Articles on St Therese (in Spanish)

En la siguiente secci�n presentamos dos art�culos en Espa�ol sobre
Sta. Teresita del Ni�o Jes�s y la Sta. Faz


1.-Sta Teresita del Ni�o Jes�s nos ense�a la Santidad al alcance
de todos

2.-Esp�ritu y Apostolado: Sta. Teresita y San Francisco Javier
(patrones de las misiones)

STA. TERESITA DEL NI�O JESUS
NOS ENSE�A LA SANTIDAD AL ALZANCE DE TODOS

Actualmente se habla mucho de espiritualidad y de formas y metodos
de oraci�n. Muchos sectores de nuetra sociedad en medio del
consumismo y materialismo, buscan llenar el vac�o existential con
metodos orientales de meditaci�n y ejercicios mentales. Es un
impulso del hombre de hoy que busca 'trascender', "busca a Dios",
aunque no de la forma correcta ni tampoco sencilla.

Sta. Teresita del Ni�o Jes�s vivi� la espiritualidad m�s sencilla,
la que nos ense�a Nuestro Se�or Jesucristo en los Evangelios:
"dejen que los ni�os vengan a M� y no se los prohiban, porque de
ellos es el reino de los cielos".(Mat 19:14). Ella vivi� una vida
sencilla pero de gran santidad. Esta palabra 'santidad' nos suena
hoy en d�a como algo del pasado o para la monjitas. Decir que, -yo
quiero ser santo-, no agrada a los o�dos de los dem�s, puede
parecer locura o presunci�n y sin embargo todos estamos llamados a
la 'santidad'. Cada uno se preguntar�, pero c�mo puedo ser santo
en esta sociedad y en el estado de vida que hemos optado, como en
el matrimonio, en la familia, en el trabajo, en la vida diaria y
ordinaria?, en que consiste la santidad?.

Sta. Teresita vivi� su santidad de forma tan sencilla y nos ha
dejado sus escritos donde podemos aprender y desear ser santos
como un d�a ella escribi�: 'quiero ser santa!'.

Sta. Teresita naci� en Alen�on, Francia el 2 de enero de 1873,
bautizada con el nombre de Mar�a Francisca Teresa Martin. Sus
padres Luis Martin y Celia Guerin, ambos cuando j�venes desearon
ingresar a la vida religiosa, pero Dios les ten�a otros planes,
formar una familia con buenas bases cristianas; de hecho sus cinco
hijas ingresaron a la vida religiosa. El nombre de sus hijas
fueron: Mar�a, Paulina, Leonia, Celina y Teresita. Leonia ingreso
al Convento de la Visitaci�n, las dem�s al Carmelo Descalzo.

Teresita queda huerfana de madre a los tres a�os de edad, sus
hermanas se encargan de su educaci�n y formaci�n cristiana. Este
es un ejemplo de c�mo la formaci�n de los padres en el hogar,
hacia los hijos es tan importante para forjar buenos cristianos.

Teresita vivi� una infancia con momentos muy felices sobre todo
siendo la 'consentida' de su padre, pero tambien tuvo momentos
dif�ciles, como la larga enfermedad que no pod�an entender los
medicos de su epoca. Teresita es curada milagrosamente al ver como
una peque�a estatua de la Virgen Mar�a se transformaba y se
llenaba de una hermosura sorprendente, -ella nos relata que- la
Virgen respiraba bondad y ternura inefables, pero lo que le lleg�
hasta el fondo de su alma fue la encantadora sonrisa de la
Sant�sima Virgen, a partir de entonces qued� curada de su terrible
enfermedad.

A los catorce a�os, envuelta en un mar de escr�pulos, y despues de
pedirle mucho a Nuestro Se�or Jesucristo que la curara, recibe de
nuevo la salud el d�a de Navidad, esta gracia la llamar�,'la
gracia de Navidad' .

