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El Tecolote: Carta a Un Juez de Inmigración por Margot Pepper [1]
['Margot Pepper']
Date: 2007-03-09 06:09:15+00:00
Published in El Tecolote March 8, 2007
Soy una maestra bilingüe de la escuela Rosa Parks en
Berkeley. Hoy es Día de San Valentín. Hoy fué el último día
con uno de mis mejores estudiantes, Gerardo Espinoza. Su
papá recibió una orden de deportación y va a llevarse a la
familia a México para acatar la ley. Gerardo es un admirable
niño de siete años, con grandes ojos cafés, una pequeña
nariz, labios llenos y cachetes rosados como bebé — el tipo
de niño que los japoneses dibujan. Siempre usa una gorra.
El comportamiento de Gerardo y su hermano Felipe, a quien
le dí clases hace casi una década, ha sido un ejemplo para
todos, incluyéndome a mí misma. Cada vez que tenía un
estudiante problemático, lo sentaba en grupo junto a
Gerardo o Felipe por un mes y su comportamineto cambiaba
tremendamente. Yo atribuyo el excelente comportamiento
de los hermanos en gran parte a la unidad de la familia,
especialemte al cuidado amoroso de su madre, Norma,
quien siempre pasa la hora de comida con Gerardo.
Su Señoría, no entiendo porque a Gerardo y José se les
niegan sus derechos como ciudadanos de los Estados
Unidos a la educación y a sus padres. Porque, de acuerdo a
la ley, se les obliga a escoger. Mis colegas y yo los veíamos
recibiendo becas para U.C. Berkeley, lo cual los elevaría a
una clase media. Como los niños, los padres también son un
modelo a seguir — me gustaría decir ciudadanos ejemplares
— pero también éso se les negó. Su señoría probablemente
está al tanto de que los noticieros denunciaron a su antiguo
abogado, Walter Pineda, de defraudar a inmigrantes y de
ayudar en sus deportaciones. El fué expulsado de la barra de
abogados el 1 de noviembre del 2006, Barra Estatal No.
97293.
El señor Felipe Espinoza ha vivido en los Estados Unidos
por 20 años. Su esposa Norma ha vivido aquí por 14. El Sr.
Felipe ha trabajado de cinco a seis días a la semana en
lugares como Skates by the Bay y una fundidora de
Oakland. Hoy, cuando vino a la fiesta de despedida de
Gerardo, en la cual los otros estudiantes le leyeron sus
trarjetas de San Valentín como despedida, le comenté que
no lo había visto desde la conferencia de Felipe Junior una
decada atrás. El Sr. Felipe aún se ve igual: como un
banquero o profesional bien presentable. “He estado
trabajando,” dijo, lo cual yo sé es una subestimación. El es
el único que trabaja en una familia de cinco, seis si
incluímos a su antiguo y muy caro abogado, Pineda.
El Sr. Felipe siempre ha hecho las cosas bien, siempre ha
pagado sus impuestos, la registración y aseguranza de su
carro. Siguió los requisitos de la ley al aplicar para la
ciudadanía. Y ésto, su señoría, es lo que yo no entiendo. De
acuerdo a SF Weekly (The Asylum Trap por Eliza
Strickland, Mayo 10, 2006) los inmigrantes tienen más
probabilidades de pasar por el ojal de una aguja que de
recibir asilo o residencia. Sólo 34 aplicaciones de asilo
fueron aprobadas a inmigrantes mexicanos en todo el país.
El abogado de San Francisco Enrique Ramírez indica que
los inmigrantes también pueden aplicar para la residencia a
través de las visas de trabajo o peticiones por familiares que
son residentes. El Sr. Espinoza fué mal informado por
Pineda, aparentemente al igual que muchos otros, al creer en
el “perdón de los diez años,” o la cancelación de
deportación, a pesar de que, como ya sabemos, menos de
4,000 de éstos casos han sido aprobados cada año. Ahora yo
le pregunto, ¿cuál es el objetivo de un sistema que castiga a
la mayoría de aquellos que tratan de seguir lo que marca la
ley y la cual beneficia a aquellos que logran mantener su
identidad fuera de la luz?
