The Project Gutenberg EBook of Teatro galante, by Eduardo Zamacois
This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
with this eBook or online at www.gutenberg.org/license
Title: Teatro galante
Author: Eduardo Zamacois
Release Date: April 9, 2015 [EBook #48670]
Language: Spanish
Character set encoding: ISO-8859-1
*** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK TEATRO GALANTE ***
Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
Proofreading Team at
http://www.pgdp.net (This file was
produced from images available at The Internet Archive)
TEATRO GALANTE
EDUARDO ZAMACOIS
TEATRO GALANTE
Nochebuena.--El pasado vuelve.
Frío.
[imagen no disponible: colofón]
MADRID
Antonio Garrido, Editor.--Goya, 86
1910
Es propiedad.
Queda hecho el depósito
que marca la ley.
IMPRENTA ARTÍSTICA ESPAÑOLA. SAN ROQUE, 7.--MADRID
[imagen no disponible]
SINFONÍA
MI PRIMER ESTRENO
Esa terrible enfermedad que los autores noveles desconocen--la inocencia
es heroica--y que yo llamo «el miedo á estrenar», me mantuvo durante
muchos años alejado del teatro. Así, para decidirme á tan grave andanza,
fué preciso que los buenos amigos que entonces formaban la dirección del
teatro Romea me pidiesen una obra, asegurándome, entre veras y burlas,
que la derrota no debía intimidarme, ya que, desde Eurípides á Rostand,
no nació de mujer dramaturgo genial ni modesto fabricante de comedias
que no hubiera fracasado alguna vez. Vencido por estas discretas
razones, acepté el compromiso; lo acepté lleno de júbilo... y también de
miedo; porque, como el amor, el teatro es algo que simultáneamente
asusta y atrae.
Sin otras vacilaciones, aquella misma noche tracé el plan de lo que mi
obra _Nochebuena_ había de ser; y al otro día, á las nueve de su mañana,
me senté á escribir. ¡Memorable jornada! Trabajé sin vacilaciones,
febrilmente, como empujado por el asunto; no podía detenerme; las
escenas, atrailladas, tiraban vigorosamente unas de otras, y todas de
mí. ¡Ni siquiera interrumpí mi labor para almorzar!... ¡Qué angustia!...
Mi frente quemaba; la mano me dolía. No importa: adelante, pronto, hacia
el final. A las seis y media en punto de la tarde, la comedia estaba
escrita.
Dos días después comenzaron los ensayos «de mesa», y muy luego, merced á
la diligencia de los actores, la obra «bajó á la concha».
¡Ah! Yo, que he asistido á tantos ensayos, creía entonces aventurarme
por un mundo nuevo. ¡Qué emoción tan rara, tan intensa, tan exquisita,
la de «ver» y «oir», hechas carne y voz, las ideas que horas antes sentí
discurrir cautelosamente por mi cerebro! ¡Cómo se abultaban y afirmaban
las escenas, cómo el arte flexible de los comediantes daba relieve á
ciertas frases y cómo, entre ellos, las pausas adquirían un valor
precioso, definitivo, nunca imaginado por mí!... Sí; es preciso haber
ensayado--porque en los ensayos, al autor le parece hablar consigo
mismo--para comprender que el arte del comediante es un arte diabólico
que á veces aligera lo que parecía pesado, y otras, magnifica y llena
de luz lo que, sobre el papel, se nos antojaba menguado y obscuro, y
deslíe, en fin, por toda la obra, una emoción nueva, penetrante,
caliente y triunfadora, de humanidad.
Esto ocurría en los últimos días de 1908.
Llegó, al cabo, la noche del 23 de Diciembre, fecha de mi estreno. Los
periódicos habían propalado la noticia de mi aventura; grandes carteles
decían mi nombre, y en insolentes letras rojas, que me abrasaban las
pupilas, el título de mi comedia: _Nochebuena_. La lluvia que caía,
abundante, contribuyó, sin duda, más que yo mismo, á «llenar» el teatro;
invadía las localidades un público nutrido y selecto; el temible «todo
Madrid» de los estrenos allí estaba saludándose familiarmente con la
mano, desde un extremo á otro del pequeño salón. Un acomodador vino á
decirme, con una sonrisa de felicitación, «que no había billetes».
