AVISOS ESPIRITUALES
�NDICE DE LOS AVISOS ESPIRITUALES
1. Dichos de luz y amor
2. Puntos de amor, reunidos en Beas
3. Avisos copiados por Magdalena del Esp�ritu Santo, en Beas
4. Avisos conservados por la M. Mar�a de Jes�s
5. Avisos procedentes de Antequera
6. Otros avisos recogidos por la edici�n de Gerona
---------------------------------------------------------
1. Dichos de luz y amor
PR�LOGO
Tambien, �oh Dios y deleite m�o!, en estos dichos de luz y amor de
ti se quiso mi alma emplear por amor de ti, porque ya que yo,
teniendo la lengua de ellos, no tengo la obra y virtud de ellos,
que es con lo que, Se�or m�o, te agradas, m�s que con el lenguaje
y sabidur�a de ellos, otras personas, provocadas por ellos, por
ventura aprovechen en tu servicio y amor, en que yo falto, y tenga
mi alma en que se consolar de que haya sido ocasi�n que lo que
falta en ella halles en otros.
Amas t�, Se�or, la discreci�n, amas la luz, amas el amor sobre las
dem�s operaciones del alma. Por eso, estos dichos ser�n de
discreci�n para el caminar, de luz para el camino y de amor en el
caminar.
Quedese, pues, lejos la ret�rica del mundo; quedense las parler�as
y elocuencia seca de la humana sabidur�a, flaca e ingeniosa, de
que nunca t� gustas, y hablemos palabras al coraz�n ba�adas en
dulzor y amor, de que t� bien gustas, quitando por ventura delante
ofend�culos y tropiezos a muchas almas que tropiezan no sabiendo,
y no sabiendo van errando, pensando que aciertan en lo que es
seguir a tu dulc�simo Hijo, Nuestro Se�or Jesucristo, y hacerse
semejantes a el en la vida, condiciones y virtudes, y en la forma
de la desnudez y pureza de su espir�tu. Mas dala t�, Padre de
misericordias, porque sin ti no se har� nada, Se�or.
1. Siempre el Se�or descubri� los tesoros de su sabidur�a y
esp�ritu a los mortales; mas ahora que la malicia va descubriendo
m�s su cara, mucho los descubre.
2. �Oh, Se�or Dios m�o!, �quien te buscar� con amor puro y
sencillo que te deje de hallar muy a su gusto y voluntad, pues que
t� te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean?
3. Aunque el camino es llano y suave para los hombres de buena
voluntad, el que camina caminar� poco y con trabajo si no tiene
buenos pies y �nimo y porf�a animosa en eso mismo.
4. M�s vale estar cargado junto al fuerte que aliviado junto al
flaco: cuando est�s cargado, est�s junto a Dios, que es tu
fortaleza, el cual est� con los atribulados; cuando est�s
aliviado, est�s junto a ti, que eres tu misma flaqueza; porque la
virtud y fuerza del alma en los trabajos de paciencia crece y se
confirma.
5. El que solo se quiere estar, sin arrimo de maestro y gu�a, ser�
como el �rbol que est� solo y sin due�o en el campo, que, por m�s
fruta que tenga, los viadores se la coger�n y no llegar� a saz�n.
6. El �rbol cultivado y guardado con el beneficio de su due�o, da
la fruta en el tiempo que de el se espera.
7. El alma sola, sin maestro, que tiene virtud, es como el carb�n
encendido que est� solo: antes se ir� enfriando que encendiendo.
8. El que a solas cae, a solas se est� ca�do y tiene en poco su
alma, pues de s� solo la f�a.
9. Pues no temes el caer a solas, �c�mo presumes de levantarte a
solas? Mira que m�s pueden dos juntos que uno solo.
10. El que cargado cae, dificultosamente se levantar� cargado.
11. Y el que cae ciego, no se levantar� ciego solo; y, si se
levantare solo, encaminar� por donde no conviene.
12. M�s quiere Dios en ti el menor grado de pureza de conciencia
que cuantas obras puedes hacer.
13. M�s quiere Dios en ti el menor grado de obediencia y sujeci�n
que todos esos servicios que le piensas hacer.
14. M�s estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad y al padecer
por su amor que todas las consolaciones y visiones espirituales y
meditaciones que puedas tener.
15. Niega tus deseos y hallar�s lo que desea tu coraz�n. �Que
sabes t� si tu apetito es seg�n Dios?
16. �Oh dulc�simo amor de Dios, mal conocido! El que hall� sus
venas descans�.
17. Pues se te ha de seguir doblada amargura de cumplir tu
voluntad, no la quieras cumplir, aunque quedes en amargura.
