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Retroceso democrático en México: ¿para bien o para mal?
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Todo esto sucede mientras el gobierno avanza en la creación de una estructura clientelar que otorga transferencias en efectivo, sin reglas claras, pero dirigida a acrecentar la popularidad del presidente. Es el caso de programas sociales tales como Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, Programa para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, y las llamadas Tandas del Bienestar.

Aquí la pregunta es si estas señales de deterioro institucional y retroceso democrático pueden entenderse como pasos previos a la puesta en marcha de una nueva y más auténtica democracia en México. El gobierno así lo dice y algunos analistas afines a él han sugerido fijarnos en el caso de Franklin D. Roosevelt, presidente de los Estados Unidos entre 1933 y 1945, a quien AMLO califica como “el mejor presidente que ha tenido EE.UU. en toda su historia”. En su época, Roosevelt fue acusado de albergar tendencias autoritarias, pero hoy es reconocido como un líder que salvó la democracia en su país en tiempos muy complicados a través de su New Deal. ¿Será que lo que vemos hoy en México es comparable? ¿Estamos en el inicio de un nuevo régimen más democrático, o decididamente ante un regresión autoritaria?

Lo primero es saber que la respuesta a esta pregunta no es sencilla. La politóloga de Oxford, Nancy Bermeo, lo señala en su artículo “On Democratic Backsliding”, en donde afirma que los retrocesos democráticos tienden a ser ambiguos[2]. Ello sería particularmente cierto cuando los partidarios del retroceso cuentan con apoyo popular o intentan abrir el juego democrático a actores que son o se sienten políticamente excluidos. Por ello, Bermeo sugiere que aquellos que se oponen al retroceso deben evitar considerar a sus adversarios como parciales hacia el autoritarismo. Como ella lo explica, los retrocesos democráticos buscan socavar un conjunto específico de instituciones democráticas, pero éstas no las únicas posibles ni necesariamente las mejores. Ciertamente, incluso aquellos que vemos con preocupación los acontecimientos en México, podemos imaginar mejores y más eficientes autoridades electorales.

La idea de que un líder populista como AMLO haga de revulsivo a una democracia estancada ha sido defendida por Camila Vergara, catedrática de leyes en la Universidad de Columbia. Vergara señala que este tipo de liderazgos tienen el potencial de profundizar la democracia, pero si y sólo si logran romper el control de las élites económicas sobre las instituciones públicas y devolverlas al “pueblo” en forma de comunas u organismos de representación a ras de suelo. No es la única académica que apoya esta idea. Hélène Landemore, politóloga de Yale, señala algo similar en su libro “Open Democracy: Reinventing Popular Rule for the Twenty-First Century”, en donde describe a las instituciones democráticas modernas como lugares “cerrados y vigilados” donde “sólo ciertas personas, con el traje, el acento, la riqueza y las conexiones adecuadas, son bienvenidas”[3].

[1] Url: https://www.opendemocracy.net/es/retroceso-democratico-mexico-para-bien-para-mal/