un órgano - alguien de la red de phreaks telefónicos les envía un
casete con todos los tonos grabados: en ese, una voz dice "Número uno",
luego el tono, "Número dos", luego el tono, y así sucesivamente. De esta
manera, con una grabadora pueden crear una serie de números telefónicos
alternando entre ellos. Cualquier idiota del país con un doble casetera
puede efectuar todas las llamadas gratis que quiera.

"¿Quieres decir que simplemente acercas la grabadora al micrófono y
reproduces una serie de pitidos que has grabado? ¿El teléfono cree que
todo lo que produce estos tonos debe ser su propio equipo?"

"De eso se trata. Mientras la frecuencia se mantenga dentro de los
treinta ciclos por segundo de los tonos de la compañía telefónica, el
equipo telefónico cree oír su propia voz hablándole".

El phreak telefónico original era un chico ciego con oído absoluto, Joe
Engressia, que solía silbar al teléfono. Un operador podría distinguir
entre su silbato y el generador de tonos electrónico de la compañía
telefónica, pero el circuito de conmutación de la compañía telefónica
era incapaz de discernirlo. Cuanto más grande se vuelve la compañía
telefónica y más se aleja de los operadores humanos, más vulnerable se
vuelve a todo tipo de phreaking telefónico.

"¿Qué hay de la reciente serie de arrestos en todo el país: Nueva York,
Cleveland, etc., con las BlueBOX" pregunté. "¿Cómo los atraparon tan
fácilmente?"

"Por lo que sé, cometieron un gran error: restringieron troncales usando
un código de área más 555-1212 en lugar de un número 800. Usar el 555 es
fácil de detectar porque al enviar pitidos multifrecuencia desde un 555,
se registrará un cargo en la cinta y cuando algún usuario solicite
información del motivo por el cual le intentan facturar una llamada de
dos horas a Akron, Ohio, el sistema de contabilidad sabría que algo anda
mal. Eso envía una notificación de problema que va directamente a manos
del agente de seguridad, para dar con la BlueBox.

Quien les vendió las bluebox a esos tipos no les explicó cómo usarlas
correctamente, lo cual es bastante irresponsable. Y fueron bastante
estúpidos al usarlas desde su casa todo el tiempo.

Pero lo que esos arrestos realmente significan es que muchísimas bluebox
se encuentran inundando el país y que la gente las encuentra tan fáciles
de fabricar que aprenden cómo hacerlas antes de cómo usarlas. Mamá Bell
está en problemas.

¿Y si un operador de Bluebox o un phreak de teléfonos con grabadora de
casetes se limita a los teléfonos públicos y a los números 800, la
compañía telefónica no puede detenerlos?

No, a menos que cambien toda la tecnología de sus líneas telefónicas de
larga distancia a nivel nacional, lo que conllevaría miles de millones
de dólares y veinte años. Ahora mismo no pueden hacer nada. Están
jodidos.


###El Capitán Crunch Demuestra Su Famosa Unidad

Al Gilbertson descubrió la red telefónica clandestina el mismo día que
las noticias de sus actividades aparecieron en letra de molde. Esa
noche, su teléfono empezó a sonar: Phreaks telefónicos de Seattle,
Florida, Nueva York, San José y Los Ángeles empezaron a llamarlo para
contarle sobre la red. Recibió una llamada de un phreak telefónico que
no decía nada más que: "Cuelga y disque este número".

Al discarlo, se encontró inmerso en una llamada en conferencia con una
docena de phreaks telefónicos organizada a través de una centralita
peculiar de la Columbia Británica. Se autoproclamaron phreaks
telefónicos, le demostraron sus BlueBox caseras, a las que llamaban
"M-F-ers" (por "multifrecuencia", entre otras cosas), y fanfarronearon
sobre sus dispositivos. Le revelaron sus secretos bajo la teoría de que
si la compañía telefónica estaba persiguiéndolo, debía ser de confianza.
Y - recuerda Gilbertson - lo dejaron atónito con su sofisticación
técnica.

Le pregunto cómo contactar con la red de phreaks telefónicos. Rebusca
entre un archivo de esquemas antiguos y encuentra una docena de números
en tres códigos de características de área muy distantes entre sí.

"Esos son las centralitas", me dice. Junto a algunos números, hay
escritos nombres o apodos: "Capitán Crunch", "Dr. No", "Frank Carson"
(también un sosías de "llamada gratuita"), Marty Freeman (palabra clave
para un "dispositivo de lunes a viernes"), "Peter Perpendicular Pimple",
"Alefnull" y "El Gato de Cheshire". Entre estos apóstoles subraya los
nombres de quienes son ciegos. Hay cinco marcas.

Le pregunto quién es ese tal Capitán Crunch.

"¡Uh. el Capitán! Es probablemente el phreak telefónico más legendario.
Se hace llamar Capitán Crunch por el famoso silbido de 2600 ciclos del
Capitán Crunch".

Hace varios años - explica Gilbertson - los fabricantes del cereal de
desayuno Cap'n Crunch ofrecían un silbato de juguete como premio con
cada caja de cereal. Vaya a saber cómo, un fanático de las llamadas
telefónicas descubrió que el silbato de juguete producía un tono
perfecto de 2600 ciclos. Cuando el hombre que se hace llamar Capitán
Crunch fue transferido a Inglaterra con su unidad de la Fuerza Aérea,
recibía muchísimas llamadas de sus amigos y las "fantasmeaba" (las hacía
gratuitas) soplando su silbato Cap'n Crunch en su terminal).

"Capitán Crunch es uno de los fanáticos de las llamadas telefónicas más
veteranos", me cuenta Gilbertson. "Es un ingeniero que una vez se metió
en un lío por jugar con el teléfono, pero no puede parar. Verá, este
tipo recorre el país en una furgoneta Volkswagen con una centralita
completa y un tablero computarizado supersofisticado de operador
telefónico en la parte de atrás. Se detiene en una cabina telefónica en
alguna ruta solitaria, saca un cable de la Kombi, lo conecta al teléfono
y se sienta durante horas, a veces días, cursando llamadas que recorren
todo el país, el mundo entero..."

De vuelta en mi motel, marqué el número del "Capitán Crunch" que me dio
y pregunté por G---- T-----, su verdadero nombre (o, al menos, el nombre
que usa cuando no está encerrado en una cabina telefónica pitando de
lunes a viernes más rápido que una bala, navegando fantasmalmente por
las líneas de larga distancia de la compañía telefónica).

Cuando G---- T----- contestó el teléfono y le dije que estaba preparando
un artículo para Esquire sobre phreaks telefónicos, se indignó mucho.

"No hago eso. Ya no lo hago en absoluto. Y si lo hago, lo hago por una
sola razón. Estoy aprendiendo sobre un sistema. La compañía telefónica
es un sistema. Una computadora es un sistema. ¿Entiende? Si hago lo que
hago, es solo para explorar un sistema. Computadoras. Sistemas. Ese es
mi oficio. La compañía telefónica es... nada más que una computadora."

Un tono de entusiasmo contenido se apodera de la voz del Capitán cuando
empieza a hablar de los Sistemas. Pronuncia cada sílaba con la pausada
deliberación de quien llama obscenamente.

"Ma Bell es un sistema que quiero explorar. Es un sistema precioso,
¿sabe?, pero Ma Bell la jodió. Fue terrible porque Ma Bell era un
sistema precioso, pero lo jodieron. Aprendí cómo lo jodieron gracias a
un par de chicos ciegos que querían que les construyera un
dispositivo... determinado. Dijeron que podría hacer llamadas gratis. A
mí no me interesaban las llamadas gratuitas, pero cuando estos chicos
ciegos me dijeron que podía hacer llamadas a una computadora, se me
iluminaron los ojos. Quería aprender sobre computadoras. Quería aprender
sobre las computadoras de Ma Bell. Así que les construí el pequeño
dispositivo. Solo que lo construí mal y Ma Bell lo descubrió. Ma Bell
puede detectar cosas así. Ma Bell lo sabe. Así que ahora estoy
completamente al margen. No lo hago. Salvo para aprender." Hace una
pausa. "¿Así que quiere escribir un artículo?" ¿Está pagando por esta
llamada? Cuelgue y llame a este número...

Me pasa un número con un prefijo a mil quinientos kilómetros al norte
del suyo. Lo disco.

"Hola de nuevo. Soy el Capitán Crunch. Le hablo desde un punto de acceso
gratuito en Portland, Oregón. ¿Sabe qué es un punto de acceso gratuito?
Se lo diré."

Me explica que casi todas las centralitas telefónicas del país cuentan
con números de prueba abiertos para permitir que otras centrales evalúen
los enlaces de sus líneas. La mayoría de estos números son pares
consecutivos, como (302) 956-0041 y 956-0042. Pues bien, unos phreaks
telefónicos descubrieron que si dos personas de cualquier parte del país
marcan esos dos números consecutivos, pueden hablar entre sí como si una
hubiese llamado a la otra, sin que ninguna de las dos afronte el coste,
por supuesto.

"Su voz está viajando a una centralita 4A allá en Canadá, y retorna
rápidamente hacia mí", me dice el Capitán. "Mi voz da vueltas allí y
regresa hacia usted, y no le pueden facturar a nadie. Los phreaks
telefónicos y yo hemos compilado una lista con muchísimos de estos
números. Le sorprendería ver la lista. Podría enseñársela, pero no lo
haré. Ya no estoy en eso. No pretendo joder a Ma Bell. Yo sé más. Si
hago algo es por el puro conocimiento del Sistema. Puede aprender a
hacer cosas fantásticas. ¿Ha oído alguna vez ocho tándems apilados?
¿Conoce el sonido de los tándems apilándose y desapilándose? Deme su
número de teléfono. Bien. Cuelgue y espere un minuto.