Los Ezpinozas cumplían con dos de los tres requisitos para
la cancelación de la deportación del Sr. Espinoza a México:
1) 10 años de presencia continua en los Estados Unidos, y
2) prueba de “buena conducta moral” incluyendo un récord
criminal limpio. Pero Pineda no se molestó en convencer al
juez que la deportación de Felipe Espinoza causaría 3)
“inusual daño excepcional y extremo” a su conyuge, padre,
o hijo que sea ciudadano de los Estados Unidos o un
residente permanente — o sea Gerardo y su otro hijo José.
Los abogados de inmigración me han informado que el Sr.
Espinoza probablemente perdió su apelación porque los
jueces de inmigración creen que los derechos de Gerardo
como ciudadano no son violados ya que él es libre de
quedarse en el país solo — en una casa de crianza temporal.
(Su mamá nunca ha trabajado y su papá no los podría
mantener desde México). Los abogados me dicen que
ningún juez de inmigración reconocería que el remover a un
niño de sus padres y ponerlo en una casa de crainza
temporal sea un “inusual daño excepcional y extremo.” Su
Señoría, ¿se han endurecido usted y sus colegas? Será que
ustedes creen que un trauma como ése no es “inusual”
porque ustedes han originado que situationes tan horrendas
sean normales entre la población, en lugar de ser la
excepción?
De ser así, querido juez de inmigración, mi pregunta para
usted es, ¿cómo puedo enseñar sobre derechos de igualdad y
libertad de expresión y todas las cosas que la Constitución
se supone que defiende, y que el nombre mismo de la
escuela representa, cuando el padre de mi estudiante es
deportado sólo porque el color de su piel es oscura? Tanto
mis estudiantes latinos como los blancos son ciudadanos de
los Estados Unidos. Así que, ¿cómo le explico a mi clase
que uno tiene derecho a tener su familia en los Estados
Unidos y los otros ciudadanos no? ¿Usted cree que ellos van
a entender por que los papás de Gerardo no pueden recibir
su ciudadanía en un país en el que han vivido por 20 años y
en el cual nacieron sus hijos, sin embargo está bien que
ciudadanos estadounidenses compren terrenos en la playa en
la tierra natal de los Espinoza? ¿Usted cree que ésta
situation va a convencer a mis estudiantes y sus familias que
los Estados Undios es un modelo de democracia para el
resto del mundo?
Su Señoría, yo le pregunto, ¿que están haciendo usted y sus
colegas para destruír o fomentar estos sueños e ideales?
La última vez que ví a Gerardo le pregunté si le podía
grabar en video para poder recordarlo. El aparece de pie
bajo las letras que dicen Rosa Parks School y recita de
memoria el juramento de nuestra escuela, en el cual él y yo
todavía confiamos:
“Hasta el día de hoy, yo creo que nosotros estamos en el
planeta tierra para vivir, crecer y hacer lo que podamos para
que éste sea un mundo mejor para que TODA la gente
disfrute de libertad.”
Me gustaría terminar con un poema que Gerardo le escribió
a sus papás de regalo de Navidad.
8
Feliz Día de San Valentín.
Sin tí
Oh Mamá y Papá
sin tí,
nunca podría
cocinar o comer tus enchiladas otra vez;
ya no jugaríamos juntos a los “trenes”
ni iríamos al parque
sin tí.
Sin tí,
no podría divertirme;
no podría ni sentir la brisa
nunca más,
o amar;
no tendría a nadie con quien jugar
sin tí.
Sin tí, estaría tan solo como un bebé
abandonado
que llora solo en la casa,
tan triste como una pequeña ave
que ya no puede cantar.
© Gerardo Espinoza, 7 años de edad, diciembre 2006.
Escrito en una tarjeta de navidad para sus padres.
Margot Pepper es una periodísta y escritora cuyo trabajo ha
sido publicado internacionalmente por Uthne Reader, el
Guardian de San Francisco, City Lights, Montlhy Review,
Hampton Brown y otros. Su libro, Al Otro Lado de la Pared:
Un Año en la Habana, fué nominado para el premio
American Book 2006.
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