Maximiliano era una persona de pequeña contextura y de personalidad
introvertida, circunstancias que durante su niñez lo hicieron blanco de
bromas, y forjaron en él cierto resentimiento hacia el prójimo. Pero su
inteligencia era lo que sobresalía.
Terminada la escuela secundaría comenzó a trabajar en un centro de
cómputos, donde aprendió todo muy rápidamente. Poco a poco fue
adquiriendo experiencia, convirtiéndose en una de esas personas que sin
título universitario son excelentes analistas y mejores programadores.
Fue así que en base a sus antecedentes laborales comenzó a trabajar en
una importante agencia de automotores, con un equipo IBM 36 y en
lenguaje BASIC. El sistema de contabilidad general que había en esos
momentos no le gusto porque tenía innumerables deficiencias. Por eso
decidió rehacerlo a su gusto en el mismo lenguaje, tarea que le demandó
mucho tiempo y esfuerzo, pero cumplió su objetivo.
Si bien la perfección no existe, se podía decir que el sistema era casi
perfecto, cubría todas las necesidades del usuario. Lo que no cubría las
expectativas de Maximiliano era su sueldo, pero por su carácter jamas
dijo nada, el sólo esperaba que reconocieran el valor de su trabajo.
Un día, nuestro analista revisaba un programa listador de la
contabilidad, que sumaba todos los recibos de los planes de ahorro, y se
dio cuenta de que totalizaba de menos y que nadie lo noto. Esto era
porque sólo miraban el resultado final y nunca se verificaba la
sumatoria. Fue en ese momento cuando tuvo una idea "genial", para
cobrarse lo que según el le correspondia. Pero para concretarla
precisaba la complicidad de Marta, la cajera de la empresa, que siempre
se estaba quejando de sus necesidades económicas. No se animó a
confiarle su idea hasta el día que la vio realmente apremiada
económicamente. Le dijo que si ella quería dinero, el la podría ayudar.
Cuando cobrara las cuotas de los planes de ahorro para los nuevos
vehículos, en caso de colocar una fecha anterior al año en curso,
siempre tendría un sobrante de caja, y nadie lo notaría. Eso sí, el
sobrante tendría que ser compartido entre los dos.
La duda se instaló en Marta y le hizo muchas preguntas. Las respuestas
eran muy técnicas y no las entendía, lo único que quedó claro era que
"no va a pasar nada, yo se como arreglar todo".
La idea de Maximiliano se basaba en lo siguiente: todo cliente que venía
a pagar se tenia que llevar un recibo. Si este recibo salía mal en el
momento de la impresión, se podía reimprimir, pero la rutina de
reimpresión no realizaba los asientos contables del dinero ingresado,
dado que ya lo había hecho la primera ruitina. Por lo tanto, si se
agregaba al programa una instrucción para que a fecha incorrecta
utilizara la rutina de reimpresión, iba a dar como resultado un recibo
sin imputaciones y que no existiría para la contabilidad. Al no tener
imputaciones eso facilitaba el manejo del dato. El recibo tenia que
existir para mantener correlativos los números, y en caso de un posible
reclamo figurar en los listados, por lo tanto modificó el sistema para
que estos recibos aparecieran en los listados, pero no fueran sumados.
Eso dio los resultados deseados, un sobrante de caja al poner una fecha
incorrecta. También fue necesario arreglar los programas de balance
mensual (cierre de mes). A mediados de año las "modificaciones"
estuvieron listas y las instaló en el sistema. Todo fue bien, a tal
punto que el "prestigioso" analista renuncio al puesto, debido a que iba
a poner una casa de venta de insumos para computación.
Era el mes de diciembre y Maximiliano dejaría de trabajar los primeros
días de enero, por tal motivo la empresa tomo un nuevo empleado para
cómputos, que aprendería la mecánica del sistema junto a él. Previo a su
retiro, el empleado infiel procedió a adelantar la fecha del equipo y
grabar nuevamente todos los programas. En caso de existir algún problema
alegaría que los mismos fueron modificados con posterioridad a su
partida, como los mostraba la fecha de grabación.
Todo parecía ser el crimen perfecto, pero, como veremos, eso no existe.
Los primeros días de Enero el nuevo empleado se hizo cargo del sistema,
y comenzo a trabajar en el balance anual, dado que la empresa "era muy
prolija en su contabilidad". Pronto notó que en los listados anuales no
cerraron los números. Angel, así se llamaba el nuevo empleado, por temor
de haber cometido un error, comenzo un estudio minucioso del sistema,
tarea que le demandó varios días, hasta que vio en el programa de
emisión de recibo la famosa pregunta que si la fecha era incorrecta sólo
imprima y no sume. El nuevo encargado de computos no entendía lo que
pasaba, pero se dio cuenta que estaba ante las pruebas de una estafa.
Avisó a los directivos de la empresa y estos dieron aviso a la policía.
Los investigadores policiales se hicieron presentes, por casualidad el
mismo día que la D.G.I. La empresa dejó a éstos últimos la primera
inspección del sistema contable, manifestando que cumplía con todos los
requisitos exigidos por esa Dirección, haciendo alarde de la prolijidad
del sistema. Cuando le tocó el turno a la policía, lo primero que
hicieron fue restaurar las copias de seguridad, estas tenían las
verdaderas fechas de grabación de los programas, que eran anteriores al
retiro del empleado. Luego inspeccionaron por más de doce horas cada uno
de los programas hasta determinar la operatoria. Se realizó un
inventario sobre la suma robada, y dio un total de U$ 150.000 en los
seis meses de "trabajo" del sistema modificado. La empresa citó a
Maximiliano, sin decirle lo que pasaba. Este pensó que era alguna
consulta sobre el sistema y fue sin sospechar nada. Cuando llegó se
encontro con los investigadores y con la mirada asombrada de sus
compañeros, los que pensaban que ese hombre era incapaz de matar una
mosca.
Permanecio tranquilo durante el interrogatorio policial, creía que
podría excusarse por la fecha de grabación de los programas. Cuando supo
que los backup (copias de seguridad) tenían las fechas ciertas de
grabación se desmoronó, para colmo, Marta estaba siendo interrogada en
otro sector de la empresa y no sabía que pasaba. Ambos terminaron
confesando.
Los estafadores, cajera y analista intentaron disminuir la pena
reintegrando parte del dinero, pero de todas formas fueron detenidos por
la justicia.