Inmediatamente despues de esta gracia y curaci�n, recibe el
llamado de Dios hacia el Carmelo. Ella no puede dudar, pero le
pide a Dios que le confirme lo que ella desea. Dios le da la se�al
que le pide y le confirma su vocaci�n que la quiere para El, en la
vida religiosa, ofreciendo sus oraciones y sufrimientos para la
conversi�n de los pecadores.

Teresita le pidi� a Dios por la conversi�n de un criminal
condenado a muerte y que no daba ninguna se�al de arrepentimiento.
Dios la escucha y le responde. En el �ltimo momento hastes de ser
ejecutado, el hombre se lanza hacia el crucifico del sacerdote que
antes hab�a rechazado, lo besa y le pide perd�n a Dios.

Con esta prueba ella no dudar� m�s que Dios la llama al Carmelo
donde nos dice ella misma - 'he venido al Carmelo para salvar
almas y rogar especialmente por los sacerdotes'.

Por su corta edad (quince a�os) le niegan la entrada al Convento,
pero ella llena de amor por Dios, visita al obispo, quien le niega
el ingreso al Carmelo, pero ella hace un viaje a Roma con su pap�
para hablar con el Papa Leon XIII, quien le dice: 'se har� lo que
Dios quiera'. A su regreso a Lisieux encuentra los permisos
requeridos y entra al Carmelo Descalzo el 9 de abril de 1888.

Su vida en el Carmelo fue de un grand�simo amor a Dios con una
vida de gran sencillez, humildad, servicialidad y amabilidad con
sus compa�eras, en especial con aquellas que no la trataban bien,
ella nos dice en sus escritos:'desde el principio encotre mas
espinas que rosas, el sufrimiento me habri� los brazos y yo lo
acepte con amor'.

Sufri� diferentes pruebas espirituales y comienza el calvario de
su enfermedad (tubercol�sis) el 3 de abril de 1896, en un viernes
santo. Enfermedad que la ir� acabando durante a�o y medio, pero
que fortalecer� su voluntad y amor a Dios, aceptando su dolor con
paciencia y amor, por la salvaci�n de las almas.

El jueves 30 de septiembre de 1897 por la tarde hacia las siete y
veinte muere Sta. Teresita despues de una agon�a de dos d�as. Sus
�ltimas palabras despues de aceptar seguir sufriendo por salvar
almas fueron:

Oh le amo, Dios mio te amo!!!...

Despues de estas palabras tocaron las campanas para reunir a la
comunidad y fueron testigos del extasis de la santa moribunda.

En las �ltimas Conversaciones nos relatan: " Su rostro hab�a
recobrado el color que ten�a cuando gozaba de plena salud, sus
ojos estaban fijos en lo alto, refulgentes de paz y de alegr�a.
Hacia ciertos movimientos de cabeza como si Alguien la hubiera
herido divinamente con una flecha de amor y luego retirarse la
flecha para volver a herirla de nuevo,... Hna. Maria de la
Eucarist�a acerc� una vela para ver de cerca su sublima mirada. A
la luz de la vela no hab�a ninguna reacci�n en sus pupilas, ella
segu�a viendo hacia lo alto sonriendo..., y despues exhal� el
�ltimo suspiro conservando su sonrisa."

Muchos se preguntaran, que tendr� que ene�arnos una monja que
muere a los veinticuatro a�os. Yo les digo que mucho!!!. Sus
ense�anzas revolucionaron a la Iglesia de su tiempo y lo sigue
haciendo. Muchos religiosos, sacerdotes, le debemos nuestra
vocaci�n; muchos matrimonios, j�venes y gente soltera ha
encontrada en ella un ejemplo de vivir su vida cristiana con
humildad, sencillez y sobre todo con un inmenso amor y confianza
en Dios.