Poco menos de un minuto después sonó el teléfono y el Capitán estaba al
habla, con la voz mucho más emocionada, casi excitada.

"Quería mostrarle cómo es apilar tándems. Apilar tándems." (Siempre que
el Capitán dice "apilar" suena como si se estuviera lamiendo los
labios).

"¿Qué le parece el enlace en la que se encuentra ahora?", me pregunta el
Capitán. "Es un tándem puro. ¡Un tándem puro! Nada se compara con un
tandem puro. Ahora le voy a mostrar qué es apilar. Despega, y aterriza
en un lugar lejano. Para apilar ese tándem, recorro el país varias veces
y luego salgo a Moscú.

"Escuche", continúa el Capitán Crunch. "Escuche. Tengo una línea en mi
centralita y le voy a dejar oír cómo apilo y desapilo tándems. Escuchen
esto. Le va a volar la cabeza".

Primero oigo una pulsación rapidísima de tonos telefónicos, como
flautas, luego una pausa, luego otra ráfaga de tonos, luego otra, y otra
mas. Cada ráfaga va seguida de un bip-kachink.

"Ya he apilado cuatro tándems", dijo el Capitán Crunch, con un tono algo
distante. "Son cuatro tándems apilados. ¿Sabe lo que significa?
Significa que estoy atravesando el país, dos veces, antes de llegar a
usted. Se sabe que he apilado veinte tándems a la vez. Ahora, como dije,
voy a ir a Moscú". Se oye una nueva y más larga serie de pitidos en la
línea, un breve silencio y luego un timbre.

"Hola", responde una voz lejana.

"Hola. ¿Con la Embajada de Estados Unidos en Moscú?"

"Sí, señor. ¿Quién llama?", dice la voz.

"Sí. Habla el tablero de pruebas de Nueva York. Llamamos para revisar
los circuitos, para ver qué tipo de líneas tienen. ¿Todo bien por
Moscú?"

"¿Bien?"

"Bueno, sí, ¿qué tal por allá?"

"Ah. Bueno, supongo que todo bien."

"De acuerdo. Gracias." Cuelgan, dejando una confusa serie de pitidos
suspendidos en el aire tras la llamada antes de desvanecerse.

El Capitán está satisfecho. "Ahora me cree, ¿verdad? ¿Sabe lo que me
gustaría hacer? Me gustaría llamar a su editor de Esquire y mostrarle
cómo suena apilar y desapilar tándems. Le daré un espectáculo que le
dejará boquiabierto. ¿Cuál es su número?"

Le pregunto al Capitán qué tipo de dispositivo usaba para lograr todas
sus hazañas. El Capitán está encantado con la pregunta.

"Se lo notaba especial, ¿verdad? Da diez pulsos por segundo. Eso es más
rápido que el equipo de la compañía telefónica." Créame, esta unidad es
la más famosa del país. No hay otra igual. Créame.

"Sí, he oído hablar de ella. Otros phreaks telefónicos me han hablado de
ella."

"¿Se han estado refiriendo a mi, ejem, unidad? ¿Qué dijeron? Solo por
curiosidad, ¿le dijeron que era una unidad computarizada altamente
sofisticada, con acoplamiento acústico para las salidas de recepción y
una centralita con capacidad multilínea? ¿Le dijeron que la tolerancia
de frecuencia está garantizada en no más del 0,05%? ¿Y la tolerancia de
amplitud, inferior a 0,01 decibelios? Esos pulsos que ha oído eran
perfectos. Simplemente son más rápidos que los de la compañía
telefónica. Eran amplificadores operacionales de alta precisión. Los
amplificadores operacionales son amplificadores de instrumentación
diseñados para una amplificación ultraestable, una distorsión bajísima y
una respuesta de frecuencia precisa. ¿Le dijeron que puede funcionar a
temperaturas de -55 grados centígrados a +125 grados centígrados?

Admito que no me dijeron todo eso.

"Lo construí yo mismo", continúa el Capitán. "Si quisiera comprar los
componentes a un mayorista industrial, le costaría al menos 1500
dólares. Una vez trabajé para una empresa de semiconductores y todo esto
no me costó ni un centavo. ¿Sabes a qué me refiero? ¿Le contaron cómo
hice una llamada a la vuelta de la esquina? Le diré cómo lo hice. Hice
una llamada con M-F-er desde Tokio hacia el interior del país, que me
enlazó con la India, Calcuta me enlazó con Grecia, Grecia me enlazó con
Pretoria, Sudáfrica, Sudáfrica me enlazó con Sudamérica, fui de
Sudamérica a Londres, un operador de Londres me conectó con un operador
de Nueva York, un operador de Nueva York me conectó con un operador de
California, que llamó al teléfono que estaba a mi lado. Ni que decir
tiene que tuve que gritar para oírme. Pero el eco se oía muy distante.
Fantástico. Con retraso. Se retrasó veinte segundos, pero podía oírme
hablar conmigo mismo.

"¿Quiere decir que hablaba por el micrófono de un teléfono, enviando tu
voz alrededor del mundo al receptor de un teléfono en su otro oído?", le
pregunté al Capitán. Tuve la visión de algo vagamente autoerótico, de
una forma electrónica compleja.

"Así es", dijo el Capitán. "También he enviado mi voz alrededor del
mundo en una dirección, yendo al este por un teléfono y al oeste por
otro, por cable en una dirección, por satélite en la otra, volviendo
juntos al mismo tiempo, sonando los dos teléfonos simultáneamente,
contestándolos y enviando mi voz de vuelta a mí en ambas direcciones.
¡Guau! Fue alucinante."

"¿Quieres decir que se sienta ahí con los dos teléfonos en las orejas y
habla consigo mismo alrededor del mundo?", dije con incredulidad.

"Sí. Mmm. Eso es lo que hago. Conecto los teléfonos y me siento a
hablar."

"¿Qué dices? ¿Qué se dices a usted mismo cuando logra todos esos
enlaces?

"Ah, ya sabe. "Hola, probando uno, dos, tres", dice en voz baja.

"Hola, probando uno, dos, tres", se responde a sí mismo con voz aguda.

"Hola, probando uno, dos, tres", repite de nuevo, en voz baja.

"Hola, probando uno, dos, tres", responde, en voz alta.

"A veces hago esto: Hola, hola, hola, hola, hola, hola", se queda
callado y estalla en carcajadas.

¿Por qué el Capitán Crunch ya casi no pincha teléfonos?

Usando códigos internos de compañías telefónicas, los phreaks
telefónicos han aprendido un método sencillo para pinchar teléfonos. Los
operadores de las compañías telefónicas cuentan delante de sí con un
tablero con conectores para verificación. Este les permiten conectarse a
conversaciones para casos de emergencia, oír la línea para determinar si
está ocupada o si los circuitos están ocupados. Los phreaks telefónicos
han aprendido a emitir los códigos que los dirigen a un operador de
verificación, y decirle al operador que son operadores de alguna otra
característica verificando troncales. Una vez convencido, el operador
los conecta al troncal de verificación, y prácticamente fantasmean en el
tablero - se cuelan sin ser detectados en cualquiera de los 10.000 a
100.000 números de esa característica sin que el operador de
verificación sepa lo que hacen y - por supuesto - sin que los dos entes
de la conexión sepan que hay un oyente fantasma en su línea.

Hacia el final de mi primera conversación de una hora con él, le
pregunté al Capitán si alguna vez intervenía teléfonos.

"Oh, no. Yo no pincho. No creo que esté bien", me dijo con firmeza.
Tengo el poder para hacerlo, pero no... Bueno, una vez, solo una vez,
debo admitir que sí. Había una chica, Linda, y quería saber... ya sabes.
Intenté llamarla para una cita. Tuve una cita con ella el fin de semana
pasado y pensé que le gustaba. La llamé, y su línea dio ocupado, por lo
que insistí y seguía ocupada. Bueno, acababa de descubrir este sistema
para colarme en los enlaces y me dije: "Mmm. ¿Por qué no ver si
funciona? Se sorprenderá si de repente aparezco en su línea. La
impresionaré". Así que continué y lo hice. Me metí en la línea. Mi
dispositivo es lo suficientemente potente como para pinchar directamente
una troncal de verificación sin necesitar de un operador como hacen
otros phreaks telefónicos.

"Me colé en la línea y allí estaba ella hablando con otro novio. Le
hablaba dulcemente. No dije nada porque estaba muy disgustado. Así que
esperé allí a que colgara, escuchándola hablar dulcemente al otro chico.
Ya sabe. En cuanto colgó, la mandé a la mierda al instante y solo le
dije: 'Linda, se acabó'. Y colgué. Y se quedó atónita. Seguramente no
entendió qué carajo había pasado.

"Pero esa fue la única vez. Lo hice pensando en sorprenderla,
impresionarla. Esas eran todas mis intenciones, y bueno, la verdad es
que me dolió bastante, y... y desde entonces no entro en troncales de
verificación."

Momentos después, mi primera conversación con el Capitán llega a su fin.

