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Paisaje con hierbas curativas: Ensayo de la escritora ucraniana Yulia Stakhivska [1]

['Global Voices Central', 'Eastern Europe']

Date: 2025-07-23

Escrito por Yulia Stakhivska

Traducido del ucraniano por Iryna Tiper y Filip Noubel

Esta historia forma parte de una serie de ensayos escritos por artistas ucranianos titulada “Cultura recuperada: Voces ucranianas que dan forma a la cultura ucraniana”. Esta serie se produce en colaboración con la Asociación Folkowisko/Rozstaje.art, gracias al cofinanciamiento de los Gobiernos de República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia, a través de una subvención del Fondo Internacional de Visegrado. La misión del fondo es promover ideas para una cooperación regional sostenible en Europa Central.

Inicialmente, era solo un departamento. Luego se convirtió en restaurante, después en panadería y, un buen día, se abrió allí una librería. La librería “Ye” es una gran cadena de librerías con presencia en toda Ucrania y que ha generado mucho entusiasmo. Me siento nostálgica porque en mi primer trabajo tenía una tarjeta de presentación que me identificaba como “gestora artística” de la primera librería de esa misma cadena, cerca de la Puerta Dorada de Kiev.

¿Qué libro debería escoger? El sitio donde fueron enterradas las víctimas de la masacre de Bucha está cerca. Recuerdo Paisajes Envenenados de Martin Pollack, colección de ensayos que muestra cuán engañosos pueden ser los paisajes y que cuentan historias sobre Auschwitz, Katin, Babi Yar … La guerra continúa en las placas conmemorativas con los nombres de los muertos. Busco imágenes de hierbas curativas que puedan ‘sanar’ el paisaje».

Les hablaré de las ciudades al oeste de Kiev que se hicieron mundialmente conocidas en 2022 a raíz de la tragedia producida por la invasión rusa a gran escala: Bucha, Irpín, Hostomel, Vorzel, lugares con historia y tradiciones artísticas, no solo “paisajes mutilados”.

Cuando observo la pintura La Anunciación (1909) del impresionista ucraniano Oleksandr Murashko, noto la baranda de madera de una antigua casa de campo y recuerdo a su tío, Mykola Murashko, fundador de la Escuela de Dibujo de Kiev, que vivió y está enterrado en Bucha. Muy cerca vivía Witold Kaminsky, un hidroterapeuta de origen polaco. Su casa y la antigua clínica de hidroterapia donde ejercía, en la calle Saksaganskoho de Kiev, siguen en pie.

Este es un video sobre la pintura:

La artística familia Murashko era amiga de otros veraneantes, como la familia Bulgakov, en particular de Mikhail Bulgakov, futuro escritor ruso. ¡Qué visiones y destinos tan contrastantes tuvieron! El prorruso Bulgakov partió de la región de Kiev en un viaje que culminó en Moscú, mientras que a Oleksandr Murashko lo mataron en 1919 en Kiev, durante la invasión bolchevique, cuando Ucrania volvía a defender su soberanía. De nuevo, un fragmento del pasado, pero la memoria nos devuelve lo más importante: las maravillosas pinturas de los artistas. Como dice el lema latino: vita brevis, ars longa (la vida es breve, pero el arte es largo).

Me gusta visitar exposiciones en la Galería de Arte Kosenko, cerca del parque de Bucha. La última tenía un aire neoimpresionista, con paisajes idílicos. ¿Un intento de disfrazar la guerra? ¿Una distracción? No, simplemente la simultaneidad de los tiempos: no habrá otra vida más que esta, así que, ¿por qué renunciar a la exposición? Seguimos viviendo, incluso durante las incursiones aéreas, o sobre todo en momentos como estos. Nuestros paisajes necesitan hierbas curativas que nos consuelen.

Este es el punto de entrada hacia lo más importante en Bucha, mi ciudad: el parque. Una combinación de paisajes inspirados en las tradiciones de los jardines franceses e ingleses, con canales, estanques con patos, flores, árboles viejos, atracciones, picnics, conciertos (como el Festival Internacional de Opereta O-Fest, a principios de junio). He escrito más de un texto en la terraza del pequeño restaurante que hay allí, un lugar donde se dan los primeros pasos, uno se echa en el pasto, nada o anda en bicicleta.

Para locales y visitantes, este es un lugar potente. La huella de las esquirlas en el malecón no debería cambiar eso. Al contrario, la gente ha regresado y, aunque vive en peligro, encuentra fuerza en lo que le inspira. No se trata de un consejo sobre resiliencia; es una práctica que puede convertirse en recuerdo: un recuerdo vívido y brillante, con la etiqueta de «sueño de Bucha», lleno de luz veraniega y risas infantiles a la sombra de un viejo roble. Debajo de ese árbol hay una escultura, algo como un “Espíritu del Parque”, cuyo rostro recuerda a un escultor local famoso.

Por supuesto, ahora todo se percibe distinto. El cartel “Desminado. XOXO”, dejado por zapadores ucranianos en una cerca, me conmueve y me llena de calor humano. Comprendo, sin embargo, que es posible que incomode a otros. Algunos vecinos de Bucha no regresaron debido a esta encrucijada emocional. Otros, no volvieron por razones prácticas. Es el caso de mis amigos, los poetas y traductores Daryna Gladun y Lesyk Panasiuk, que ya no viven físicamente en su apartamento; fue ocupado y destruido por soldados rusos. Pero han “vuelto a habitarlo” a través de sus textos y de una instalación artística.