Sta Teresita es patrona de la Misiones, C�mo? Se preguntar�n
muchos, si nunca sali� del convento. Pero ella supo aprovechar el
valor de la oraci�n y el sacrificio ofrecidos a Dios por el bien
de los dem�s. Esta es la raz�n de ser de la vocaci�n a la Vida
Contemplativa, vivir en amorosa y constante intimidad con Dios.
Quiero usar un ejemplo, una imagen de la Vida Contemplativa.

Es como una buena madre que por amor a su hijo enfermo se queda en
casa cuid�ndolo, no teniendo ninguna valor para ella las fiestas y
compromisos sociales, porque es m�s fuerte el amor.

En la vida Contemplativa, la persona constantemente acompa�a a
Jes�s, si no enfermo de alguna enfermedad, si sediento de amor,
pidiendonos amor por lo mucho que nos ama y a quien solo le damos
desprecios e ingratitudes. Esta fue la queja de amor, que Nuestro
Se�or Jesucristo le hizo a Sta Margarita Mar�a de Alacoque cuando
le mostr� su Sagrado Coraz�n, y la misma queja de amor que nos
sigue haciendo hoy, d�a a d�a.

Los pilares que sostienen la doctrina de Sta. Teresita es el Amor
y Confianza en Dios. La mayor gracia de su vida fue entender la
Misericordia de Dios hacia los peque�os y pobres, porque son los
que m�s reciben de Dios. Nos da ejemplo su simplicidad en la vida
de oraci�n, con confianza total y absoluta en Dios. Adem�s confiar
y creer en Dios era para ella, esperar contra toda deseperanza
sabiendo que es Dios quien nos hace perfectos no por nuestras
propias obras o meritos, sino en dejarnos guiar por El.

Ella encontr� y defini� su misi�n en la Iglesia y nos dice: "mi
vocaci�n, por fin la he encontrado, .... MI VOCACION ES EL AMOR.
Si he encontrado mi lugar en la Iglesia, y eres tu Dios quien me
di� este lugar, en el coraz�n de la Iglesia, mi Madre, yo sere el
AMOR."

Igual que Sta. Teresita todos y cada uno de nosotros, tenemos una
misi�n en la Iglesia, en el pueblo de Dios, que El mismo nos ha
elegido para llevarla a cabo y nos ha dado las capacidades y
aptitudes para ello, Dios no nos env�a a la guerra sin fusil.

Sta. Teresita comenz� su misi�n en la tierra ofreciendo su oraci�n
y sacrificio por salvar almas. Ella estaba segura que despues de
su muerte seguir�a trabajando por la salvaci�n de todos nosotros.
Ella escribi�: 'Ahora que muera, mi misi�n comenzar� hare caer
sobre la tierra una lluvia de rosas (de gracias) para todas las
almas, para que amen y hagan amar a Dios. (1)

Heriberto Monroy OCD

ESPIRITU Y APOSTOLADO

San Francisco Javier y

Santa Teresita del Ni�o Jes�s y de la Sta. Faz

Por una coincidencia oportuna en el a�o de 1952 se celebraron las
fiestas conmemorativas de acontecimietnos respectivos a la histoia
de estos dos santos admirables.

San Francisco Javier mor�a el 3 de diciembre de 1552 con sus
anhelos de penetrar en el vasto imperio de China y llevar la Cruz
del Evangelio a aquellas regiones inmensaas. Hace un poco m�s de
cuatroscientos a�o.

San Francisco lleva su corona de santidad esmaltada con su t�tulo
patronal de las misiones. Pero no est� solitario. El d�a 14 de
diciembre de 1927 S.S. P�o XI declaraba patrona universal de las
misiones y misioneros del mundo entero a Santa Teresita del Ni�o
Jes�s. Con motivo de que se celebraron en 1952 las bodas de plata
de su patronato, y en 1997 que celebraremos el Centenario de su
muerte y entrada triunfal en el Cielo.