18. M�s indecencia e impureza lleva el alma para ir a Dios, si
lleva en si el menor apetito de cosa del mundo, que si fuese
cargada de todas las feas y molestas tentaciones y tinieblas que
se pueden decir, con tal que su voluntad razonal no las quiera
admitir. Antes el tal entonces puede confiadamente llegar a Dios
por hacer la voluntad de Su Majestad, que dice: Venid a m� todos
los que est�is trabajados y cargados y yo os recreare (Mt.11,28).
19. M�s agrada a Dios el alma que con sequedad y trabajo se sujeta
a lo que es raz�n, que la que, faltando en esto, hace todas sus
cosas con consolaci�n.
20. M�s agrada a Dios una obra, por peque�a que sea, hecha en
escondido, no teniendo voluntad de que se sepa, que mil hechas con
gana de que las sepan los hombres. Porque el que con pur�simo amor
obra por Dios, no solamente no se le da nada de que lo vean los
hombres, pero ni lo hace porque lo sepa el mismo Dios; el cual,
aunque nunca lo hubiese de saber, no cesar�a de hacerle los mismos
servicios con la misma alegr�a y pureza de amor.
21. La obra pura y entera hecha por Dios en el seno puro hace
reino entero para su due�o.
22. Dos veces trabaja el p�jaro que se asent� en la liga, es a
saber: en desasirse y limpiarse de ella. Y de dos maneras pena el
que cumple su apetito: en desasirse y, despues de desasido, en
purgarse de lo que de el se le peg�.
23. El que de los apetitos no se deja llevar, volar� ligero seg�n
el esp�ritu, como el ave a que no falta pluma.
24. La mosca que a la miel se arrima impide su vuelo; y el alma
que se quiere estar asida al sabor del esp�ritu impide su libertad
y contemplaci�n.
25. No te hagas presente a las criaturas si quieres guardar el
rostro de Dios claro y sencillo en tu alma; mas vac�a y enajena
mucho tu esp�ritu de ellas y andar�s en divinas luces, porque Dios
no es semejante a ellas.
Oraci�n del alma enamorada.
26. �Se�or Dios, amado m�o! Si todav�a te acuerdas de mis pecados
para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios m�o, tu
voluntad, que es lo que yo m�s quiero, y ejercita tu bondad y
misericordia y ser�s conocido en ellos. Y si es que esperas a mis
obras para por ese medio concederme mi ruego, d�melas t� y
�bramelas, y las penas que t� quisieras aceptar, y h�gase. Y si a
las obras m�as no esperas, �que esperas, clement�simo Se�or m�o?;
�por que te tardas? Porque si, en fin, ha de ser gracia y
misericordia la que en tu Hijo te pido, toma mi cornadillo , pues
le quieres, y dame este bien, pues que t� tambien lo quieres.
�Quien se podr� librar de los modos y terminos bajos si no le
levantas t� a ti en pureza de amor, Dios m�o?
�C�mo se levantar� a ti el hombre, engendrado y criado en bajezas,
si no le levantas t�, Se�or, con la mano que le hiciste?
No me quitar�s, Dios m�o, lo que una vez me diste en tu �nico Hijo
Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgare
que no te tardar�s si yo espero.
�Con que dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios
en tu coraz�n?
27. M�os son los cielos y m�a es la tierra; m�as son las gentes,
los justos son m�os y m�os los pecadores; los �ngeles son m�os, y
la Madre de Dios y todas las cosas son m�as; y el mismo Dios es
m�o y para m�, porque Cristo es m�o y todo para m�. Pues �que
pides y buscas, alma m�a? Tuyo es todo esto, y todo es para ti. No
te pongas en menos ni repares en meajas que se caen de la mesa de
tu Padre.
Sal fuera y glor�ate en tu gloria, esc�ndete en ella y goza, y
alcanzar�s las peticiones de tu coraz�n.
28. El esp�ritu bien puro no se mezcla con extra�as advertencias
ni humanos respetos, sino solo en soledad de todas las formas,
interiormente, con sosiego sabroso se comunica con Dios, porque su
conocimiento es en silencio divino.
29. El alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente.
30. El alma dura en su amor propio se endurece.
31. Si t� en tu amor, �oh buen Jes�s! no suavizas el alma, siempre
perseverar� en su natural dureza.
32. El que la ocasi�n pierde, es como el que solt� el ave de la
mano, que no la volver� a cobrar.
33. No te conoc�a yo a ti, �oh Se�or m�o!, porque todav�a quer�a
saber y gustar cosas.