"Escuche", dice, algo animado, "escuche". Lo que oirá cuando cuelgue es
el sonido de los tándems desapilándose. Capa tras capa de tándems
desapilándose hasta que no queda nada de la pila, hasta que se desvanece
en la nada. Pío, pío, pío, pío", concluye, y su voz se reduce a un
susurro con cada pío.

Cuelga. El teléfono entra repentinamente en cuatro espasmos: kachink,
pío. Kachink, pío, kachink, pío, kachink, pío, y la compleja conexión se
borra como la sonrisa del gato de Cheshire.


###El M-F Boogie Blues

El siguiente número que elijo de la selecta lista de phreaks telefónicos
Illuminati - preparada para mí por el inventor de la BlueBox - es un
número de Memphis. Es el número de Joe Engressia, el primero y quizás el
más consumado phreak telefónico ciego.

Tres años atrás, Engressia tuvo sus quince minutos de fama en diarios y
revistas de todos los Estados Unidos porque lo descubrieron silbando
conexiones de larga distancia gratuitas para sus compañeros de la
Universidad del Sur de Florida. Engressia nació con un oído perfecto;
podía silbar tonos telefónicos mejor que el equipo de la compañía
telefónica.

Engressia podría haber seguido silbando a escondidas para unos cuantos
amigos el resto de su vida si la compañía telefónica no hubiera decidido
desenmascararlo. Recibió una advertencia, la universidad lo sancionó y
el caso tomó estado público. En los meses posteriores a que los medios
informaran de su talento, Engressia empezó a recibir llamadas extrañas.
Lo llamó un grupo de chicos de Los Ángeles que podían hacer cosas muy
raras con los peculiares circuitos de la General Telephone and
Electronics en los suburbios de Los Ángeles. Lo llamó un grupo de
chicos, casi ciegos, de ----, California, que habían estado realizando
experimentos interesantes con silbatos Cap'n Crunch y bucles de prueba.
Había un grupo en Seattle, otro en Cambridge, Massachusetts, algunos de
Nueva York, y algunos más dispersos por todo el país. Algunos ya se
habían equipado con casetes y dispositivos electrónicos M-F. Para
algunos de estos grupos era la primera vez que conocían a los demás.

La exposición de Engressia fue el catalizador que unió a las distintas
células de phreaking telefónico. Todos llamaron a Engressia. Hablaron
con él sobre lo que hacía, y lo que hacían ellos. Y luego les habló —a
los centros regionales dispersos y a los solitarios phreakers
independientes— a unos de otros, les dio sus números de teléfono para
que se contactaran, y en un año, las células dispersas de phreakers se
habían convertido en una organización nacional clandestina.

Joe Engressia solo tiene veintidós años, pero en la red de phreakers es
"el viejo", y los phreakers le asignan la misma reverencia que la
compañía telefónica le otorga a Alexander Graham Bell. Ya casi no
necesita hacer llamadas. Todos los phreakers lo llaman y le cuentan los
nuevos trucos, códigos y técnicas que han aprendido. Todas las noches se
sienta como una araña ciega en su pequeño apartamento, recibiendo
mensajes de cada hebra de su tela. Para Joe, es casi un orgullo que lo
llamen.

Pero cuando lo contacté en su apartamento de Memphis esa noche, Joe
Engressia estaba solo, nervioso y molesto.

"Dios, me alegra que alguien haya llamado. No sé por qué esta noche,
precisamente esta noche, no recibo ninguna llamada. Este tipo de por
aquí se emborrachó otra vez y se me volvió a proponer. Le sigo diciendo
que nunca nos pondremos de acuerdo en este tema, ¿sabes a qué me
refiero? Intento restarle importancia, ¿sabes?, pero no lo entiende. Lo
oigo ahí fuera emborrachándose más y no sé qué hará ahora. Es que estoy
completamente solo aquí. Me acabo de mudar a Memphis, es la primera vez
que vivo solo, y odiaría que todo se derrumbara ahora. Pero no me
acostaré con él. Simplemente no me interesa mucho el sexo y aunque no
pueda verlo, sé que es feo.

"¿Oíste eso? Es él golpeando una botella contra la pared de afuera.
Bueno, olvídalo. ¿Estás escribiendo un reportaje sobre phreaks
telefónicos? Escucha esto. Es el M-F Boogie Blues.

Efectivamente, una versión animada de "Muskrat Ramble" se abre paso por
la línea, cada nota es como uno de esos tonos telefónicos de larga
distancia. La música se detiene.

Una voz rugiente me ahoga: "Y LA PREGUNTA ES...", ruge la voz, "¿PUEDE
UNA PERSONA CIEGA CONECTAR UN AMPLIFICADOR POR SU CUENTA?"

El rugido cesa. Una voz aguda, tipo operadora, lo reemplaza. "Aquí
Southern Braille Tel. & Tel. Tengo tono, le llamaré".

A esto le siguen una serie rápida de tonos de lunes a viernes, un rápido
"kachink" y en una voz profunda y tranquilizadora: "Si necesita atención
domiciliaria, llame a la asociación de enfermeras a domicilio. La hora
de First National en Honolulu son las cuatro y treinta y dos".

Joe vuelve a su voz de Joe: "¿Estamos de acuerdo? 'Sí, sí', dijo el
mexicano ciego. Ejem. Sí. ¿Quiere saber qué tiempo hará en Tokio?" Esta
rápida y frenética secuencia de vodeviles de telefonistas y chistes de
chicos ciegos consigue distraer a Joe de su torturador solo por un
instante. La razón por la que estoy en Memphis - la razón por la que
tengo que depender de ese homosexual - es que esta es la primera vez que
puedo vivir solo y hacer viajes telefónicos por mi cuenta. Me han
prohibido la entrada a todas las centralitas de mi estado hogar en
Florida; me conocían demasiado bien, y en la universidad, algunos de mis
compañeros siempre me acosaban porque estaba todo el tiempo en el
teléfono público de la residencia y se burlaban de mí por mi trasero
gordo - que por supuesto tengo, es mi problema de gordura física - pero
no me gusta oírlo todos los días, y si no puedo hacer viajes telefónicos
ni conocer phreaks telefónicos, no me imagino qué haría; le he dedicado
tres cuartas partes de mi vida.

Me mudé a Memphis porque quería estar solo, además porque tienen un
sistema de conmutación de barras cruzadas número 5 y algunos distritos
interesantes de compañías telefónicas independientes cerca. Hasta ahora
no parecen saber quién soy, así que puedo hacer viajes telefónicos. Para
mí, el phone phreaking es tan importante como el phone phreaking.

El phone phreaking, explica Joe, comienza llamando a la centralita. Le
dice al operador con voz educada y seria que es un estudiante
universitario ciego interesado en los teléfonos y que quizás podría
darle una visita guiada por la central. A Joe le gusta tocar y sentir
relés en cada paso del recorrido, acariciar circuitos de conmutación,
centralitas, barras transversales.

Así que, cuando Joe Engressia realiza phone phreaking, se abre paso a
tientas por los circuitos de este jardín rural de senderos que se
bifurcan, siente cómo los interruptores cambian, cómo los relés se
desvían, cómo las barras transversales giran, cómo los tándems se
acoplan y desacoplan - incluso mientras escucha, con un tono perfecto -
sus pulsos de lunes a viernes que hacen bailar a todo el sistema Bell a
su ritmo.

Hace apenas un mes, Joe sacó todos sus ahorros del banco y se fue de
casa, a pesar de las protestas emocionales de su madre. "Casi me escapo
de casa", le gusta decir. Joe encontró un pequeño apartamento en Union
Avenue y empezó a hacer viajes telefónicos. Tomaba un autobús 160
kilómetros al sur, hacia Mississippi, para "ver" algunos equipos Bell
antiguos que aún se usaban en varios estados, algo que le había
intrigado. Viajaba 480 kilómetros en autobús hasta Charlotte, Carolina
del Norte, para familiarizarse con un equipo experimental completamente
nuevo. Contrató un taxi que lo llevó 12 kilómetros a un suburbio para
visitar las oficinas de una pequeña compañía telefónica con
peculiaridades interesantes en su sistema de enrutamiento. Estaba
disfrutando al máximo, dijo, la mayor libertad y placer que había
conocido.

En ese mes, había hecho muy poco phreaking telefónico de larga distancia
desde su propio teléfono. Había empezado a solicitar trabajo en la
compañía telefónica - me dijo - y quería mantenerse alejado de cualquier
actividad ilegal. Cualquier trabajo me sirve, incluso el del más
insignificante operador. Probablemente no me darían más porque soy
ciego. Aunque probablemente sabía más que la mayoría de esos operadores.
Pero no importa. Quiero trabajar para Ma Bell. No odio a Ma Bell como la
odian Gilbertson y algunos estafadores telefónicos. No quiero molestar a
Ma Bell. Para mí, es el placer del conocimiento puro. Hay algo hermoso
en el sistema cuando lo conoces íntimamente como yo. Pero no sé cuánto
saben de mí aquí. Tengo una intuición muy clara del estado de la línea
en la que estoy, y últimamente creo que me están monitoreando de vez en
cuando, pero no he estado haciendo mucho ilegal. Tengo que hacer algunas
llamadas a los operadores de vez en cuando, que no son estrictamente
legales, y una vez me di un viaje de ácido y tuve alucinaciones
auditivas como si estuviera atrapado y unos aviones me bombardearan en
picado, y de repente tuve que hacer un viaje telefónico. De ahí. Por
alguna razón tuve que llamar a Kansas City, pero nada más.