Y yo, lejos de regocijarme vanidosamente, me acongojaba pensando que
todos aquellos espectadores habían adquirido en la taquilla el derecho á
rechazar mi obra y á significarme con sus siseos ó la corrección glacial
de su silencio, que «lo había hecho muy mal...»
La batalla iba á empezar. El batiente de una puerta se cerró con
estrépito, y oí una voz que gritaba imperativa:
--¡Que no entre nadie! ¡Aquí no debe entrar nadie!...
Aquella orden me dió á comprender que entre el público reunido allí
para juzgarme, y yo, reo confeso del grave delito de escribir comedias,
había un abismo. Con lo que mis zozobras empeoraron. Para disfrazar un
poco mi inquietud, traté de fumar; ¿dónde había puesto las cerillas?...;
las busqué inútilmente, metiendo varias veces la mano en el mismo
bolsillo; no las hallé; el cigarro concluyó por romperse entre mis dedos
trémulos...
Los comediantes, mis amigos, mis defensores, mis aliados fervorosos en
aquella hora terrible, me rodearon.
--No se asuste usted--repetían--; hay que ser valiente; aquí estamos
nosotros...
Yo les abrazaba, sintiéndome unido á ellos por uno de esos cariños
fraternales que sólo sabe tejer entre los hombres el peligro.
Ramona Valdivia, la excelente actriz, vestida ya para salir á escena, me
estrechó las manos. ¡Pobrecilla!... Las suyas, frías estaban como las de
una muerta.
--No tenga usted miedo--dijo--; ya verá usted; la obra es muy bonita...
Y yo, inconsciente, ridículo, grotesco tal vez, replicaba tuteándola:
--Tú... eres la que no debe tener miedo. Si tú... si usted... no me
salva, soy perdido.
Cerca de mí andaban también Adriana Corona y Pilar Ezquerra y Amparo
Montalt... y todas eran á prodigarme palabras de energía y de
optimismo.
Moreno, el apuntador, estaba en la concha; el electricista, en su sitio;
un traspunte pasó diciendo la frase:
--¡Prevenidos! ¡Se va á empezar!...
Especie de alerta que obliga á santiguarse á las mujeres.
Hubo un silencio; sonó un timbre; el telón se alzó lentamente sobre el
resplandor de la batería... y ante mis ojos quedó abierto, como una
fauce fiera y enorme, ese abismo donde tantas obras y tantos autores han
perecido.
A mi alrededor, las actrices se persignaban, y luego, valerosamente,
salían á escena. Iban resueltas, llenas de entusiasmo, vibrantes de
orgullo, como soldados que corriesen á la defensa de una barricada; y
todo mi amor y todo mi agradecimiento las seguía.
La primera escena «pasien; después, cierta frase obtuvo un murmullo
de estimación; poco á poco, la obra iba conquistando simpatías,
enlazando los ánimos en el hilo de la misma emoción, imponiéndose. Al
fin, el aplauso tan deseado estalló.
Pero yo no lo oí.
--¿Qué dicen? ¿Qué quieren?--repetía furioso.
Y Jerónimo Gómez, que me acompañaba, exclamó riendo:
--Pero, ¿se ha quedado usted tonto, hombre de Dios? ¿No oye usted que
aplauden?...
Así era, en efecto; lo que no impidió que aquella memorable jornada
dejase en mi ánimo, más que el disculpable engreimiento de una pequeña
vanidad satisfecha, una emoción de miedo. No obstante, he vuelto á
estrenar; porque el teatro, ya lo dije antes, es como el amor, que
asusta, pero atrae...