34. M�dese todo muy enhorabuena, Se�or Dios, porque hagamos
asiento en ti.
35. Un solo pensamiento del hombre vale m�s que todo el mundo; por
tanto, s�lo Dios es digno de el.
36. Para lo insensible, lo que no sientes; para lo sensible, el
sentido; y para el esp�ritu de Dios, el pensamiento.
37. Mira que tu �ngel custodio no siempre mueve el apetito a
obrar, aunque siempre alumbra la raz�n; por tanto, para obrar
virtud, no esperes al gusto, que b�state la raz�n y entendimiento.
38. No da lugar el apetito a que le mueva el �ngel cuando est�
puesto en otra cosa.
39. Secado se ha mi esp�ritu,porque se olvida de apacentarse en
ti.
40. Eso que pretendes y lo que m�s deseas no lo hallar�s por esa
v�a tuya ni por la alta contemplaci�n, sino en la mucha humildad y
rendimiento de coraz�n.
41. No te canses, que no entrar�s en el sabor y suavidad de
esp�ritu, si no te dieres a la mortificaci�n de todo eso que
quieres.
42. Mira que la flor m�s delicada m�s presto se marchita y pierde
su olor; por tanto, gu�rdate de querer caminar por esp�ritu de
sabor, porque no ser�s constante; mas escoge para ti un esp�ritu
robusto, no asido a nada, y hallar�s dulzura y paz en abundancia;
porque la sabrosa y durable fruta en tierra fr�a y seca se coge.
43. Cata que tu carne es flaca y que ninguna cosa del mundo puede
dar fortaleza a tu esp�ritu ni consuelo; porque lo que nace del
mundo, mundo es, y lo que nace de la carne, carne es; y el buen
esp�ritu s�lo nace del esp�ritu de Dios, que se comunica no por
mundo ni carne (Jn. 4, 6).
44. Entra en cuenta con tu raz�n para hacer lo que ella te dice en
el camino de Dios, y valdr�te m�s para con tu Dios que todas las
obras que sin esta advertencia haces y que todos los sabores
espirituales que pretendes.
45. Bienaventurado el que, dejado aparte su gusto e inclinaci�n,
mira las cosas en raz�n y justicia para hacerlas.
46. El que obra raz�n es como el que come sustancia, y el que se
mueve por el gusto de su voluntad, como el que come fruta floja.
47. T�, Se�or, vuelves con alegr�a y amor a levantar al que te
ofende y yo no vuelvo a levantar y honrar al que me enoja a mi.
48. �Oh poderoso Se�or!, si una centella del imperio de tu
justicia tanto hace en el principe mortal, que gobierna y mueve
las gentes, �que har� tu omnipotente justicia sobre el justo y el
pecador?
49. Si purificares tu alma de extra�as posesiones y apetitos,
entender�s en esp�ritu las cosas; y si negares el apetito en
ellas, gozar�s de la verdad de ellas entendiendo en ellas lo
cierto.
50. �Se�or, Dios m�o!, no eres t� extra�o a quien no se extra�a
contigo; �c�mo dicen que te ausentas t�?
51. Verdaderamente aquel tiene vencidas todas las cosas que ni el
gusto de ellas le mueve a gozo ni el desabrimiento le causa
tristeza.
52. Si quieres venir al santo recogimiento, no has de venir
admitiendo sino negando.
53. Yendome yo, Dios m�o, por doquiera contigo, por doquiera me
ir� como yo quiero para ti.
54. No podr� llegar a la perfecci�n el que no procura satisfacerse
con nonada, de manera que la concupiscencia: natural y espiritual
esten contentas en vac�o; que para llegar a la suma tranquilidad y
paz de esp�ritu esto se requiere; y de esta manera el amor de Dios
en el alma pura y sencilla casi frecuentemente est� en acto.
55. Mira que, pues Dios es inaccesible, no repares en cuanto tus
potencias pueden comprehender y tu sentido sentir, porque no te
satisfagas con menos y pierda tu alma la ligereza conveniente para
ir a el.
56. Como el que tira el carro la cuesta arriba, as� camina para
Dios el alma que no sacude el cuidado y apaga el apetito.
57. No es de voluntad de Dios que el alma se turbe de nada ni que
padezca trabajos; que, si los padece en los adversos casos del
mundo, es por la flaqueza de su virtud, porque el alma del
perfecto se goza en lo que se pena la imperfecta.
58. El camino de la vida, de muy poco bullicio y negociaci�n es, y
m�s requiere mortificaci�n de la voluntad que mucho saber. El que
tomare de las cosas y gustos lo menos, andar� m�s por el.