En ese momento se produce una advertencia. Es la una en mi zona horaria,
un fuerte golpe en la puerta de mi habitación de motel interrumpe
nuestra conversación. Afuera encuentro a un guardia de seguridad
uniformado que me informa que ha habido una "llamada de emergencia" para
mí mientras estaba al teléfono y que la recepción lo ha enviado para
avisarme.

Dos segundos después de despedirme de Joe y colgar, suena el teléfono.

"¿Con quién hablaba?", pregunta la voz agitada. La voz pertenece al
Capitán Crunch. "Llamé porque decidí advertirle de algo". Decidí
advertirle que tenga cuidado. No quiero que esta información que ha
obtenido llegue a la clandestinidad radical. No quiero que caiga en
malas manos. ¿Qué diría si le dijera que es posible a tres phreaks
telefónicos saturar el sistema telefónico del país? Saturarlo. Ocuparlo
por completo. Todo. Sé cómo hacerlo. No voy a decirlo. Un amigo mío ya
saturó las troncales entre Seattle y Nueva York. Lo hizo con un M-F-er
computarizada conectada a una centralita especial en Manitoba. Pero hay
otras formas más fáciles de hacerlo.

¿Solo tres personas?, pregunto. ¿Cómo es posible?

"¿Ha oído hablar alguna vez de la frecuencia de guarda de las líneas de
larga distancia? ¿Sabe de apilar tándems con 17 y 2600 ciclos? Bueno, le
aconsejo que lo averigüe. No se lo voy a decir. Pero haga lo que haga,
no deje que esto caiga en manos de la resistencia radical.

(Más tarde, Gilbertson, el inventor, confesó que - si bien siempre había
sido escéptico ante la afirmación del Capitán sobre el potencial de
sabotaje de los phreaks telefónicos que se dedicaban a secuestrar
troncales - recientemente había presenciado ciertas demostraciones que
lo convencieron de que el Capitán no hablaba por hablar. "Creo que se
necesitarían más de tres personas, dependiendo de cuántas máquinas como
las del Capitán Crunch hubiera disponibles. Pero aunque el Capitán suene
un poco raro, generalmente sabe de lo que habla").

"Sabe", continúa el Capitán Crunch en su tono admonitorio, "los phreaks
telefónicos más jóvenes llaman a Moscú todo el tiempo. Supongamos que
todos llamaran a Moscú. No soy derechista, pero valoro mi vida. No
quiero que los comunistas vengan y me tiren una bomba en la cabeza". Por
eso digo que hay que tener cuidado con quién recibe esta información.

El Capitán de repente se lanza a una diatriba contra esos phreaks
telefónicos enfrentados a la compañía telefónica.

"No lo entienden, pero Ma Bell conoce todo lo que hacen. Ma Bell lo
sabe. Oiga, ¿está abierta esta línea? Acabo de oír a alguien
interviniendo. No soy paranoico, pero puedo oír ese tipo de cosa. Bueno,
aunque esté abierta, ellos saben que yo sé que ellos saben que tengo un
borrador masivo. Estoy muy limpio." El Capitán hace una pausa,
evidentemente dividido entre el deseo de demostrar a los vigilantes de
la compañía telefónica que no hace nada ilegal y el deseo de impresionar
a Ma Bell con su destreza. "Ma Bell sabe de lo que soy capaz", continúa.
"Ma Bell sabe lo bueno que soy. Y soy bastante bueno. Puedo detectar
inversiones, conmutaciónes en tándem, todo lo que ocurre en una línea.
Ahora tengo oído relativo. ¿Sabes lo que significa eso? Mis oídos son un
equipo de 20.000 dólares. Con mis oídos puedo detectar cosas que no
pueden oír con sus equipos. He tenido problemas laborales. He perdido
trabajos. Pero quiero demostrarle a Ma Bell lo bueno que soy. No quiero
joderla, quiero trabajar para ella. Quiero hacerle el bien. Quiero
ayudarla a deshacerse de sus defectos y volverse perfecta. Ese es mi
objetivo principal en la vida ahora. El Capitán concluye sus
advertencias y me dice que tiene que irse. "Tengo un poco de acción
preparada para esta noche", explica y cuelga.

Antes de colgar, llamo de nuevo a Joe Engressia. Me informa que su
torturador por fin se ha dormido: "No está borracho como una cuba, así
es como me pongo, ejem, sí; Pero se podría decir que está en un estado
de ebriedad. Quedo con Joe en Memphis para visitarlo en dos días.

Un phreak telefónico se encarga del asunto

A la mañana siguiente asisto a una reunión de cuatro phreaks telefónicos
en ----- (un suburbio de California). La reunión tiene lugar en una
cómoda casa de dos plantas en una urbanización de clase media alta.
Amontonados sobre la mesa de la cocina se encuentran los
radiograbadores, los casetes de lunes a viernes, los conectores
telefónicos y las líneas de los cuatro phreaks presentes. En la encimera
de la cocina, junto al teléfono, hay una BlueBox del tamaño de una caja
de zapatos con trece grandes interruptores para los tonos. Los padres de
Ralph - el phreak telefónico anfitrión, que es ciego - se quedan en la
sala con sus hijos videntes. No están seguros de qué hacen Ralph y sus
amigos con el teléfono ni de si es estrictamente legal, pero es ciego y
están contentos de que tenga un pasatiempo que lo mantiene ocupado.

El grupo ha estado trabajando para restablecer la histórica Conferencia
"2111", reabrir algunos bucles gratuitos e intentar descubrir la
magnitud de lo que parecen ser nuevas iniciativas contra los estafadores
telefónicos por parte de agentes de seguridad de las compañías
telefónicas.

No tardo en ver - y oír - a Randy en acción. Randy es conocido entre los
engañadores telefónicos como quizás el mejor del sector. Randy es ciego.
Es pálido, blando y con forma de pera; lleva pantalones anchos y una
camisa deportiva blanca de nailon arrugada; adelanta la cabeza desde sus
hombros encorvados, como una tortuga que sale lentamente de su
caparazón. Sus ojos se desvían, bizcos y rebiscándose, y tiene la frente
llena de granos. Solo tiene dieciséis años.

Pero cuando Randy empieza a hablar por el micrófono de un teléfono, su
voz se vuelve tan autoritaria que es necesario volver a mirar para
convencerse de que proviene de un Randy adolescente y regordete.

Imagine la voz de un capataz de una plataforma petrolífera de primera,
un hombre Marlboro de cuarenta años, duro, sagaz y curtido. Imaginen la
voz de un brillante lobo de Wall Street explicando cómo superar al Dow
Jones por un treinta por ciento. Luego imagine una voz que pudiera hacer
que esos dos sonaran como Stepin Fetchit. Esa es la voz de Randy, de
dieciséis años.

Está hablando con un operador de línea Detroit. La compañía telefónica
de Detroit había cerrado dos pares de bucles gratuitos sin motivo
aparente, aunque es posible que haya detectado un uso intensivo por
parte de phreaks telefónicos en todo el país. Randy le está explicando
alaoperador cómo abrir el bucle y liberarlo de nuevo:

"¿Qué tal, amigo? Sí. Estoy en la centralita aquí en Tulsa, Oklahoma, y
​​hemos estado haciendo pruebas en tus bucles y los encontramos ocupados
en ambos lados... Sí, nos ha estado dando un 'BY', ¿qué te parece?
¿Puedes ponerles tarjetas? ¿Tienes 08 en tu grupo numérico? Ah, está
bien, ya hemos tenido este problema antes, puede que tengamos que
revisar el circuito. Mira, te los doy: tu marco es 05, grupo vertical
03, horizontal 5, fila vertical 3. Sí, esperaremos... ¿Lo encontraste?
Bien. Bien, sí, nos gustaría despejar esa zona ocupada. Bien. Solo
tienes que buscar tu característica en el tablero de conmutación; está
en el marco de tu baúl misceláneo. ¿De acuerdo? Bien. Ahora cambia tu
característica de NOR y ponla el LET. Sí. No sé por qué pasó, pero hemos
tenido problemas con ese. Bueno. Muchas gracias, amigo. Nos vemos.

Randy cuelga, informa que el operador de línea tenía poca experiencia
con los circuitos de bucle en el marco de troncal miscelánea, pero que
el bucle ha vuelto a su estado de llamada gratuita.

Ed - el phreak telefónico - vuelve encantado a colocar el par de números
a la columna de estado activo de su directorio. Ed es un investigador
magnífico y minucioso. Con una minuciosidad casi talmúdica, rastrea
hilos de pistas a través de laberintos de circuitos de compañías
telefónicas, pasando por complejas conexiones de relés de conmutación,
hasta encontrar la ubicación e identidad de un solo bucle gratuito.
Dedica horas y horas, todos los días, a este tipo de cosas. De alguna
manera, ha compilado un directorio de ochocientos "números de banda seis
en WATS" ubicados en más de cuarenta estados. Los números in-WATS de
banda seis son los grandes números 800, aquellos a los que se puede
llamar gratis desde cualquier parte del país.

Ed, investigador y estudiante de ingeniería de diecinueve años, es
también un técnico excepcional. A los diecisiete años armó su propia
BlueBox funcional desde cero (es vidente). Esta tarde, tras distribuir
el último número de su directorio in-WATS (escrito en braille para los
phreaks ciegos), anuncia un gran avance:

"Por fin lo probé y funciona a la perfección. Tengo una matriz de
conmutación que convierte cualquier teléfono de tonos en un teléfono de
marcación directa".