El título de TEATRO GALANTE que doy al presente volumen, responde á la
índole especial de las tres obras en él reunidas. Recuerdo que la
crítica creyó ver en ellas mi propósito de formar un género
particularísimo, atrayente, de aventureros y cortesanas. Confieso que no
hay tal: el artista, cuando produce, no puede ser deliberadamente ni
religioso, ni escéptico, ni conservador, ni iconoclasta, sino que, al
producir, lo hace sin prejuicio alguno, según su temperamento, ó, mejor
aún, conforme el estado especial por que atravesaban sus nervios en el
momento febricitante de la producción. Por lo que no es raro verles
contradecirse á cada paso, ni más ni menos que la misma Naturaleza,
maestra en toda laya de inconsecuencias y paradojas.
Así, si las heroínas de mis pobres comedias pertenecen á ese
_demi-monde_ que tentó á Dumas, fué porque, al coger la pluma, la
inspiración, caprichosa y arisca siempre, derivó hacia él. Diciendo
esto, no trato de disculparme, sí de consignar un hecho. En último
término, seguro estoy de que entre Ellas, «las deseadas de una noche»,
el artista puede descubrir grandes bellezas, por lo mismo que, bajo la
frivolidad de sus sombreros empenachados y de sus vestidos de encajes,
late sagrado, perenne, el inmenso dolor de no ser estimadas...
Y la Belleza es, generalmente, espuma de Dolor.
=Eduardo Zamacois=
_Madrid, Abril, 1910._
NOCHEBUENA
COMEDIA EN UN ACTO
Estrenada en el TEATRO ROMEA la noche del 23
de Diciembre de 1908
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
ALICIA, veinticinco años Srta. Valdivia.
ELENA, veinticinco ídem Sra. Ezquerra.
VICTORIA, diez y ocho ídem » Montalt.
ÁNGELES, cuarenta y cinco
ídem (viste de negro y con
gran modestia) » Corona.
CONSUELO (criada joven) » Esterg.
MARTA » Envid.
ROBERTO, cuarenta años (hombre
de mundo) Sr. Brochado[A].
[A] Habiéndose separado poco después de la compañía el señor Brochado,
se encargó de este papel el Sr. Palacios.
ÉPOCA ACTUAL
_Derecha é izquierda, las del actor_
Se recomienda á las actrices una gran distinción de ademanes, y en sus
trajes y sombreros una elegancia algo llamativa.
[imagen no disponible]
* * * * *
NOCHEBUENA
ACTO ÚNICO
Gabinete en casa de Alicia. A la izquierda y al fondo, puertas. A
la derecha, un balcón. Chimenea encendida á la izquierda. Teléfono.
Los muebles serán elegantes y muy modernos. Decorarán la pared
cuadros de bazar, retratos, etc. Un verdadero gabinete de
_cortesana_, en donde todo será bonito, un poco barroco y frívolo,
con esa frivolidad de las casas amuebladas de prisa.
Al levantarse el telón no hay nadie en escena. Luego aparecen por
la izquierda Alicia y Marta; detrás, Ángeles, que se sentará junto
á la chimenea y guardará durante las dos primeras escenas una
actitud indiferente.
Es de día.
ESCENA PRIMERA
ALICIA, ÁNGELES, MARTA
ALICIA
(_Risueña, envolvente_). Pues ya le digo á usted: hoy, imposible...
Demasiado sabe usted cómo vivimos todas nosotras los quince últimos días
de mes.
MARTA
Sí, sí...
ALICIA
De milagro, ¿verdad?... Además, estas fiestas pascuales traen consigo
tantos gastos...
MARTA
Entonces, dice usted que vuelva...
ALICIA
A primeros de año.
MARTA
¿El día dos?
ALICIA
Sí; es decir, espere usted: el día dos es...
MARTA
Sábado.
ALICIA
Justamente. Sábado, domingo... Venga usted el cinco: el martes.
MARTA
Bien, bien.
ALICIA
Vaya usted tranquila, ¿eh?...
MARTA
¡Por Dios, señorita Alicia, acuérdese usted de mí!
ALICIA
Sí, mujer.
MARTA
Ya sabe usted que son cuatrocientas veinticinco pesetas.
ALICIA
Sí.
MARTA
Doscientas pesetas del sombrero violeta con amazonas blancas.