Hay mucho en mi mapa artístico personal que habla de la cultura actual. Por ejemplo, el cuento corto “Mujer extraterrestre” de la reconocida escritora ucraniana Oksana Zabuzhko que escribió en la Casa de Escritores de Irpín. O la institución soviética de la Casa de la Creatividad, en aquel entonces un espacio para escritores y traductores, hoy un mito literario que vuelven a visitar artistas contemporáneos. Maryna Hrymych creó una serie de novelas que retratan, en particular, el círculo literario de Irpín. Ahora, cerca de los edificios abandonados de escritores, hay un parque con esculturas temáticas y senderos cubiertos de escombros, que inevitablemente conducen a la dacha de Chokolov, construcción de principios del siglo XX, propiedad de Ivan Chokolov, empresario de Kiev. Las autoridades soviéticas la nacionalizaron y en 1936 la entregaron a la Unión de Escritores, institución que reunía a escritores soviéticos prominentes y les brindaba apoyo económico y de otro tipo. Algunos de los autores de más edad aún la habitan ocasionalmente.

Diversos personajes tomados de libros “caminan” por las calles de Irpín. Uno de los más entrañables es el espíritu del bosque de Irpín: Ommm, protagonista de los libros de Tasha Torba. Se esfuerza por sanar las heridas de la ciudad, ayudan a personas y animales. Se le encuentra en la Librería del Bosque en el parque Central de Irpín o en el espacio artístico de Lisova 3.

Este espacio fue fundado por la diseñadora Svitlana Hryb y el director de cine Serhiy Spizhovyi. Reciclan objetos para crear maravillosas lámparas, instalaciones y mosaicos con fragmentos de azulejos. Fueron de los primeros en Irpín en ofrecer talleres de apoyo psicológico para desplazados y residentes de la región de Kiev. Se formó aquí una comunidad artística, con actividades y encuentros como la exposición “Irpín. Historias gráficas” de estudiantes de la Academia Nacional de Bellas Artes y Arquitectura, que conocieron la ciudad a mediados de 2024 y luego crearon sus propias historias sobre el lugar. Los que más sufrieron en Bucha fueron las personas, hay pocas ruinas, ya que los rusos no ocuparon por completo la ciudad. Pero hubo intensos combates que dañaron muchas casas. En una de esas casas, el artista británico Banksy dibujó una gimnasta que hace equilibrio sobre el cráter dejado por una bomba.

En Vorzel, el espíritu de balneario se ha conservado mejor. Digo “el antiguo” porque muchas de las dachas que aparecen en postales sepia del siglo pasado se convirtieron tristemente en sanatorios soviéticos abandonados o han sido transformadas y son irreconocibles. Pero una tuvo suerte, y por partida doble, pues sobrevivió hasta 2022. Es la finca de Natalia Tereshchenko, descendiente de una familia de mecenas ucranianos. La finca se llama casa Uvarov, pues Natalia fue esposa del conde Uvarov. Esta casa, bellamente restaurada, con un capitel, alberga ahora un museo con una exposición sobre la familia Tereshchenko, una sala dedicada a la vida en la dacha, un aula escolar (el edificio albergó una escuela en la década de 1920) y una exposición modesta dedicada al escritor Valerian Pidmohylny, figura clave de la literatura ucraniana del siglo XX, que murió durante las purgas estalinistas en la década de 1930. Dejó huella en la historia literaria ucraniana con su prosa psicológica y urbana, especialmente con la novela La ciudad (1928).

El museo también tiene una sala de conciertos dedicada a Borys Lyatoshynsky, representante del modernismo musical ucraniano. Entre sus alumnos estaban los compositores vanguardistas Leonid Hrabovsky y Valentin Silvestrov. En Vorzel existía una casa para compositores con espacios destinados a su trabajo y allí trabajaba Lyatoshynsky en su dacha.

La casa del compositor Igor Poklad se alza como eco de la tradición musical de Vorzel. El 7 de noviembre de 2024, se estrenó en cines ucranianos la película Bucha, basada en hechos reales (se estrenó mundialmente en el Festival de Cine de Varsovia). Una de las escenas más importantes se filmó en esta casa. Oficiales rusos irrumpen en la dacha y ponen un disco con música de un dibujo animado sobre cosacos ucranianos. Luego uno se sienta al piano e intenta tocar, pero el comandante lamenta que hayan dejado evacuar a un compositor. Después de todo, según la narrativa rusa, no debería haber compositores ucranianos, ni ucranianos en absoluto. El subordinado pide ansioso que toque y él interpreta a Tchaikovsky; todo termina con un brindis por la cultura rusa. Al retirarse, los rusos dejan una granada dentro del piano. No es un truco cinematográfico. Algunos residentes encontraron “recuerdos” así en sus pianos, tras la liberación.

Hoy, Vorzel también trata de vivir “como antes”: la gente visita el museo, el árbol de tulipanes, el hotel junto al lago o el espacio de trabajo compartido Workit. En una tarde de verano, Vorzel me suena a una noche entre pinos, con un dejo de amargura.

Incluso cuando no vivía en Bucha, sabía que cerca, en Hostómel, había un aeropuerto que albergaba el avión de carga más grande del mundo, con el tierno nombre de Mriya, que en ucraniano significa “sueño”. De Hostómel solo sabía que era la ciudad más antigua de la región, fundada en el siglo XV, y que allí había una vieja iglesia de madera. También allí, el pueblo militar cercano al aeropuerto quedó muy afectado en 2022 durante encarnizados combates.

The Mriya plane [the world's largest plane, stationed in Ukraine, and destroyed in 2022 during Russia’s full-scale invasion] flies over the Giardini gardens, but does not cast a shadow. It is not known what will happen in Giardini that day, and fortunately no one knows this.

[END]
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[1] Url: https://es.globalvoices.org/2025/07/23/paisaje-con-hierbas-curativas-ensayo-de-la-escritora-ucraniana-yulia-stakhivska/

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