59. No pienses que el agradar a Dios est� tanto en obrar mucho
como en obrarlo con buena voluntad, sin propiedad y respetos.
60. A la tarde te examinar�n en el amor; aprende a amar como Dios
quiere ser amado y deja tu condici�n.
61. Cata que no te entremetas en cosas ajenas, ni aun las pases
por tu memoria, porque quiz� no podr�s t� cumplir con tu tarea.
62. No pienses que porque en aquel no relucen las virtudes que t�
piensas, no ser� precioso delante de Dios por lo que t� no
piensas. 63. No sabe el hombre gozarse bien ni dolerse bien,
porque no entiende la distancia del bien y del mal.
64. Mira que no te entristezcas de repente de los casos adversos
del siglo, pues que no sabes el bien que traen consigo ordenado en
los juicios de Dios para el gozo sempiterno de los escogidos.
65. No te goces en las prosperidades temporales, pues no sabes de
cierto que te aseguran la vida eterna.
66. En la tribulaci�n acude luego a Dios confiadamente, y ser�s
esforzado, y alumbrado y ense�ado.
67. En los gozos y gustos acude luego a Dios con temor y verdad, y
no ser�s enga�ado ni envuelto en vanidad.
68. Toma a Dios por esposo y amigo con quien te andes de continuo,
y no pecar�s, y sabr�s amar, y har�nse las cosas necesarias
pr�speramente para ti.
69. Sin trabajo sujetar�s las gentes y te servir�n las cosas si te
olvidares de ellas y de ti mismo.
70. Date al descanso echando de ti cuidados y no se te dando nada
de cuanto acaece, y servir�s a Dios a su gusto y holgar�s en el.
71. Mira que no reina Dios sino en el alma pac�fica y
desinteresada.
72. Aunque obres muchas cosas, si no aprendes a negar tu voluntad
y sujetarte, perdiendo cuidado de ti y de tus cosas, no
aprovechar�s en la perfecci�n.
73. �Que aprovecha dar t� a Dios una cosa si el te pide otra?
Considera lo que Dios querr� y hazlo, que por ah� satisfar�s mejor
tu coraz�n que con aquello a que t� te inclinas.
74. �C�mo te atreves a holgarte tan sin temor, pues has de parecer
delante de Dios a dar cuenta de la menor palabra y pensamiento?
75. Mira que son muchos los llamados y pocos los escogidos (Mt.
22, 14), y que, si t� de ti no tienes cuidado, m�s cierta est� tu
perdici�n que tu remedio, mayormente siendo la senda que gu�a a la
vida eterna tan estrecha (Mt. 7, 14).
76. No te alegres vanamente, pues sabes cu�ntos pecados has hecho
y no sabes c�mo est� Dios contigo, sino teme con confianza.
77. Pues que en la hora de la cuenta te ha de pesar de no haber
empleado este tiempo en servicio de Dios, �por que no le ordenas y
empleas ahora como lo querr�as haber hecho cuando te estes
muriendo?
78. Si quieres que en tu esp�ritu nazca la devoci�n y que crezca
el amor de Dios y apetito de las cosas divinas, limpia el alma de
todo apetito y asimiento y pretensi�n, de manera que no se te de
nada por nada. Porque, as� como el enfermo, echado fuera el mal
humor, luego siente el bien de la salud y le nace gana de comer,
as� t� convalecer�s en Dios si en lo dicho te curas; y sin ello,
aunque m�s hagas, no aprovechar�s.
79. Si deseas hallar la paz y consuelo de tu alma y servir a Dios
de veras, no te contentes con eso que has dejado, porque por
ventura te est�s, en lo que de nuevo andas, tan impedido o m�s que
antes; las deja todas esotras cosas que te quedan y ap�rtate a una
sola que lo trae todo consigo, que es la soledad santa, acompa�ada
con oraci�n y santa y divina lecci�n, y all� persevera en olvido
de todas las cosas; que, si de obligaci�n no te incumben, m�s
agradar�s a Dios en saberte guardar y perfeccionar a ti mismo que
en granjearlas todas juntas; porque �que le aprovecha al hombre
ganar todo el mundo si deja perder su alma? (Mt 16, 26).
------------------------------------------------------------------
2. Puntos de amor, reunidos en Beas
1. Refrene mucho la lengua y el pensamiento y traiga de ordinario
el afecto en Dios, y calent�rsele ha el esp�ritu divinamente.
2. No apaciente el esp�ritu en otra cosa que en Dios. Deseche las
advertencias de las cosas y traiga paz y recogimiento en el
coraz�n.
