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En Burundi, un régimen en crisis y jóvenes que huyen en masa del país [1]

['Afrique Xxi']

Date: 2025-07-15

Este artículo se publicó originalmente en Afrique XXI. Global Voices reproduce este artículo en virtud de una asociación editorial.

En Burundi, una profunda crisis económica y política obliga a miles de jóvenes desesperados a salir del país y buscar nuevas oportunidades en los países limítrofes.

Después de mucho tiempo de estar abandonada y sombría, no puede pasar desapercibido el auge actual de Guitega, capital política de Burundi ubicada en el centro del país, de donde es originario Évariste Ndayishimiye, presidente desde 2020. Ahora, Guitega parece aprovechar muchos efectos combinados, histórico-políticos y geográficos: tras la construcción de nuevos hoteles por todos lados, la inauguración de nuevos negocios, particularmente tiendas de materiales de construcción, ahora el ruido cotidiano de sirenas se turna para hacer avanzar a un ministro que va a una conferencia, a un alto oficial del Ejército que va a visitar su granja o a una alta autoridad del partido gobernante, Consejo Nacional de Defensa de la Democracia-Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD), a su regreso de una reunión política.

La duda sobre este esplendor llega cuando se lleva la mirada de las grandes obras de construcción hacia los ciudadanos comunes y corrientes, en las calles o en las colinas. Delante de Matergo, centro de Guitega, se suceden autoridades, diplomáticos, hombres de negocios…. Dos vehículos están estacionados uno al lado de otro, con los depósitos de combustible abiertos. Un hombre está parado entre los dos autos, vacía uno y llena otro. Por temor por su seguridad, un transeúnte gira la cabeza a derecha e izquierda, para asegurarse de que sus palabras no caigan en oídos indiscretos, y susurra:

Le deal doit être intéressant, susurre un passant. L’acheteur lui a peut-être proposé cinq fois le prix normal, voire plus. C’est le nouveau business ici, si tu as une voiture. Tu fais la queue durant des jours à une station et si tu as la chance d’avoir le carburant, tu le revends à quelqu’un qui n’a pas ce courage. C’est cela le Burundi aujourd’hui. Mon pays va vraiment mal !

En el país, hasta las calles parecen tener oídos. Decir que el país está mal, que la vida de los ciudadanos está en punto muerto a causa de una escasez generalizada de combustible que ya tiene tres años, es desafiar la narrativa oficial, la de un país donde todo fluye. Ciertamente, solo puede haber alegría en el «jardín del Edén», como Evariste Ndayishimiye ha bautizado valientemente a Burundi.

Burundi es un país bajo estricta vigilancia. Las elecciones legislativas y comunales del 5 de junio se llevaron a cabo en un contexto de cierre político: la mayor parte de los opositores políticos están en el exilio desde hace diez años, y quienes quedan el país están casi totalmente neutralizados. El resultado es que el gobernante CNDD-FDD ha obtenido el 100% de los escaños en la Asamblea Nacional, una cifra al estilo norcoreano hasta entonces nunca obtenido por ningún otro partido desde que se introdujo el multipartidismo, en la década de 1990.

En las calles, la tensión es palpable. Centenares de imbonerakure, jóvenes del partido gobernante, a quienes Naciones Unidas califica de milicias, van con ropa deportiva, a veces armados, corean cánticos marciales, mientras la Policía hace controles minuciosos. Los rumores de rebeldes burundeses que se habrían infiltrado en el país avanzan a paso firme. La Policía busca escondites de armas bajo los asientos de los vehículos, en los maleteros, por todos lados. Hay que recordar el contexto regional con el movimiento rebelde M23, con el apoyo de Ruanda, según varios informes de Naciones Unidas, en las puertas de Buyumbura, capital económica de Burundi. La rebelión controla ya la ciudad de Bukavu, además de Goma, capitales respectivas de Kivu del Sur y de Kivu del Norte, que forman la provincia del este de República Democrática del Congo. Bukavu está a cuatro horas por carretera de Buyumbura.

El régimen burundés, cuyas relaciones diplomáticas con Ruanda son continuas desde hace casi diez años, teme que se exporte la guerra del este de República Democrática del Congo a su territorio. La amenaza es más fuerte que nunca desde 2015, cuando centenares de miles de burundeses optaron por el exilio, después de la decisión de Pierre Nkurunziza (muerto en 2020) de postular a un tercer mandato y la crisis política que conllevó. Ruanda acogió a gran parte de esos refugiados. Desde entonces, Guitega acusa constantemente a Kigali de albergar rebeldes quieren derrocar al régimen.

Curiosamente, no buscan solo armas. La cerveza también está en la mira, sea la que sea: Primus o Amstel, los productos de Brarudi, la principal cervecería, y la más antigua del país. Igual que el combustible, encontrar Brarudi es como buscar una aguja en un pajar. De ser la bebida más accesible por años, ha pasado a ser un producto de lujo que solo hay en los grandes hoteles. Y el Estado ha emprendido la dura tarea de regular su distribución. Una periodista que siguió la campaña electoral, dijo:

Brarudi es el mayor contribuyente del país. Pagó 68 000 millones de francos de impuestos en 2024, más de 19,8 millones de euros (23 millones de dólares). En 2024, anunció escasez de malta, materia prima indispensable para fabricar sus bebidas, a causa de una «falta de divisas». Burundi está clasificado como el décimo sexto país más pobre del mundo, por encima de Sudán del Sur, solo tiene la ayuda internacional, principalmente de la Unión Europea, como principal fuente de divisas. Este apoyo terminó en 2016 tras la negativa del régimen de dialogar con sus opositores.

El país tiene una economía nacional en agonía (el 87% de la población vive con menos de 1,6 euros o 1,87 dólares al día, según el Banco Mundial), y problemas de mal gobierno, sobre todo en casos de gran corrupción y malversación cuyo alcance se ignora con exactitud. En 2023, con su condena a prisión perpetua por tentativa de golpe de Estado, se supo que el ex primer ministro Alain-Guillaume Bunyoni tenía cerca de 150 casas, solo en Burundi. Si se agrega un contexto político inestable, el régimen de Évariste Ndayishimiye, ya afectado por guerras internas entre poderosos generales, parece de enfrentar un doble riesgo: desplome económico del país y su propio desplome político.

Para la población, lo que está en juego es más que la sobrevivencia económica, como explica un analista que pidió permanecer anónimo:

Les Burundais sont en principe habitués à vivre du peu qu’ils ont. Le Burundi n’a jamais été un pays développé avec toute l’abondance qui va avec. Mais cela n’a jamais été vu comme la fin du monde par la population locale. Aujourd’hui, le grand défi est que le pays devient de plus en plus invivable. Plus d’espoir d’avenir pour les jeunes qui fuient tous azimuts le pays. Il n’y a pas très longtemps, c’était inconcevable de voir un homme avec des petits-enfants laisser sa famille derrière lui et quitter le pays. Les Burundais sont très attachés à la famille. Malheureusement, son tissu se déchire de plus en plus. Le régime a infiltré jusqu’à la cellule familiale. On souffre, on ne peut même pas en parler, même pas chez soi. L’espionnage est arrivé jusque dans les ménages.

[END]
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[1] Url: https://es.globalvoices.org/2025/07/15/en-burundi-un-regimen-en-crisis-y-jovenes-que-huyen-en-masa-del-pais/

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