Una ligera mirada a su esp�ritu abrir� panoramas inmensos a
nuestros ojos. Sus ense�anzas ser�n luminosas para las necesidades
y preocupaciones de hoy. Uni�n al parecer, extra�a. Junto al
"Valiente Capit�n de Dios", "el intrepido ap�stol de las Indias y
del Jap�n", que recorre regiones y latitudes sin descanso por
llevar e mensaje de Cristo, la humilde Carmelita, escondida en un
Carmelo Frances, humanamente impotente, muerta a la joven edad de
veinticuatro a�os. Pero las obras de Dios no pueden apreciarse con
solos ojos humanos. Dios se vale de instrumentos debiles para
hacer grandes cosas. Y el valor de las obras no est� solo en la
grandeza de su materialidad, sino principalmente en el esp�ritu
que las impulsa e informa.

San Javier es el hombre de celo abrasado que cuanto m�s terreno
por roturar encuentra m�s se abrasa. Las dificultadses y
obst�culos aminoran sus frutos, al menos aparentes, pero aumentan
sus anhelos y ansias de conquista de almas para Cristo. Goa,
Pesqueria, Travancor, las Molucas, Malaca, Meliapur, Yamaguchi,
Bungo... son testigos de su impaciencia evangelica y de us
prodigiosa actividad.

San Javier es el taumaturgo, el evangelizador, el que bautiza y
adoctrina, el que establece nuevas cristiandades, el que siente
deseos de una locura santa par clamar por tierras europeas la
necesidad de operarios misioneros, pues "muchos cristianos se
dejan de hacer en estas partes por no haber personas que en tan
p�as y santas cosas se ocupen", es el que con sus dones
carism�ticos acredita y afianza su apostolado, el que con su tacto
admirable sabe acomodarse a todos para ganarlos a todos, el que
escribe al Rey de Portugal, a Ignacio de Loyola, a Roma impulsado
siempre por su ardor apost�lico, sacrificado, animoso,
emprendedor. Pide oraciones, pide misioneros. Las Indias y el
Jap�n hab�an presenciado el espect�culo maravilloso de su celo.
Pero a su coraz�n endiosado no le basta; hace tiempo que se siente
atra�do por el vast�simo imperio de China y se propone emprender
su conquista espiritual. La aventura es atrevida y heroica, pero
no importa. Tienta todos los medios,sus ansias son viv�simas, el
amor de Cristo le urge... Pero otros eran los pensamientos de
Dios. La isla de Sanci�n, ya a las puertas de la imperial China,
recoge el �ltimo suspiro y la mirada de despedida, entrevelada por
la neblina de una ilusi�n tronchada. Su coraz�n ya no era de este
mundo. Ten�a cuarenta y seis a�os.

Su muerte parec�a sellada con el estigma de una fracaso, pero la
realidad era muy otra. Lo ha observado S.S. P�o XII: Una muerte
tal tiene un valor espiritual que no se agota; el valor del don
total de la vida por aquellos a quienes se ama -y noexiste mayor
amor-, valor de ejemplo para tantas almas de ap�stoles que le han
seguido y le seguir�n en la carrera misionera.

Pero aun humanamente sobrecoge la admiraci�n al contemplar las
vastas regiones por el evangelizadas. Porque no se trata de una
larga vida,con toda clase de elementos y ayudas, con la facilidad
de comunicaciones modernas del siglo XX, se trata sencillamente de
unos dos lustros y con escasos recursos humanos y con los viajes
del siglo XVI. Mas recordemos que sus triunfos no son humanos, son
triunfos divinos. Como dir� el: "Dios es el que mueve a que vengan
a su conocimiento". No obstante, la historia ah� tiene una vida
que se consume por su ideal, una vida con ansias infinitas del
triunfo de Cristo en el mundo. Es mediado el siglo XVI.