Los tonos que se escuchan en los teléfonos de tonos no son los tonos de
marcación directa que operan el sistema de conmutación de larga
distancia. Los phreaks creen que AT&T equipó deliberadamente los
teléfonos de tonos con un conjunto diferente de frecuencias para evitar
que los seis tonos maestros de marcación directa llegaran a todos los
usuarios de teléfonos de tonos. La compleja matriz de conmutación de Ed
pone los seis tonos maestros - en efecto, una BlueBox - en manos de todo
propietario de un teléfono de marcación por tonos.

Ed me muestra páginas de esquemas, especificaciones y listas de piezas.
"No es fácil de construir, pero todo lo que hay aquí está en el catálogo
de HeathKit".

Ed pregunta a Ralph qué progreso ha logrado en sus intentos de
restablecer una línea de conferencia abierta de largo plazo para phreaks
telefónicos. La última gran conferencia —la histórica conferencia
"2111"— se había organizado a través de un troncal conmutación de prueba
para télex (sin uso), ubicado en algún lugar en las entrañas de una
centralita 4A en Vancouver, Canadá. Durante meses, los phreaks
telefónicos podían arribar a Vancouver de lunes a viernes, marcar el 604
(el código de área de Vancouver) y luego el 2111 (el código interno de
la compañía telefónica para pruebas de télex), y encontrarse a cualquier
hora, de día o de noche, en una red abierta de costa a costa hablando
con una multitud de phreaks telefónicos, operadores de Bermudas, Tokio y
Londres simpatizantes de los phreaks telefónicos, además de diversos
invitados y expertos técnicos. La conferencia servía de intercambio
masivo de información. Los phreaks telefónicos se desinformaban
mutuamente y luego desarrollaban nuevas formas de desinformar a la
compañía telefónica. Ralph daba conciertos de "MF boogie" con su órgano
eléctrico similar al de los sistemas de entretenimiento doméstico; el
Capitán Crunch demostraba su destreza alrededor del mundo con su famosa
unidad computarizada y dejaba entrever lascivamente la "acción" que
estaba teniendo con sus novias. (El Capitán vive o pretende vivir varios
tipos de fantasías para el deleite chismoso de los ciegos fanáticos del
teléfono que lo instan a lograr más triunfos en nombre de todos ellos).
La multitud un tanto ruidosa de fanáticos del teléfono del Noroeste dejó
que su amarga disputa interna derramara en la pacífica línea de
conferencia, escalando pronto hasta convertirse en una guerra de
guerrillas; Carl - experto de la Costa Este en relaciones de tono
internacional - demostró las recién inauguradas rutas directas de lunes
a viernes a las centralitas en la isla de Baréin (en el Golfo Pérsico),
presentando a un nuevo amigo suyo - un phreak telefónico de Pretoria - y
explicó el funcionamiento técnico de las nuevas conexiones entre Oakland
y Vietnam. (Muchos phreaks telefónicos ganan dinero realizando llamadas
de lunes a viernes de familiares a soldados de Vietnam, cobrando 5
dólares por una hora entera de conversación transpacífico).

Ya sea día o noche, la línea de conferencia nunca se cortaba. Los
phreaks telefónicos ciegos de todo el país - solos y aislados en casas
llenas de hermanos y hermanas videntes, o atrapados con niños ciegos
lentos y sin imaginación en escuelas para ciegos - sabían que, sin
importar lo tarde que se hiciera, podían marcar la conferencia y
encontrar comunicación electrónica instantánea con otros dos o tres
niños ciegos despiertos al otro lado de Estados Unidos. Hablar por
teléfono - dicen los phreaks telefónicos ciegos - no es muy diferente a
estar allí juntos. Físicamente, no se trata de más que una oblea
cuadrada de titanio de cinco centímetros dentro de una enorme máquina en
la isla de Vancouver. Para los niños ciegos, significaba una emocionante
sensación de estar en contacto, gracias a una habilidad y magia
peculiarmente propias.

Sin embargo, el 1 de abril pasado, la Conferencia de Vancouver para
larga distancia fue cancelada. Los phreaks telefónicos ya lo sabían;
Vancouver estaba en proceso de conversión de un sistema analógico a una
máquina 4A, y en el proceso, el circuito de Telex 2111 iba a ser
eliminado. Los phreaks telefónicos supieron el día exacto en que la
conferencia sería borrada con aproximadamente una semana de anticipación
gracias al relay interno de noticias y conversaciones de la compañía
telefónica.

Durante los siguientes siete frenéticos días, todos los phreaks
telefónicos de Estados Unidos estuvieron conectados y desconectados de
la conferencia 2111 las veinticuatro horas del día. Los phreaks
telefónicos que apenas estaban aprendiendo el oficio o que no tenían
disponibilidad de lunes a viernes fueron impulsados a la conferencia por
phreaks más experimentados para que pudieran echar un vistazo a cómo era
antes de que desapareciera. Los mejores phreaks telefónicos buscaron
códigos de área distantes en busca de nuevas posibilidades de
conferenciado, sin éxito. Finalmente, en la madrugada del 1 de abril, se
cortó la comunicación.

"Lo presentía un par de horas antes de la medianoche", recuerda Ralph.
Se notaba que algo pasaba en las líneas. Empezó a oírse estática, luego
un silbido sibilante. Luego hubo cortes. A algunos se les cortaba la
comunicación y volvían a llamar, pero después de un rato, otros se
dieron cuenta de que se les cortaba la comunicación y no podían volver.
Fue terrible. Perdí la comunicación sobre la una de la madrugada, pero
logré conectar de nuevo y seguir conectado hasta que se apagó... Creo
que eran las cuatro de la mañana. Estábamos cuatro esperando cuando la
conferencia desapareció para siempre. Todos intentamos volver a conectar
de lunes a viernes, por supuesto, pero nos habían cortado la
comunicación silenciosamente. No había nada.


###El legendario Mark Bernay resulta ser "El Merodeador Nocturno"

Mark Bernay. Ya me había topado con ese nombre. Estaba en la lista
selecta de phreaks telefónicos de Gilbertson. Los phreaks telefónicos de
California habían hablado de un misterioso Mark Bernay como quizás el
primer y más antiguo phreak telefónico de la Costa Oeste. De hecho, casi
todos los phreaks telefónicos de Occidente pueden trazar sus orígenes
directamente hasta Mark Bernay o hasta un discípulo suyo.

Parece que hace cinco años, este Mark Bernay (seudónimo que eligió)
empezó a viajar por la Costa Oeste pegando stickers en guías
telefónicas. Los stickers decían algo así como "¿Quieres escuchar una
grabación interesante? Llama a estos números". Los números que seguían
eran pares de bucles para llamadas gratuitas. Cuando algún curioso
llamaba a uno de los números, escuchaba una grabación preconectada por
Bernay, que explicaba el uso de los pares de bucle, proporcionaba los
números de varios más y terminaba diciendo: "Esta noche, a las seis de
la tarde, esta grabación se detendrá y tú y tus amigos podrán probarla.
¡Diviértete!".

"Al principio me decepcionó la reacción", me dijo Bernay cuando
finalmente lo localicé en uno de sus muchos números. Se libró de las
formalidades habituales de "nunca hago nada ilegal" con las que los
phreaks telefónicos experimentados inician la mayoría de las
conversaciones. "Recorrí toda la costa con estas etiquetas
autoadhesivas, no solo en teléfonos públicos, sino que las pegaba al
frente de las secundarias en plena noche, las dejaba discretamente en
tiendas de dulces, las esparcía por las calles principales de pueblos
pequeños. Al principio, casi nadie se molestó en probarlo. Escuchaba
durante horas y horas después de las seis y nadie llamaba. No entendía
por qué a la gente no le interesaba. Finalmente, dos chicas de Oregón lo
probaron, se lo contaron a todas sus amigas y - repentinamente - empezó
a extenderse. Antes de su viaje a Johnny Appleseed, Bernay ya había
reunido a un grupo considerable de phreaks telefónicos, antes de la
BlueBox, en los bucles mundiales desde Los Ángeles. Bernay no se
atribuye el mérito del descubrimiento original de los números de bucles,
sino que atribuye el descubrimiento a un joven de dieciocho años, niño
de un reformatorio de Long Beach, cuyo nombre olvidó y que, según él,
"simplemente un día desapareció".

Cuando Bernay descubrió los bucles de forma independiente a partir de
pistas en sus lecturas de números antiguos del Automatic Electric
Technical Journal, se encontró con que docenas de amigos del niño ya los
usaban. Sin embargo, fue uno de los discípulos de Bernay en Seattle
quien introdujo el phone phreaking a los niños ciegos. Un niño de
Seattle que aprendió sobre los bucles gracias a la grabación de Bernay
le contó a un amigo ciego, y este enseñó el secreto a sus amigos en un
campamento de invierno para niños ciegos en Los Ángeles. Al terminar el
campamento, estos niños llevaron el secreto a pueblos de todo el Oeste.
Así fue como los niños ciegos originales se convirtieron en phone
phreaks. Para ellos, para la mayoría de los phone phreaks en general,
fue el descubrimiento de las posibilidades de los bucles que los llevó a
las metodologías mucho más sofisticadas y serias de phone phreaking, y
lo que les proporcionó un medio para compartir sus descubrimientos. Un
año después, uno de los ciegos que retornó a la costa este llevó consigo
la técnica a un campamento de verano para niños ciegos que se dio en
Vermont, y desde allí se difundió por toda la Costa Este. Todo gracias a
un sticker de Mark Bernay.

