## NOTA FINAL

231. A lo largo de este artículo, hemos hecho
declaraciones imprecisas, otras que debían tener toda
clase de calificaciones y salvedades adjuntas a ellas
y algunas otras, pueden ser terminantemente falsas. A
falta de suficiente información y por la necesidad de
la brevedad se nos hace imposible formular nuestras
afirmaciones más precisamente o añadir todas las
calificaciones necesarias. Y, por supuesto, en una
discusión de esta naturaleza uno tiene que confiar
excesivamente en un juicio intuitivo y eso algunas
veces puede estar mal. Por lo que no pretendemos que
este artículo exprese más que una ruda aproximación a
la verdad.

232. Con todo, estamos razonablemente seguros de que
el boceto general del cuadro que hemos pintado es más
o menos correcto. Hemos retratado al izquierdismo en su
forma moderna como un fenómeno peculiar de nuestro tiempo
y como síntoma del colapso del proceso de poder. Pero
posiblemente podemos estar equivocados sobre esto. Los
tipos sobresocializados que intentan satisfacer su
impulso por el poder imponiendo su moralidad a todo el
mundo ciertamente han estado dando vueltas desde hace
tiempo. Pero PENSAMOS que el papel decisivo jugado por
los sentimientos de inferioridad, la baja autoestima, la
impotencia, la identificación con las víctimas de gente
que no son víctimas, es una peculiaridad del izquierdismo
moderno. La identificación con las víctimas de gente que
no son víctimas se puede ver en cierta extensión en el
izquierdismo del siglo XIX y en el cristianismo primitivo
pero, hasta donde lo podemos explicar, los síntomas
de baja autoestima, etc., no eran casi tan evidentes en
estos movimientos, o en ningún otro, como lo son en el
izquierdismo moderno. Pero no estamos en una posición como
para alegar con seguridad que ninguno de dichos movimientos
haya existido antes junto al izquierdismo moderno. Esta
es una pregunta significativa a la que los historiadores
deberían prestar su atención.