3. Traiga sosiego espiritual en advertencia de Dios amorosa; y
cuando fuere necesario hablar, sea con el mismo sosiego y paz.
4. Tenga ordinaria memoria de la vida eterna, y que los que m�s
abatidos y pobres y en menos se tienen, gozar�n de m�s alto
se�or�o y gloria en Dios.
5. Alegrese ordinariamente en Dios, que es su salud (Lc. 1, 47), y
mire que es bueno el padecer de cualquiera manera por el que es
bueno.
6. Consideren c�mo han menester ser enemigas de s� mismas y
caminar por el santo rigor a la perfecci�n, y entiendan que cada
palabra que hablaren sin orden de obediencia se la pone Dios en
cuenta.
7. Intimo deseo de que Dios la de lo que Su Majestad sabe que le
falta para honra suya.
8. Crucificada interior y exteriormente con Cristo. Vivir� en esta
vida con hartura y satisfacci�n de su alma, poseyendola en su
paciencia (Lc. 21, 19).
9. Traiga advertencia amorosa en Dios, sin apetito de querer
sentir ni entender cosa particular de el.
10. Ordinaria confianza en Dios, estimando en s� y en las Hermanas
lo que Dios m�s estima, que son los bienes espirituales.
11. Entrese en su seno y trabaje en presencia del Esposo, que
siempre est� presente queriendola bien.
12. Sea enemiga de admitir en su alma cosas que no tienen en s�
sustancia espiritual, porque no la hagan perder el gusto de la
devoci�n y el recogimiento.
13. B�stele Cristo crucificado, y con el pene y descanse, y por
esto aniquilarse en todas las cosas exteriores e interiores.
14. Procure siempre que las cosas no sean nada para ella, ni ella
para las cosas; mas, olvidada de todo, more en su recogimiento con
el Esposo.
15. Ame mucho los trabajos y tengalos en poco por caer en gracia
al Esposo, que por ella no dud� morir.
16. Tenga fortaleza en el coraz�n contra todas las cosas que le
movieren a lo que no es Dios, y sea amiga de la pasi�n de Cristo.
17. Traiga interior desasimiento a todas las cosas y no ponga el
gusto en alguna temporalidad, y recoger� su alma a los bienes que
no sabe.
18. El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa.
19. Al pobre que est� desnudo le vestir�n, y al alma que se
desnudare de sus apetitos, quereres y no quereres, la vestir� Dios
de su pureza, gusto y voluntad.
20. Hay almas que se revuelcan en el cieno, como los animales que
se revuelcan en el, y otras que vuelan, como las aves que en el
aire se purifican y limpian.
21. Una palabra habl� el Padre, que fue su Hijo, y esta habla
siempre en eterno silencio, y en silencio ha de ser o�da del alma.
22. Los trabajos los hemos de medir a nosotros, y no nosotros a
los trabajos.
23. El que no busca la cruz de Cristo, no busca la gloria de
Cristo.
24. Para enamorarse Dios del alma, no pone los ojos en su
grandeza, mas en la grandeza de su humildad.
25. El que tuviere verg�enza de confesarme delante de los hombres,
tambien la tendre yo de confesarle delante de mi Padre, dice el
Se�or (Mt. 10, 33).
26. El cabello que se peina a menudo estar� esclarecido y no
tendr� dificultad en peinarse cuantas veces quisiere; y el alma
que a menudo examinare sus pensamientos, palabras y obras, que son
sus cabellos, obrando por amor de Dios todas las cosas, tendr� muy
claro su cabello, y mirarle ha el Esposo su cuello, y quedar�
preso en el y llagado en uno de sus ojos, que es la pureza de
intenci�n con que obra todas las cosas. El cabello se comienza a
peinar de lo alto de la cabeza, si queremos este esclarecido;
todas nuestras obras se han de comenzar desde lo m�s alto del amor
de Dios, si quieres que sean puras y claras.
27. No comer en pastos vedados, que son los de esta vida presente,
porque bienaventurados son los que han hambre y sed de justicia,
porque ellos ser�n hartos (Mt. 5, 6). Lo que pretende Dios es
hacernos dioses por participaci�n, siendolo el por naturaleza,
como el fuego convierte todas las cosas en fuego.
28. Toda la bondad que tenemos es prestada, y Dios la tiene por
propia obra; Dios y su obra es Dios.
29. La sabidur�a entra por el amor, silencio y mortificaci�n.
Grande sabidur�a es saber callar y no mirar dichos ni hechos ni
vidas ajenas.