Bernay, que ya tiene casi treinta años, empezó a los quince cuando su
familia se mudó a un suburbio de Los Ángeles que tenía el servicio de la
General Telephone and Electronics. Quedó fascinado con las diferencias
entre los equipos de Bell y GT&E. Descubrió que podía lograr cosas
interesantes pulsando el a medias la horquilla del teléfono con la
precisión necesaria. Aprendió a interpretar las sutiles diferencias en
la variedad de clics, zumbidos y ruidos que oía en sus líneas. Descubrió
que podía moverse por los relés de conmutación de su propia
característica en Los Ángeles de forma poco predecible, ametrallando la
horquilla del teléfono e intercalando sus propios clics en la línea. Las
compañías telefónicas independientes —aún quedan mil novecientas, la
mayoría pequeños principados insulares en el vasto imperio de Ma Bell—
siempre han sido las favoritas de los phreaks telefónicos, primero como
herramientas de aprendizaje, luego como plataformas de Arquímedes desde
donde manipular el enorme sistema Bell. Un phreak telefónico en
territorio Bell a menudo se convierte en un sistema de conmutación
independiente, con idiosincrasias de conmutación capaces de darle una
gran influencia sobre el Sistema Bell.

"Tengo un gran cariño por los equipos de Automatic Electric", me dijo
Bernay. "Hay muchas cosas con las que puedes experimentar. Las cosas se
descomponen de maneras interesantes".

Poco después de graduarse de la universidad (con una doble
especialización en química y filosofía), Bernay pasó de experimentar con
GT&E al propio Sistema Bell, donde emprendió su legendario viaje pegando
stickers hacia el norte por la costa, estableciéndose finalmente en el
territorio Bell del Pacífico Noroeste. Descubrió que - si bien Bell no
se descompone de forma tan interesante como GT&E - ofrece sin embargo
muchas "cosas con las que experimentar". Bernay aprendió a jugar con
BlueBox. Fundó su propia centralita telefónica y un complejo de
laboratorios de investigación para phone-phreaks. Continuó su labor de
evangelización en phone-phreaking con campañas de volantes. Creó dos
números de registro: uno con instrucciones para principiantes en
phone-phreaks y el otro con las últimas noticias y avances técnicos
(junto con instrucción avanzada) recopilados de fuentes de todo el país.

En los últimos tiempos - me contó Bernay - había ido más allá del
phone-phreaking en sí. "Últimamente disfruto más jugando con ordenadores
que con teléfonos. Supongo que mi pasión por los ordenadores es igual
que con los teléfonos: descubrir cómo burlar el sistema, cómo acceder a
cosas que no debería saber, cómo hacer con el sistema cosas que no
debería poder hacer".

De hecho, cuenta Bernay, acababa de ser despedido de su trabajo de
programación por hacer cosas que no debería poder hacer. Había estado
trabajando con una enorme computadora de tiempo compartido propiedad de
una gran corporación, pero compartida por muchas otras. El acceso a la
computadora estaba limitado a programadores y corporaciones que tenían
asignadas ciertas contraseñas. Y cada contraseña restringía al usuario
el acceso a una sola sección de la computadora, con almacenamiento de
información propia aislada. El sistema de contraseñas impedía que
empresas e individuos robaran información mutuamente.

"Descubrí cómo escribir un programa que me permitiera leer las
contraseñas de todos los demás", informa Bernay. "Empecé a experimentar
con las contraseñas. Empecé a hacerles saber - sutilmente - a quienes
usaban la computadora que conocía sus contraseñas. Empecé a enviar notas
a los supervisores de la computadora, insinuando que sabía lo que sabía.
Las firmé como 'El Merodeador Nocturno'. Seguí siendo cada vez más
astuto con mis mensajes e ideando maneras de mostrarles lo que podía
hacer. Estoy seguro de que no podían imaginar que pudiera hacer las
cosas que les mostraba. Pero nunca me respondieron. De vez en cuando
cambiaban las contraseñas, pero descubrí cómo descubrir las nuevas, y se
los hice saber. Pero nunca respondieron directamente al Merodeador
Nocturno. Incluso diseñé un programa que podían usar para evitar que mi
programa descubriera lo que hacían. En efecto, les dije cómo eliminarme,
al Merodeador Nocturno. Era un programa muy ingenioso. Empecé a dejar
pistas sobre mí. Quería que intentaran usarlo y luego encontraran una
forma de sortearlo y reaparecer. Pero no querían jugar. Quería que me
atraparan. O sea, no quería que me atraparan personalmente, pero quería
que me notaran y admitieran que me habían notado. Quería que intentaran
responder, quizás de alguna forma interesante.

Finalmente, los administradores de computadoras se preocuparon lo
suficiente por la amenaza del robo de información como para responder.
Sin embargo, en lugar de usar el elegante programa de autodestrucción
del Merodeador Nocturno, llamaron a su personal de seguridad,
interrogaron a todos, encontraron un informante que identificó a Bernay
como el Merodeador Nocturno y lo despidieron.

"Al principio, el personal de seguridad aconsejó a la empresa que me
contratara a tiempo completo para investigar otras fallas y descubrir a
otros bichos raros de la informática. Me habría gustado. Pero
probablemente me habría convertido en un doble agente en lugar del
agente que querían. Podría haber resucitado al Merodeador Nocturno e
intentar atraparme a mí mismo. ¿Quién sabe? En fin, los altos mandos
rechazaron la idea.

Quizás puedas intervenir la computadora de control del crimen del FBI
desde la comodidad de tu casa.

La manipulación de computadoras podría ser la tendencia del futuro. Se
adapta perfectamente a la sensibilidad de los phreaks telefónicos.
Gilbertson, el inventor de la caja azul y un phreak telefónico de toda
la vida, también ha pasado del phreaking telefónico al phreaking de
computadoras. Antes de entrar en el negocio de las cajas azules,
Gilbertson, quien es un programador altamente cualificado, ideó
programas para el arbitraje internacional de divisas.

Pero empezó a experimentar con computadoras en serio cuando descubrió
que podía usar su BlueBox en conjunto con la terminal instalada en su
apartamento por la empresa de instrumentación para la que trabajaba. La
terminal de impresión y el teclado estaban equipados con un acomplador
acústico, de modo que, al conectar su pequeño teléfono Princess de
marfil a la terminal y luego a esta su BlueBox, podía acceder a otras
computadoras con total anonimato y sin costo alguno; programarlas y
reprogramarlas a voluntad; alimentarlas con información falsa o
engañosa; Interceptar y robarles. Me explicó que intercepta computadoras
saturando todas las líneas, luego entrando en un troncal de
verificación, escuchando las contraseñas e instrucciones que usa una de
las máquinas de tiempo compartido, y luego interfiriendo e imitándolas.
Cree que no sería imposible infiltrarse en el ordenador de control
criminal del FBI a través de una terminal de la policía local y
manipular los bancos de memoria del FBI. Afirma haber logrado
reprogramar una enorme computadora institucional de tal manera que ha
acordonado una sección completa de sus circuitos para su uso personal, y
al mismo tiempo ocultando dicha intervención a los demás. No he podido
verificar esta afirmación.

Al igual que el Capitán Crunch, Alexander Graham Bell - seudónimo de un
ingeniero de la Costa Este con aspecto descontento que afirma haber
inventado la Caja Negra y ahora vende BlackBox y BlueBox a jugadores y
radicales -, como la mayoría de los estafadores telefónicos, Gilbertson
comenzó su carrera intentando robar teléfonos públicos en su
adolescencia. Descifrarlos, luego estafarlos. Recuperar su dinero del
teléfono público es el primer y emocionante rito de iniciación del
estafador telefónico. Tras aprender las dieciocho maneras habituales de
recuperar su dinero, Gilbertson aprendió a hacer llaves maestras para
las cajas de los teléfonos de monedas y a recuperar el dinero de todos
los demás. Robó algunos equipos de una compañía telefónica y con ellos
montó su propia centralita doméstica. Aprendió a fabricar un sencillo
aparato de "caja de pan", del tipo que usaban los corredores de apuestas
en los años treinta (el corredor da un número a sus clientes; el
teléfono con ese número está instalado en el apartamento de una viuda,
pero está manipulado para que suene en la casa de apuestas del otro lado
de la ciudad; la policía rastrea el gran número de la apuesta y no
encuentra nada más que a la viuda).

Poco después de aquella tarde de 1968 - cuando, entre los estantes de
una biblioteca de ingeniería, encontró una revista técnica con las
frecuencias de los tonos telefónicos y se apresuró a fabricar su primera
caja azul - Gilbertson abandonó una prometedora carrera en
físico-química y empezó a vender BlueBox a 1500 dólares cada una.

"Tuve que dejar la físico-química. Se me acabaron las cosas interesantes
que aprender", me dijo una noche. Habíamos estado hablando en el
apartamento del hombre que sirvió de enlace entre Gilbertson y la mafia
para organizar el gran acuerdo de 300.000 dólares por las BlueBox, que
fracasó por problemas legales. Se ha fumado mucho. "Ya no hay cosas
interesantes que aprender", continúa. "La física-qu+imica resulta ser
una materia enfermiza cuando la llevas al nivel más alto. No sé. No creo
poder explicarte lo enfermizo que es. Tienes que estar ahí. Pero te da
una falsa sensación de omnipotencia. Supongo que es como el
phone-phreaking en ese sentido. Hay algo enorme. Todo este sistema. Y
tiene agujeros y te metes en ellos como Alicia y finges estar haciendo
algo que no estás haciendo, o al menos ya no eres tú quien hace lo que
creías estar haciendo. Es todo como Lewis Carroll. Física-química y
phone-phreaking. Por eso existen estos seudónimos de phone-phreaking
como El Gato de Cheshire, El Rey Rojo y El Snark. Pero hay algo en el
phone-phreaking que no se encuentra en la física-química." Me mira:

"¿Alguna vez robaste algo?"

