#El incordio de Pepito Grillo

Por si alguno no sabe quién es Pepito Grillo -no tiene por qué-, es el nombre con el que popularizó Disney Il Grillo Parlante del Pinochio original de Carlo Collodi. Con este grillo como artefacto narrativo, Collodi intentó resolver el problema de la falta de alma o conciencia de un muñeco de madera y los problemas que le acarrea. Es una especie de conciencia externalizada (un poco como la de todos) que señala el bien y el mal, la verdad y la mentira al nihilista muñeco.

La voz incordiante de Pepito Grillo no deja nunca de recordarnos lo que hacemos bien o mal y, sobre todo, lo que no hacemos o dejamos de hacer para hacer del mundo un lugar más habitable y justo, para evitar la extensión apabullante -en palabras de Labordeta- del crimen y la amenaza...

¿Qué hacer? -preguntamos continuamente a Pepito Grillo - ¿dónde, cuándo, con quién, contra qué? En este mundo exhausto de utopías y revoluciones, con esta condición humana nuestra reacia ya a cualesquiera heroismos, ¿qué hacer? Un amigo profesor, al que habían increpado de pequeño burgués en una asamblea sindical, respondió que nadie elegía realmente el lugar ni las circunstancias en que se desenvuelven nuestras vidas y que allí donde estemos hagamos lo que podamos para hacer un mundo mejor, pequeñas revoluciones cotidianas, con el aliento largo de héroes imposibles.

Juntarnos, acompañarnos, ayudarnos para que ninguno desfallezca y caiga, para no desesperarnos ante la magnitud de los males que nos atenazan. No habrá otra guerra de Troya con su consabido fin, pero sí la labor escondida de abrir grietas en sus murallas, día a día, hora a hora, mano con mano. Tal es la ingente tarea que Pepito Grillo nos pone por delante cada amanecer...