Nos hemos trasladado al siglo XIX. Una monja pasea solitaria por
el patio del Carmelo de Lisieux. Va pensativa y es joven. Su
obsesi�n es el amor. Amar, ser amada y hace amar al AMOR. Siente
vocaci�n de guerrero, de sacerdote, de ap�stol, de doctor, de
m�rtir... Sus anhelos apost�licos son desbordantes: "Quisiera
recorrer la tierra, dice, predicando vuestro Nombre y plantando,
Amado m�o, en tierra infiel vuestra gloriosa Cruz. Mas no me
bastar�a una sola misi�n, pues desear�a poder anunciar a un tiempo
vuestro Evangelio en todas las partes del mundo, hasta en las m�s
lejanas islas. Quisiera ser misionera, no s�lo durante algunos
a�os, sino haberlo sido desde la creaci�n del mundo y continuar
siendolo hasta la consumaci�n de los siglos." (H.A.,XI)

Sus aspiraciones son incontenibles, un verdadero martirio. Un d�a
venturoso abre las Ep�stolas de San Pablo que le dan soluci�n
satisfactoria. Comprende que su vocaci�n es el amor. Su coraz�n
hab�a encontrado la paz. Su vocaci�n ser� el amor, pero amor
te�ido con dolor, pues el verdadero amor se alimenta de
sacrificios.

Ya antes de entrar en el Carmelo, un domingo de julio de 1887, al
contemplar la sangre preciosa que cae a la tierra, en una estampa
de Jes�s Crucificado, hab�a sentido algo nuevo. Su esp�ritu parece
o�r el grito de Jes�s moribundo: Sed tengo!, y su coraz�n se
enciende en un ardor viv�simo para ella hasta entonces
desconocido. Se siente devorada por la sed de almas y a todo
trance querr�a arrancar de las llamas eternas a los pecadores.
Dios le depara en Pranzini su "primer hijo" y desde entonces cada
d�a aumenta m�s en ella el deseo de salvar las almas. Ya en mayo
hab�a pedido entrar en el Carmelo. Sabe que all� podr� cumplir
fielmente su vocaci�n. Ella declarar� m�s tarde antes de profesar:
He venido al Carmen "para salvar almas y, sobre todo, para rogar
por los sacerdotes" (H.A.,VII). "Si he escogido una vida tan
rigurosa, escribir� al P. Belliere, noes para expiar mis pecados,
sino los del pr�jimo". Y al Padre Roulland: "Sere dichosa
trabajando con usted por la salvaci�n de las almas. Estos mismos
deseos fueron los que me impulsaron a abrazar la rigurosa vida del
Carmen Descalzo; no pudiendo ser misionera de vida activa, lo que
querido ser por el amor y la penitencia como mi Ser�fica Santa
Teresa..."

En el claustro carmelitano, escondida a las miradas del mundo,
s�lo atenta a Dios, ser� la gran misionera. Todos sus deseos se
centran en el amor. Amor a Jes�s y hacerle amar. Y esto no por
unos cuantos a�os; quisiera misionar hasta la consumaci�n de los
siglos. Por eso jam�s se arrepentir� de haber trabajado �nicamente
para salvar almas, aunque a consecuencia de ello tenga que estar
en el Purgatorio. Y tendr� aquel atrevido pensamiento escribiendo
al P. Roulland:" La �nica cosa que deseo es hacer amar a Dios; y
confieso que si en el cielo no pudiera trabajar por su gloria,
preferir�a el destierro a la patria."

Es idea que le embelesa. Dice a Celina:"En la noche de esta vida
s�lo debemos hacer una cosa: amar a Jes�s con toda el alma y
salvar almas que le amen...Oh, hacer amar al Amor!" Si desea ir a
Cochinchina es para "Sufrir mucho por Dios", "para estar sola".
Reconoce que Dios no necesita de nuestras obras y est� segura que
ella no prestar�a servicio algunno, "pero sufrir�a y amar�a. Es
esto lo que tiene Valor" a los ojos de Dios.

A las puertas ya de la muerte s�lo en este ideal misionero, en esa
sed de almas, encuentra la explicaci�n de los terribles
sufrimientos que padece; pero, sin embargo, no se arrepiente de
haberse entregado al AMOR. En el cielo desear� lo mismo que en la
tierra: "Amar a Jes�s y hacerle amar".