Bueno, sí, yo...

"¡Entonces lo sabes! Sabes la euforia que sientes. No es solo
conocimiento, como la química física. Es conocimiento prohibido. Ya
sabes. Puedes aprender de todo y aburrirte mortalmente. Pero la idea de
que sea ilegal... Mira: puedes ser pequeño, ágil e inteligente, y estar
estafando a alguien grande, poderoso y muy peligroso.

Gente como Gilbertson y Alexander Graham Bell siempre hablan de estafar
a la compañía telefónica y de estafar a Ma Bell. Pero si les mostraran
un solo botón y les dijeran que con solo pulsarlo podrían convertir
todos los circuitos de AT&T en charcos derretidos, probablemente no lo
pulsarían. El inventor descontento necesita el sistema telefónico como
el católico apóstata necesita a la Iglesia, como Satanás necesita a
Dios, como el Merodeador Nocturno, necesitaba, más que nada, que le
contesten.

Más tarde esa noche, Gilbertson terminó de contarme lo encantado que
estaba con la avalancha de BlueBox esparciéndose por todo el país, lo
encantado que estaba de saber que "esta vez sí que están jodidos". De
repente, cambió de tema.

"Claro, tengo una relación de amor/odio con Ma Bell. En cierto modo,
casi me cae bien la compañía telefónica. Supongo que me entristecería
mucho si desaparecieran o si sus servicios se desintegraran. En cierto
modo, es solo que, después de haber sido tan buenos, resulta que tienen
estos fallos. Son esos fallos los que me permiten entrar y meterme con
ellos, pero no sé. Hay algo en ello que te atrapa y te hace querer
ponerte manos a la obra, ¿sabes?

Le pregunto qué pasa cuando se le acaban las cosas interesantes y
prohibidas que aprender sobre el sistema telefónico.

"No sé, quizá trabajaría para ellos un tiempo".

¿Incluso en seguridad?

"Lo haría, claro. Prefiero jugar... prefiero trabajar en ambos bandos".

¿Incluso descubrir cómo atrapar a los phreaks telefónicos? Dije,
recordando el juego de Mark Bernay.

"Sí, eso podría ser interesante. Sí, podría descubrir cómo burlar a los
phreaks telefónicos". Claro que si me volviese demasiado bueno, podría
volverse aburrido. Entonces tendría que esperar que los estafadores
telefónicos mejoraran mucho y me superaran por un tiempo. Eso elevaría
la calidad del juego. Incluso podría ayudarlos, ya sabes, decirles:
"Bueno, chicos, no quiero que esto se sepa, pero ¿alguna vez pensaron
en...?". Podría seguir haciéndolo a niveles cada vez más altos para
siempre.

El crupier habla por primera vez. Ha estado mirando los suaves patrones
parpadeantes de luces y colores en la pared de azulejos translúcidos que
tiene frente a él. (En realidad, no hay patrones: el color y la
iluminación de cada mosaico están determinados por un generador de
números aleatorios computarizado diseñado por Gilbertson, que garantiza
que ninguna secuencia de eventos en los mosaicos tenga sentido).

"Estás hablando de juegos geniales", le dice el crupier a su amigo.
"Pero no me importaría verlos arruinados. Un teléfono ya no es privado.
No puedes decir nada que realmente quieras decir por teléfono o tienes
que pasar por esa paranoia.

"¿Es genial hablar por teléfono?".

O sea, aunque sea genial, si tienes que preguntar "¿Es genial?",
entonces no lo es. Ya sabes. Como esos niños ciegos, la gente va a
empezar a crear sus propias compañías telefónicas privadas si quieren
hablar de verdad. Y sabes qué más. Ya no se oyen silencios por teléfono.
Tienen este sistema de tiempo compartido en las líneas de larga
distancia donde haces una pausa y ellos recortan ese espacio y lo usan
para transmitir parte de la conversación de otra persona. En lugar de
una pausa, donde alguien quizás respira o suspira, se obtiene un vacío y
solo se vuelve a escuchar cuando alguien dice una palabra, e incluso el
principio de la palabra se corta. Los silencios no cuentan; los pagas,
pero te los quitan. No está bien hablar [es decir, si te da miedo que te
pinchen], y no puedes oír a alguien cuando no habla. ¿Para qué demonios
sirve el teléfono? No me importaría verlos completamente jodidos.


###La Gran Desaparición de Memphis

Joe Engressia nunca quiso acostarse con Ma Bell. Su sueño siempre había
sido trabajar para ella.

El día que visité a Joe en su pequeño apartamento en Union Avenue,
Memphis, estaba molesto por otro contratiempo en su solicitud.

Estoy buscando un trabajo telefónico.

"Están dando vueltas. Hoy recibí una carta diciéndome que tendrían que
posponer la entrevista que solicité de nuevo. Mi casero me la leyó. Me
dieron vueltas con la idea de que querían documentos sobre mi estado de
rehabilitación, pero creo que hay algo más."

Cuando encendí la bombilla de cuarenta vatios en la habitación de Joe (a
veces se le olvida cuando tiene visitas), parecía que había suficiente
equipo telefónico para montar su propia pequeña compañía telefónica.

Hay un teléfono encima de su escritorio, y otro en un cajón abierto
debajo del escritorio. Junto al teléfono de escritorio hay un aparato
M-F del tamaño de una caja de puros con grandes interruptores de
palanca, y al lado hay una especie de dispositivo de conmutación y
acoplamiento con conectores y clavijas de cocodrilo sueltos. Al lado hay
una máquina de escribir braille. En el suelo, junto al escritorio - boca
abajo como una tortuga muerta - está el cuerpo medio destripado de un
viejo teléfono estándar negro. Al otro lado de la habitación, sobre un
sofá roto y polvoriento, hay dos teléfonos más, uno de ellos de
marcación por tonos; dos grabadoras; un montón de parches y casetes, y
un teléfono de juguete a tamaño real.

Nuestra conversación se ve interrumpida cada diez minutos por phreaks
telefónicos de todo el país que llaman a Joe a casi todos los aparatos
excepto al teléfono de juguete y a la máquina de escribir braille. Un
chico ciego de catorce años de Connecticut lo llama y le dice que tiene
novia. Quiere hablar con él sobre novias. Joe dice que hablarán más
tarde, cuando puedan estar solos al teléfono. Joe respira hondo y lo
silba para que salga del aire con un silbido ensordecedor de 2600
ciclos. Joe está contento de recibir las llamadas, pero esa noche
parecía preocupado y absorto, con el ceño constantemente fruncido sobre
sus oscuros ojos errantes. Además del problema de la compañía
telefónica, acaba de enterarse de que su edificio de apartamentos será
demolido en sesenta días para obras de renovación urbana. A pesar de lo
destartalado de su edificio de apartamentos en Union Avenue, Joe ha
tenido su primera vivienda propia, y le preocupa no encontrar otra antes
de que esta sea demolida.

Pero lo que realmente le molesta a Joe es que los operadores de línea no
le han hecho caso. "Últimamente he estado comprobando los números 800 y
he descubierto que a ciertos números 800 de New Hampshire no se podía
acceder desde Missouri y Kansas. Puede que parezca poca cosa, pero no me
gusta ver trabajos descuidados; me apenan las líneas. Así que he estado
llamando a las oficinas de los operadores de línea para informarles,
pero no lo han corregido. Los llamé por tercera vez hoy y - en lugar de
comprobarlo - se enfadaron. Bueno, eso me molesta. La verdad es que
intento ayudarlos. Hay algo en ellos que no entiendo: quieres ayudarles
y solo intentan decir que los estás engañando". Es domingo por la noche
y Joe me invita a cenar con él en un Holiday Inn. Los domingos por la
noche, con frecuencia Joe usa parte de su asistencia social, pide un
taxi y se da el gusto de cenar un bistec en uno de los trece Holiday
Inns de Memphis. Memphis es la sede del Holiday Inn. Los Holiday Inns
han sido sus favoritos desde que hizo su primer viaje solo por teléfono
a una centralita de Bell en Jacksonville, Florida, y se alojó en el
Holiday Inn de allí. Le gusta alojarse en Holiday Inns - explica -
porque para él representan libertad y porque tienen la misma
distribución de habitaciones en todo el país, así que cualquier
habitación de Holiday Inn le resulta familiar. Igual que cualquier
teléfono.

Mientras comíamos bistecs en el restaurante Pinnacle del Holiday Inn
Medical Center en Madison Avenue, Memphis, Joe me cuenta los momentos
más destacados de su vida como phreak telefónico.

A los siete años, Joe aprendió su primer truco telefónico. Una niñera
malvada - cansada de escuchar al pequeño Joe jugar con el teléfono como
siempre - le ponía constantemente un candado al dial de discado. Se
enojó muchísimo. Si bien había un teléfono ahí, no podía usarlo. "así
que empecé berrinchear y a ametrallar el auricular. Me di cuenta de que
lo golpeé una vez y marcó uno. Bueno, luego intenté golpearlo dos
veces... En pocos minutos, Joe aprendió a marcar presionando la
horquilla en el momento justo. "Estaba tan emocionado que recuerdo haber
gritado '¡guau guau!' y haber tirado una caja al suelo".