30. Todo para m� y nada para ti.
31. Todo para ti y nada para m�.
32. Dejate ense�ar, dejate mandar, dejate sujetar y despreciar y
ser�s perfecta.
33. Cinco da�os causa cualquier apetito en el alma: el primero,
que la inquieta; el segundo, que la enturbia; el tercero, que la
ensucia; el cuarto, que la enflaquece; el quinto, que la oscurece.
34. La perfecci�n no est� en las virtudes que el alma conoce de
si, mas consiste en las que nuestro Se�or ve en el alma, la cual
es carta cerrada, y as� no tiene de que presumir, mas estar el
pecho por tierra acerca de s�.
35. El amor no consiste en sentir grandes cosas, sino en tener
grande desnudez y padecer por el Amado.
36. Todo el mundo no es digno de un pensamiento del hombre, porque
a s�lo Dios se debe; y as�, cualquier pensamiento que no se tenga
en Dios, se le hurtamos.
37. Las potencias y sentidos no se han de emplear todas en las
cosas, sino lo que no se puede excusar, y lo dem�s dejarlo
desocupado para Dios.
38. No mirar imperfecciones ajenas, guardar silencio y continuo
trato con Dios, desarraigar�n grandes imperfecciones del alma y la
har�n se�ora de grandes virtudes.
39. Las se�ales del recogimiento interior son tres: la primera, si
el alma no gusta de las cosas transitorias; la segunda, si gusta
de la soledad y silencio y acudir a todo lo que es m�s perfecci�n;
la tercera, si las cosas que sol�an ayudarle le estorban, como es
las consideraciones y meditaciones y actos, no llevando el alma
otro arrimo a la oraci�n sino la fe y la esperanza y la caridad.
40. Si un alma tiene m�s paciencia para sufrir y m�s tolerancia
para carecer de gustos, es se�al que tiene m�s aprovechamiento en
la virtud.
41. Las condiciones del p�jaro solitario son cinco. La primera,
que se va a lo m�s alto; la segunda, que no sufre compa��a, aunque
sea de su naturaleza; la tercera, que pone el pico al aire; la
cuarta, que no tiene determinado color; la quinta, que canta
suavemente. Las cuales ha de tener el alma contemplativa: que se
ha de subir sobre las cosas transitorias, no haciendo m�s caso de
ellas que si no fuesen; y ha de ser tan amiga de la soledad y
silencio, que no sufra compa��a de otra criatura; ha de poner el
pico al aire del Esp�ritu Santo, correspondiendo a sus
inspiraciones, para que, haciendolo as�, se haga m�s digna de su
compa��a; no ha de tener determinado color, no teniendo
determinaci�n en ninguna cosa, sino en lo que es voluntad de Dios;
ha de cantar suavemente en la contemplaci�n y amor de su Esposo.
42. Los h�bitos de voluntarias imperfecciones que nunca acaban de
vencerse, no solamente impiden a la divina uni�n, pero para llegar
a la perfecci�n, como son: costumbre de hablar mucho, alg�n
asimientillo sin vencer, como a persona, vestido, celda, libro,
tal manera de comida y otras conversaciones y gustillos en querer
gustar de las cosas, saber y o�r y otras semejantes.
------------------------------------------------------------------
3. Avisos copiados por Magdalena del Esp�ritu Santo, en Beas
1. El que con puro amor obra por Dios, no solamente no se le da de
que lo sepan los hombres, pero ni lo hace porque lo sepa el mismo
Dios; el cual aunque nunca lo hubiese de saber, no cesar�a de
hacer los mismos servicios y con la misma alegr�a y amor.
2. Otro para vencer los apetitos: Traer un ordinario apetito de
imitar a Jesucristo en todas sus obras, conform�ndose con su vida,
la cual debe considerar para saberla imitar y haberse en todas las
cosas como el se hubiera. Para poder hacer esto, es necesario que
cualquiera apetito o gusto, si no fuere puramente por honra y
gloria de Dios, renunciarlo y quedarse en vac�o por amor de el,
que en esta vida no tuvo ni quiso m�s de hacer la voluntad de su
Padre, la cual llamaba su comida y manjar.
3. Para mortificar las cuatro pasiones naturales, que son: gozo,
tristeza, temor y esperanza, aprovecha lo siguiente: Procurar
siempre inclinarse no a lo m�s f�cil, sino a lo m�s dificultoso.
