(C) Global Voices
This story was originally published by Global Voices and is unaltered.
. . . . . . . . . .



En Irán, las minorías perseguidas también pueden convertirse en perseguidoras [1]

['Fred Petrossian']

Date: 2024-08-05

En los últimos 40 años, la República Islámica de Irán ha reprimido sistemáticamente e infligido violencia contra las minorías religiosas. Sin embargo, algunas de las minorías y comunidades oprimidas también han adoptado comportamientos similares y se han convertido en opresoras de otros grupos, pisotean los derechos de otras minorías y usan una narrativa similar de «nosotros» contra «ellos» para rechazarlas o incluso etiquetarlas como «impuras».

La discriminación afecta principalmente a las comunidades religiosas, como baha'is, cristianos conversos, zoroastrianos, madanios, judíos, sunitas, derviches gonabadi y seguidores de la religión Yarsan (Ahl-e Haqq), y han llamado la atención de organizaciones internacionales, incluida Naciones Unidas. Pero la doble discriminación de minorías por otras minorías es mucho menos conocida y se habla menos al respecto.

Además del islam, las únicas religiones reconocidas en Irán son el zoroastrismo, el cristianismo (menos los conversos) y el judaísmo. La fe yarsan, no reconocida en la Constitución iraní, enfrenta una severa discriminación. Al igual que muchos otros ciudadanos iraníes, incluidos bahá'ís, cristianos conversos y mandeos, a los yarsanis el Gobierno iraní no los consideran ciudadanos legítimos, sino más bien «fantasmas». Se estima que esta comunidad tiene entre uno y tres millones de personas, la mayoría de las cuales viven en provincias occidentales, predominantemente kurdas.

Los problemas de discriminación de los yarsanis se extienden más allá de la represión gubernamental. También los discriminan otros ciudadanos, como los kurdos sunitas, que a su vez sufren discriminación y represión sistemática del Estado por prejuicios religiosos y étnicos.

Behnaz Hosseini, investigadora y autora de numerosos libros sobre minorías en Irán, Irak y Afganistán, dijo a Global Voices vía WhatsApp que tanto «los chiítas azeríes como los fanáticos kurdos sunitas etiquetan a los yarsanis como ‘impuros’. Este fanatismo religioso, profundamente arraigad0, ha obligado a algunos yarsanis a abandonar sus ciudades natales».

El Estado iraní ha alimentado esta situación para su beneficio. Taimoor Aliassi, cofundador y director ejecutivo de la Asociación de Derechos Humanos en el Kurdistán (KMMK-G), con sede en Suiza, dijo a Global Voices vía WhatsApp que «El régimen está desempeñando un papel enorme en dividir a estas comunidades. Por ejemplo, el régimen respalda y apoya a los musulmanes radicales contra los seguidores de la fe yarsani kurda, e intenta dividir a los kurdos para debilitar sus inspiraciones y demandas de identidad étnica».

Al 2020, Irán tenía entre ocho y diez millones de kurdos, o aproximadamente el 10% de los 84 millones de personas de Irán.

Constatina Badea, profesora de psicología social en la Universidad Paris Nanterre, explica en una entrevista por correo electrónico:

In societies where a particular religion is officially approved and dominant, individuals belonging to that religion may still feel superior to other religious groups, even if they become atheists or non-believers. This sense of religious superiority can persist after a change in religious identity. Similarly, persecuted religious minorities may carry feelings of repression and inferiority in a secular society.

Basándose en el concepto de violencia simbólica, Badea argumenta que «estas dinámicas están profundamente arraigadas en todos los grupos. Las minorías perseguidas pueden replicar el comportamiento opresivo que viven, lo que perpetúa ciclos de represión y discriminación dentro de sus comunidades». La violencia simbólica se refiere al hecho de quienes experimentan violencia la internalizan y perciben el orden social existente como neutral e inevitable.

Alguna minorías están tan reprimidas que sus casos rara vez se mencionan. los zikris, comunidad religiosa clandestina en Beluchistán de Irán, ejemplifican esta situación. A los zikris, se les considera parte de una secta sufí dentro del islam, son predominantemente hablantes de baluchí que viven a lo largo de la frontera entre Pakistán e Irán.

Enfrentaron conflictos con los sunitas en la década de 1930, lo que llevó a muchos a abandonar su tierra natal en Irán. Para chiítas y sunitas, los zikris son considerados heréticos. Irónicamente, algunos baluchíes sunitas, que han enfrentado décadas de discriminación interseccional en Irán por su etnia y religión. Se han convertido en perseguidores de los zikris por razones religiosas. Nasser Boladai, secretario general del Partido Popular de Beluchistán, dijo a Global Voices, que el Estado iraní parece haber utilizado este conflicto entre zikris y sunitas para convertir a los zikris en chiítas.

El ciudadano iraní Murad contó a Iranwire, medio con sede en el Reino Unido que informa sobre política y sociedad de Irán, que los zikris fueron atacados por musulmanes sunitas y por el Gobierno central chiíta, lo que llevó a algunos a convertirse al islam, como hizo su padre.

Algunas minorías adoptan, en la práctica y también en el discurso, parte de la retórica divisiva del Gobierno, categorizan a los ciudadanos como internos y externos. Algunos pastores conversos al cristianismo en el extranjero “demonizan” el islam o invitan a las audiencias a elegir entre «un Dios que ama a los iraníes», en referencia al «Dios de la Biblia» y «un Dios que no», en referencia implícita al «Dios del islam», lo que perpetúa una mentalidad de «nosotros contra ellos» e ignora la diversidad multicultural y religiosa del país.

A pesar de estas declaraciones y afirmaciones divisivas, muchos cristianos iraníes, en la palabra y en la práctica, dentro y fuera del país, apoyan a los presos políticos, los derechos de las mujeres, y otras minorías perseguidas, como los bahá'ís dentro del movimiento «mujeres, vida, libertad», y más allá.

Parece que la estructura de la discriminación religiosa se extiende más allá del Gobierno y ha echado raíces en la sociedad, así como se abordan los problemas raciales en la en la teoría crítica de la raza. Badea explica además:

Critical race theory was originally developed by legal scholars and examines how racism and racial inequality are embedded in legal, political, and economic structures in the United States. According to this theory, racism is not just the product of individual prejudice; it is rooted in the functioning of society and its institutions. Furthermore, dominant historical and cultural narratives often ignore or downplay the contributions of racial minorities. The testimonies and experiences of people of color are considered essential to understanding and combating racism.

This theory suggests that laws and civil rights are not enough to eliminate racism, emphasizing that deeper reforms are needed. It is possible that in current Iranian society, members of religious minorities face systematic discrimination in access to employment, education and public services. Individuals in Iran may experience multiple layers of discrimination based not only on their religious affiliation, but also on their gender, social class, and political orientation. Listening to and valuing these voices would allow us to better understand systemic injustices and find appropriate solutions.

[END]
---
[1] Url: https://es.globalvoices.org/2024/08/05/en-iran-las-minorias-perseguidas-tambien-pueden-convertirse-en-perseguidoras/

Published and (C) by Global Voices
Content appears here under this condition or license: https://globalvoices.org/about/global-voices-attribution-policy/.

via Magical.Fish Gopher News Feeds:
gopher://magical.fish/1/feeds/news/globalvoices/