Su vida terrena pas� fugaz, pero su estela permanece brillante. Y
no es ya s�lo la santa enamorada y recostada en los brazos de
Jes�s, es la gran misionera, la patrona universal de las misiones
cat�licas. Ella comprendi� el verdadero apostolado y lo practic� y
sigue practicando. Por eso la Santa Sede, guiada por el Esp�ritu
Santo, la declar� patrona universal de las misiones y misioneros
del mundo entero, al igual que San Francisco Javier.

Dos vidas con un identico ideal, pero con modalidades, al parecer,
inconciliables. No obstante, el observador atento pdr� ver un
luminoso punto de contacto. Y es que, aunque por caminos diversos,
es siempre el mismo esp�ritu el que dirige y marca la ruta de cada
alma. Es la unidad en una variedad maravillosa. Quitad, si no, el
amor ardiente a Jes�s, el celo por la salvaci�n de las almas, la
abnegaci�n y desprendimiento de lo humano, la confianza en Dios, y
no tendremos ni al intrepido ap�stol de las Indias y del Jap�n, ni
tampoco a la Santa de Lisieux; no ser�n patronos de las misiones;
es m�s: ni misioneros verdaderos. No habr�a subsuelo que hace
fructificar, faltar�a la savia que ha de dar vigor y lozan�a a
todas las actividades y apariencias humanas.

En eso que tienen de caracter�stico y diferencial todav�a
podr�amos contemplar algo propio suyo, en alguna manera
incomunicable, y algo extensible a todos o una mayor�a
considerable. San Francisco Javier siempre ser� jesu�ta y Sta.
Teresita del Ni�o Jes�s, siempre ser� Carmelita Descalza. Es algo
que no pudo faltar en su vida. Pero, al lado de esto y
compenetrado con ello, hay algo que no se circunscribe a sus
respectivas familias religiosas, ni a un com�n denominador de
todos los santos. Sin embargo, no vamos a exponer aqu� estos
puntos. Nos detendremos tan s�lo en deducir algunas consecuencias
pr�cticas.

Sin circunscribirnos al terreno estrictamente misional, San
Francisco Javier tiene su palabra que decir a los ap�stoles del
siglo XX. Su vida, aunque lejana, puede vivificar el apostolado de
nuestros d�as y comunicarle brioso empuje. No es cosa nueva, pero
es realidad vivida.

1. San Javier es el hombre que no se aterra ante las dificultades
y obst�culos que se presentan a

su apostolado. Nunca se deja dominar por el desaliente o el
pesimismo. Es la primera lecci�n. Ante las escandalosas
defecciones, ante el materialismo y la inmoralidad que avanzan,
ante el m�s descarado nudismo, engendro monstruoso del
materialismo y del hedonismo m�s bestial y salvaje, ante el
enemigo que destruye a troncha esperanzas y labor de siglos, ante
el zarpazo del comunismo ateo que amenaza, es oportuno recordar el
esfuerzo y la intrepidez de San Francisco Javier. Morir, s�;
retroceder, jam�s.

2.

San Javier es el hombre que pone en acci�n los medios que est�n a
su alcance, haciendose a todos para llevarlos todos a Cristo. Es
la segunda lecci�n. Si ante el principe Outsi Yositaka de
Yamaguchi se presenta con boato y ostentaci�n, no es porque San
Javier guste de ello, es que en ello ve un medio de conseguir su
intento de introducir el mensaje de Cristo. Hoy hay muchos medios
que podr�n ser utilizados para el apostolado. Hemos de
convencernos que los adelantos de la ciencia no pueden dejarse
inactivos poruqe los hijos de las tinieblas los aprovechen para el
mal. No es t�ctica el contentarse con lanzar anatemas cosntra el
abuso de los medios de progreso. Lo mejor ser� prevenir y
contrarrestrarle con un justo empleo para el bien. La mera
negaci�n no conduce a nada. Si se cierra un horizonte hay que
abrir otro. Aun los recursos, m�s o menos acaparados por la
filantrop�a, prestar�n gran servicio al apostolado. Hermosas
consignas ha dado para las misiones S.S. P�o XII en la Enc�clica
"Evangelii Praecones". No perdamos la ocasi�n y el tiempo.