A los ocho años, Joe aprendió a silbar. Estaba escuchando una grabación
de un número que no funcionaba en Los Ángeles. Por enconces llamaba a
Los Ángeles, pero marcaba principalmente números que no funcionaban
porque no cobraban, y me pasaba escuchando las grabaciones todo el día.
Bueno, como escuchar estas grabaciones a pesar de ser de Los Ángeles
puede ser aburrido después de un rato, estaba silbando, y de repente, en
medio del silbido, la grabación se cortó. Seguí silbando un poco más, y
pasó lo mismo. Así que llamé a la centralita y dije: "Soy Joe. Tengo
ocho años y quiero saber por qué cuando silbo esta melodía la línea se
corta". Intentaron explicármelo, pero era demasiado técnico para mí en
ese momento. Seguí aprendiendo. Era algo que nadie me iba a impedir. Los
teléfonos eran mi vida, y estaba dispuesto a pagar cualquier precio para
seguir aprendiendo. Sabía que podía ir a la cárcel. Pero tenía que hacer
lo que tuviera que hacer para seguir aprendiendo.

El teléfono suena cuando volvemos al apartamento de Joe en Union Avenue.
Es el Capitán Crunch. El Capitán me ha estado siguiendo por teléfono,
llamando a todas partes con consejos y explicaciones adicionales para mí
y cualquier maniaco telefónico que visite. Esta vez, el Capitán informa
que llama desde lo que describe como "mi escondite en lo alto de Sierra
Nevada". Emite fuertes salvas de lunes a viernes y le dice a Joe que
está a punto de "salir a jugar esta noche". Haz algo de phreaking de
otro tipo, si me entiendes." Joe se ríe entre dientes.

El Capitán me dice entonces que me asegure de entender que lo que me
dijo sobre bloquear las líneas telefónicas del país era cierto, pero que
él y los phreaks telefónicos que conocía nunca usaron la técnica para
sabotear. Solo la aprendieron para ayudar a la compañía telefónica.

"Les solucionamos muchos problemas. Como esta falla en la línea WATS de
New Hampshire/Missouri de la que he estado hablando. Les ayudamos más de
lo que creen."

Después de despedirnos del Capitán y despidirlo con un silbido, Joe me
cuenta un sueño inquietante que tuvo la noche anterior: "Me habían
atrapado y me llevaban a una prisión. Fue un viaje largo. Me llevaban a
una prisión muy, muy lejana. Nos alojamos en un Holiday Inn. Era mi
última noche en un Holiday Inn, y era la última noche que usaba el
teléfono. Lloraba sin parar, y la señora del Holiday Inn me dijo:
«Caramba, cariño, nunca deberías estar triste en un Holiday Inn. Siempre
deberías estar feliz aquí. Sobre todo porque es tu última noche». Y eso
solo empeoró las cosas y lloraba tanto que no podía soportarlo.

Dos semanas después de que salí del apartamento de Joe Engressia,
agentes de seguridad de la compañía telefónica y la policía de Memphis
irrumpieron. Armados con una orden judicial (que dejaron clavada en la
pared) confiscaron todos los aparatos de la habitación, incluido su
teléfono de juguete. Joe fue arrestado y llevado a la cárcel de la
ciudad, donde se vio obligado a pasar la noche, ya que no tenía dinero y
no conocía a nadie en Memphis a quien llamar.

No está claro quién le dijo qué a Joe esa noche, pero alguien le dijo
que la compañía telefónica tenía un caso resuelto en su contra debido a
las revelaciones de actividades ilegales que había hecho a un agente
encubierto de la compañía.

Por la mañana, Joe estaba convencido de que este periodista de Esquire -
con quien había hablado dos semanas antes - era el agente encubierto.
Probablemente albergó malos pensamientos contra alguien a quien no veía
ganarse su confianza, escuchándolo hablar de sus obsesiones y sueños
personales, mientras planeaba encerrarlo.

"De verdad pensé que era un reportero", declaró Engressia al Memphis
Press-Scimitar. "Le conté todo...". Sintiéndose traicionado, Joe
procedió a confesarlo todo a la prensa y a la policía.

Resulta que la compañía telefónica sí usó a un agente encubierto para
atrapar a Joe, aunque no era este reportero de Esquire.

Irónicamente, los agentes de seguridad fueron alertados y comenzaron a
preparar un caso contra Joe debido a uno de sus actos de amor por el
sistema: Joe había llamado a un departamento de servicio interno para
informar que había localizado un grupo de troncales de larga distancia
defectuosas y para quejarse de nuevo del problema del WATS de New
Hampshire/Missouri. A Joe siempre le gustó que las líneas de Ma Bell
estuvieran limpias y respondieran. Un operador de telefonía sospechoso
denunció a Joe a los agentes de seguridad, quienes descubrieron que
nunca le habían cobrado llamada de larga distancia alguna.

Entonces, los agentes de seguridad descubrieron que Joe estaba planeando
uno de sus viajes telefónicos a una centralita local. El personal de
seguridad infiltró a uno de sus agentes en la centralita. Se hizo pasar
por un estudiante de operador de línea y siguió a Joe en una visita
guiada. Fue extremadamente amable y servicial con Joe, llevándolo del
brazo por la oficina. Al terminar la visita, le ofreció llevarlo de
vuelta a su apartamento. De camino, le preguntó a Joe —de técnico a
técnico— sobre "esas cajas azules" de las que había oído hablar. Joe
habló de ellas con total libertad, de su BlueBox y de todas las demás
cosas que podía hacer con los teléfonos.

Al día siguiente, los agentes de seguridad de la compañía telefónica
intervinieron la línea de Joe, y finalmente captaron una llamada ilegal.
Luego solicitaron la orden de allanamiento e irrumpieron por la fuerza.

En el tribunal, Joe se declaró inocente de posesión de una BlueBox y
robo de servicio. Un juez comprensivo redujo los cargos a daños
maliciosos y lo declaró culpable, contenándolo a dos penas de treinta
días a complir simultáneamente, y luego suspendió la pena con la
condición de que Joe prometiera no volver a jugar con teléfonos. Joe
prometió, pero la compañía telefónica se negó a restablecerle el
servicio. Durante las dos semanas posteriores al juicio, no fue posible
contactar con Joe excepto a través del teléfono público de su edificio
de apartamentos, y el casero filtraba todas las llamadas.

El phreak telefónico Carl logró contactar a Joe después del juicio y
afirmó que Joe parecía destrozado por todo el asunto.

"Lo que me preocupa", me dijo Carl, "es que Joe habla en serio esta vez.
Prometió que nunca volverá a hacer phreaking telefónico. Eso es lo que
me dijo, que ha dejado de usar el phreak telefónico para siempre. O sea,
para toda la vida. Dice que sabe que lo van a vigilar tan de cerca el
resto de su vida que nunca podrá hacer nada sin ir directo a la cárcel.
Parecía muy destrozado por toda la experiencia de estar en la cárcel.
Fue horrible oírlo hablar así. No sé. Espero que haya sido que tuviera
que sonar así. Por teléfono, ¿entiende?. Informe que toda la
clandestinidad del phreak telefónico está indignada por el trato que la
compañía telefónica le da a Joe. Mientras Joe tenía puestas sus
esperanzas en su solicitud de trabajo en una compañía telefónica, lo
estaban dilatando, esperando para arrestarlo. Eso me enfurece. Joe se
pasaba la mayor parte del tiempo ayudándolos. Esos cabrones. Creen que
pueden usarlo como ejemplo. De repente, nos están acosando en la costa.
Los agentes están interfiriendo en nuestras líneas. Ayer mismo le
quitaron el silenciador a -------- y le cortaron las líneas. Pero haga
lo que haga Joe, no creo que nos quedemos de brazos cruzados".

Dos semanas después, suena mi teléfono y unos ocho phreaks telefónicos,
uno tras otro, me saludan desde unos ocho lugares diferentes del país,
entre ellos Carl, Ed y el Capitán Crunch. Se ha restablecido una línea
de conferencia telefónica nacional a través de una centralita en
--------, con la cooperación de un operador de línea descontento.

"Tenemos un invitado especial hoy", me dice Carl.

La siguiente voz que oigo es la de Joe. Cuenta con alegría que acaba de
mudarse a Millington, Tennessee, a veinticinco kilómetros de Memphis,
donde una pequeña compañía telefónica independiente lo ha contratado
como reparador de teléfonos. Algún día espera ser solucionador de
problemas de equipos.

"Es el tipo de trabajo con el que soñaba. Se enteraron de mí por la
publicidad que rodeó el juicio. Quizás Ma Bell me hizo un favor al
descubrirme. Tendré teléfonos en mis manos todo el día".

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Nota: Ron Rosenbaum es el autor de The Shakespeare Wars, Explaining
Hitler y How the End Begins: The Road to a Nuclear World War III, donde
exploramos la red de los hackers originales.

Según el obituario del New York Times del fundador de Apple Steve Jobs
tras leer dicho artículo, éste y su socio Steve Wozniak -fundadores de
Apple- "colaboraron en la construcción y venta de cajas azules,
dispositivos ampliamente utilizados para realizar llamadas telefónicas
gratuitas e ilegales. Recaudaron un total de 6.000 dólares gracias a
esta iniciativa".