No a lo m�s sabroso, sino a lo m�s desabrido; no a lo m�s gustoso,
sino a lo que no da gusto. No inclinarse a lo que es descanso,
sino a lo m�s trabajoso. No a lo que es consuelo, sino a lo que no
es consuelo; no a lo m�s, sino a lo menos. No a lo m�s alto y
precioso, sino a lo m�s bajo y despreciado. No a lo que es querer
algo, sino a lo que no es querer nada. No andar buscando lo mejor
de las cosas, sino lo peor, y traer desnudez y vac�o y pobreza por
Jesucristo de cuanto hay en el mundo.
4. Para la concupiscencia: Procurar obrar en desnudez y desear que
los otros lo hagan. Procurar hablar en desprecio y desear que
todos lo hagan. Procurar pensar bajamente de s� y desear que los
otros lo hagan.
5. Tenga fortaleza en el coraz�n contra todas las cosas que le
movieren a lo que no es Dios, y sea amiga de las pasiones por
Cristo.
6. Prontitud en la obediencia, gozo en el padecer, mortificar la
vista, no querer saber nada, silencio y esperanza.
7. Jhs. Magdalena del Esp�ritu Santo. Refrene mucho la lengua y el
pensamiento y traiga de ordinario el afecto en Dios, y
calent�rsele ha el esp�ritu divino mucho. Leale muchas veces.
------------------------------------------------------------------
4. Avisos conservados por la M. Mar�a de Jes�s
1. Levantarse sobre s�, no hacer asiento en cosa en nada.
2. Estar vuelta contra s�, airada y jam�s parada.
3. Huir con el pensamiento de cabe ellas, cerrando la puerta a
todas.
4. Limpio de todas aficiones, pensamientos e im�genes.
5. El dulce canto suspires con compunci�n y l�grimas.
------------------------------------------------------------------
5. Avisos procedentes de Antequera
1. Cuanto m�s te apartas de las cosas terrenas, tanto m�s te
acercas a las celestiales y m�s hallas en Dios.
2. Quien supiere morir a todo, tendr� vida en todo.
3. Ap�rtate del mal, obra bien y busca la paz (Sal. 33, 14).
4. Quien se queja o murmura ni es perfecto ni aun buen cristiano.
5. Humilde es el que se esconde en su propia nada y se sabe dejar
a Dios.
6. Manso es el que sabe sufrir al pr�jimo y sufrirse a s� mismo.
7. Si quieres ser perfecto, vende tu voluntad y dala a los pobres
de esp�ritu, y ven a Cristo por la mansedumbre y humildad y
s�guelo hasta el Calvario y sepulcro.
8. Quien de s� propio se f�a, peor es que el demonio.
9. Quien a su pr�jimo no ama, a Dios aborrece.
10. Quien obra con tibieza, cerca est� de la ca�da.
11. Quien huye de la oraci�n, huye de todo lo bueno.
12. Mejor es vencerse en la lengua que ayunar a pan y agua.
13. Mejor es sufrir por Dios que hacer milagros.
------------------------------------------------------------------
6. Otros avisos recogidos por la edici�n de Gerona
1. Si gloriarte quieres y no quieres parecer necio y loco, aparta
de ti las cosas que no son tuyas, y de lo que queda habr�s gloria.
Mas, por cierto, si todas las cosas que no son tuyas apartas, en
nada ser�s tornado, pues de nada te debes gloriar si no quieres
caer en vanidad. Mas descendamos ahora especialmente a los dones
de aquellas gracias que hacen a los hombres graciosos y agradables
delante de los ojos de Dios; cierto es que de aquellos dones no te
debes gloriar, que aun no sabes si los tienes.
2. �Oh, cu�n dulce ser� a mi la presencia tuya, que eres sumo
bien! Allegarme he yo con silencio a ti y descubrirte he los pies
porque tengas por bien de me juntar contigo en matrimonio a m�, y
no holgare hasta que me goce en tus brazos (cf. Rut. 3, 4�9). Y
ahora te ruego, Se�or, que no me dejes en ning�n momento en mi
recogimiento, porque soy desperdiciadora de mi alma.
3. Desasida de lo exterior, desaposesionada de lo interior,
desapropiada de las cosas de Dios, ni lo pr�spero la detiene ni lo
adverso la impide.
4. El alma que est� unida con Dios, el demonio la teme como al
mismo Dios.
5. El m�s puro padecer trae y acarrea m�s puro entender.
6. El alma que quiere que Dios se le entregue todo, se ha de
entregar toda, sin dejar nada para s�.
7. El alma que est� en uni�n de amor, hasta los primeros
movimientos no tiene.
8. Los amigos viejos de Dios por maravilla faltan a Dios, porque
est�n ya sobre todo lo que les puede hacer falta.
9. Amado m�o, todo lo �spero y trabajoso quiero para m�, y todo lo
suave y sabroso quiero para ti .