3.

Recordemos finalmente la tercera leccion de San Javier. Es
important�sima y aunque vieja, siempre nueva. Todo este elemento
externo ha de ir vivificado por algo sobrenatural. Ha de ser
impulsado por el amor de Dios, el celo autentico por la salvaci�n
de las almas y por los intereses de Jesucristo. Como ha dicho el
Santo Padre P�o XII: "El apostolado es en s� mismo fruto de la
caridad: del amor a Dios, que se quiere sea glorificado en cada
alma; del amor al pr�jimo que se ans�a part�cipe del Sumo Bien;
expresi�n de la caridad, el apostolado se realiza y valora en la
misma caridad."

Ni ha de ser una intrepidez y optimismo naturales, sino basados en
una gran confianza en Dios. San Javier puso todos los medios
humanos, pero su esperanza estaba en Dios. Esto es muy ignaciano y
muy cristiano.

Por lo dem�s, diremos con el mismo Santo Padre: San Francisco
Javier "desde el centro de la cristiandad, con el brazo
levantado... contin�a llamando hacia s� a los corazones generosos.
Jam�s una prudente organizaci�n de su trabajo misionero hubiera
tenido el efecto de esta gran llama de amor que le devor� en
algunos a�os y que brilla para siempre en las playas del Extremo
Oriente."

Su esfuerzo magn�nimo y su celo inquebrantable est�n perennemente
reprochando la negligencia de unos y alentando el esp�ritu
abnegado y apost�lico de otros. Y par todo cristiano est� el
ejemplo de un hombre que se consagr� plenamente a su ideal
misionero sin reservas personales ni ego�stas.

Tambien Sta Teresita del Ni�o Jes�s tiene lecciones estupendas que
ofrecer a nuestra generaci�n. Su �mbito es de una ecumenidad
sencilla y grandiosa y su ense�anza hondamente enraizada en las
verdades del dogma cat�lico. Como ha dicho P�o XII: Nada "es m�s
apto que el dogma de la comuni�n de los Santos para inculcar
convenientemente al pueblo cristiano la utilidad y la importancia
del deber misionero." (Enc�cl. "Evangelii praecones"). Al penetrar
este dogma, encontramos realidades maravillosas. Por haberse
centrado tan perfectamente en el la Santa de Lisieux nos ofrece un
apostolado tan di�fano y universal. Es la primera ense�anza
teresiana: el apostolado es para todo cristiano. Lo ha proclamado,
adem�s, expresamente S.S. el Papa P�o XII:

1.

"Todo verdadero cristiano deber�a ser en alg�n modo ap�stol, y, si
se ha reservado a un peque�o n�mero partir hacia lejanos pa�ses,
la Patrona de todas las misiones, Santa Teresita del Ni�o Jes�s,
nos ense�a a hacer de nuestra vida cristiana de todos los d�as una
ofrenda apost�lica altamente meritoria y eficaz."

El apostolado en sentido estricto ya nos ha dicho el mismo Santo
Padre que no es para todos, en el discurso al I Congreso Mundial
del Apostolado de los seglares (14 de octubre de 1951).

La Santa dir� gr�ficamente a Leonia: "Nodescuidemos ning�n
sacrificio: es todo tan grande en la vida religiosa!... Recoger un
alfiler por amor, puede convertir un alma" .Nuestra vida
cotidiana, la de todo cristiano, puede ser un costante apostolado.

2.