10. La mayor necesidad que tenemos para aprovechar es de callar a
este gran Dios con el apetito y con la lengua, cuyo lenguaje que
el m�s oye, s�lo es el callado amor.
11. Desancillar para buscar a Dios. La luz que aprovecha en lo
exterior para no caer, es al reves en las cosas de Dios, de manera
que es mejor no ver, y tiene el alma m�s seguridad.
12. M�s se granjea en los bienes de Dios en una hora que en los
nuestros toda la vida.
13. Ama el no ser conocida de ti ni de los otros. Nunca mirar los
bienes ni los males ajenos.
14. Andar a solas con Dios; obrar en el medio; esconder los bienes
de Dios.
15. Andar a perder y que todos nos ganen es de �nimos valerosos,
de pechos generosos; de corazones dadivosos es condici�n dar antes
que recibir, hasta que vienen a darse a s� mismos, porque tienen
por gran carga poseerse, que m�s gustan de ser pose�dos y ajenos
de s�, pues somos m�s propios de aquel infinito Bien que nuestros.
16. Grande mal es tener m�s ojo a los bienes de Dios que al mismo
Dios. Oraci�n y desapropio.
17. Mire aquel infinito saber y aquel secreto escondido. �Que paz,
que amor, que silencio est� en aquel pecho divino, que ciencia tan
levantada es la que Dios all� ense�a, que es lo que llamamos actos
anag�gicos, que tanto encienden el coraz�n.
18. Mucho se desmejora y menoscaba el secreto de la conciencia
todas las veces que alguno manifiesta a los hombres el fruto de
ella, porque entonces recibe por galard�n el fruto de la fama
transitoria.
19. Hable poco, y en cosas que no es preguntado no se meta.
20. Siempre procure traer a Dios presente y conservar en s� la
pureza que Dios le ense�a.
21. No se disculpe ni reh�se ser corregido de todos; oiga con
rostro sereno toda reprensi�n; piense que se lo dice Dios.
22. Viva como si no hubiese en este mundo m�s que Dios y ella,
para que no pueda su coraz�n ser detenido por cosa humana.
23. Tenga por misericordia de Dios que alguna vez le digan alguna
buena palabra, pues no merece ninguna.
24. Nunca deje derramar su coraz�n, aunque sea por un credo.
25. Nunca oiga flaquezas ajenas, y si alguna se quejare a ella de
otra, podr�le decir con humildad no le diga nada.
26. No se queje de nadie; no pregunte cosa alguna, y si le fuere
necesario preguntar, sea con pocas palabras.
27. No reh�se el trabajo, aunque le parezca no lo podr� hacer.
Hallen todos en ella piedad.
28. No contradiga. En ninguna manera hable palabras que no vayan
limpias.
29. Lo que hablare sea de manera que no sea nadie ofendido, y que
sea en cosas que no le pueda pesar que lo sepan todos.
30. No niegue cosa que tenga, aunque la haya menester.
31. Calle lo que Dios le diere y acuerdese de aquel dicho de la
esposa: Mi secreto para m� (Is. 24, 16).
32. Procure conservar el coraz�n en paz; no le desasosiegue ning�n
suceso de este mundo; mire que todo se ha de acabar.
33. No pare mucho ni poco en quien es contra ella o con ella, y
siempre procure agradar a su Dios. P�dale se haga en ella su
voluntad. Amele mucho, que se lo debe.
34. Doce estrellas para llegar a la suma perfecci�n: amor de Dios,
amor del pr�jimo, obediencia, castidad, pobreza, asistir al coro,
penitencia, humildad, mortificaci�n, oraci�n, silencio, paz.
35. Nunca tomes por ejemplo al hombre en lo que hubieres de hacer,
por santo que sea, porque te pondr� el demonio delante sus
imperfecciones sino imita a Cristo, que es sumamente perfecto y
sumamente santo, y nunca errar�s.
36. Buscad leyendo y hallareis meditando; llamad orando y abriros
han contemplando.
------------------------------------------------------------------
FIN
EDITORIAL MONTE CARMELO
Burgos (Espa�a)
GRANDES DE LA ESPIRITUALIDAD
La Herencia Carmelitana
GREATEST BOOKS ON SPIRITUALITY
The Carmelite Heritage
http://www.compostela.com/
-------------------------------------------------------
Provided courtesy of:
Eternal Word Television Network
PO Box 3610
Manassas, VA 22110
Voice: 703-791-2576
Fax: 703-791-4250
Web:
http://www.ewtn.com
Email address:
[email protected]
-------------------------------------------------------