Santa Teresita del Ni�o Jes�s nos impele a un esp�ritu misionero
total, ecumenico, no restringido por el tiempo o el espacio. En su
apostolado interior, cifrado ante todo en sufrir y amar ba�ados en
plegaria constante, encuentra el resorte del exito. Es ese
"esp�ritu de oraci�n y sacrificio sin el que la Iglesia no puede
florecer y extenderse". (P�o XII,discurso citado del 28 de abril).
Ella dir� a Celina_ Que misterio! Si un simple suspiro puede
salvar a un alma. Que no podr�n los sufrimientos?.. No se los
neguemos a Jes�s". A la misma recomendar� vivamente el apostolado
de la oraci�n. Y como corona de todo, el ammor, que es el que
impulsa movimiento a todos los miembros, que si faltase ya no
anunciar�an los ap�stoles el Evangelio, ni los m�rtires derramar�n
su sangre. Ese amor que encierra todas las vocaciones, que lo es
todo, que abarca todos los tiempos y lugares porque es eterno
(H.A.,XI) La joven monja no puede predicar el Evangelio, ni
derramar su sangre, pero ama por los que combaten. Amor que ser�:
"No escatimar el menor sacrificio, no dejar perder ninguna
palabra, ninguna mirada, aprovechar las menores acciones y
ejecutarlas todas por amor".

Todo cristiano puede realizar esto, y no est� restringido al
apostolado externo de una comarca o de una localidad. Es obra del
esp�ritu, no circunscrita por la materia. Este apostolado llega al
hermano de enfrente, a los que nos rodean, al descarriado, al
hereje de all� de la frontera (o de ac�), al infiel de allende los
mares, a todas partes. Es que toca al mismo coraz�n del Cuerpo
M�stico de Cristo, que es el que da vigor a todo apostolado en el
tiempo y en el espacio.

3.

Una tercera ense�anza de actualidad viv�sima y de m�xima urgencia
queremos recordar. Es el esp�ritu misionero sacerdotal o a favor
del sacerdote. Es una de las facetas del esp�ritu contemplativo
apost�lico de la Reformadora del Carmen, y que hasta su viaje a
Roma le hab�a sido imposible comprender a la hija del se�or Mart�n
Boureau. Con esta ocasi�n comentar� despues alborozada:"Oh Madre
m�a,que hermosa es nuestra vocaci�n! A nosotras, al Carmen,
corresponde conservar la sal de la tierra. Ofrecemos nuestros
sacrificios y oraciones por los ap�stoles del Se�or; nosotras
mismas debemos ser sus ap�stoles, mientras evangelizan ellos con
sus palabras y ejemplos las almas de nuestros hermanos." (H.A.,
VI)

4.

Pero si este es el fin del Carmen Reformado, no es cosa
irrealizable fuera de los muros del monasterio. Siempre ha sido
necesario este apostolado, pero hoy quiz� m�s que nunca. Ante la
escasez del clero, y ante el ataque cerrado y admirablemente
organizado dle enemigo de Dios, es necesario inculcar a los fieles
este apostolado sacerdotal. Sacerdotes sabios y santos ser�n la
sal de la tierra.

Recordar el esp�ritu y las lecciones de San Javier y de Santa
Teresita e imprimirlos enel pueblo, es una manera excelente de
renovar la vida del cristianismo autentico.

Referente a las misiones, lo ha afirmado categ�ricamente el Santo
Padre P�o XII en su enc�clica "Evangelii praecones": "Afirmanos
solemnemente a todos los ministros de la Iglesia, para todos
ustedes, que el esp�ritu misionero produce frutos preciosos de
renovaci�n de la fe en las almas de los fieles, y que cunto m�s
crece el amor hacia las misiones, tanto m�s aumenta el fervor de
la vida cristiana."

Revista de Espiritualidad,OCD

No.45 A�o xi, 1952. Madrid

1. 1..* Para aquellos que se interesen en conocer mas a detalle su
vida pueden adquirir 'Historia de un Alma' de Sta. Teresita o
'Manuscritos Autobiograficos'.