ALICIA
Cien pesetas del negro.
MARTA
Cien del azul.
ALICIA
Y veinticinco por la compostura de la gorrilla. Estamos de acuerdo.
MARTA
Eso es. Conque, señorita, la deseo á usted una Nochebuena muy buena, muy
alegre.
ALICIA
Gracias, Marta. Que pase usted felices Pascuas.
MARTA
Un recadito al señor marqués.
ALICIA
Gracias.
MARTA
Y... ¡hasta el año que viene!
ALICIA
El día cinco.
MARTA
Ya lo sé, el martes... Adiós, señorita Alicia. (_Ya desde la puerta, á
Ángeles._) Páselo usted bien.
ÁNGELES
(_Displicente_). Adiós.
ALICIA
Adiós, adiós... (_Levantando la voz._) ¡Consuelo!... Acompaña á esta
señora.
(_Alicia se detiene á retocarse los cabellos ante un espejo. Pausa._)
ÁNGELES
Bien ha machacado, bien. ¡Pensé que no se iba!
ESCENA II
ALICIA, ÁNGELES, CONSUELO
CONSUELO
(_Aparece por la puerta del fondo_). Señorita, esta tarjeta.
ALICIA
¿Nada más?
CONSUELO
Con seis botellas de _champagne_.
ALICIA
Eso, ya es algo.
CONSUELO
¿Quiere usted verlas?
ALICIA
¿Para qué? Déjalas en el comedor. Oye... ¿se fué el hombre que las
trajo?
CONSUELO
Sí, señorita.
ALICIA
¿Le diste propina?
CONSUELO
Dos pesetas.
ALICIA
Bien. (_Se dirige hacia la chimenea._)
ÁNGELES
¿De quién son esas botellas?
ALICIA
Del marqués. (_Le da la tarjeta._)
ÁNGELES
¡Ya!...
ALICIA
(_A Consuelo, que habrá permanecido cerca de la puerta y que hará ademán
de marcharse_). Oye, Consuelo...
CONSUELO
Señorita.
ALICIA
Da luz. (_Vase Consuelo._)
ESCENA III
ALICIA y ÁNGELES, sentadas delante de la chimenea.
ÁNGELES
¿Recibiste muchos regalos?
ALICIA
Muchos. Un pavo, dos capones, y de mazapanes, turrones y almendras,
quince ó veinte kilos. Tengo buenos amigos.
ÁNGELES
¡Bah, los hombres!
ALICIA
¡Psch!...
ÁNGELES
Para la mujer que, como tú, está en moda, no hay hombre malo. Pero,
después, después...
ALICIA
Es verdad. (_Recobrando su vivacidad._) El frío promete pegar de firme
esta noche. ¡Demonio!... Luego, esta chimenea maldita no calienta.
ÁNGELES
Yo prefiero el brasero clásico.
ALICIA
Y acaso tengas razón.
ÁNGELES
Además, estas chimeneas gastan mucho.
ALICIA
Bastante.
ÁNGELES
¿Cuánto te cuesta la tuya?
ALICIA
No sé... unas dos pesetas diarias...
ÁNGELES
¡Qué horror!
ALICIA
Sí... Pero, ¡bah!... Una chimenea abriga más, mucho más que una amistad,
y suele costar bastante menos. (_Ríe._)
ÁNGELES
¡A quién se lo vienes á decir! (_Pausa._) ¿Dónde cenas esta noche?
ALICIA
Aquí.
ÁNGELES
¿Con tu marqués?
ALICIA
Sí. También espero á Roberto; pero si viene estando el otro, Consuelo le
despedirá. Es cosa convenida. El marqués se marchará entre doce y una de
la mañana, como siempre, y á las dos vendrá Ricardito.
ÁNGELES
Tu bebé.
ALICIA
Mi _Bebé_; el niño de mi alma, mi juguete.
ÁNGELES
¡Tu juguete!... (_Ríe con risa desengañada y bondadosa._) ¡Tu
juguete!... Yo también, á tus años, tuve juguetes de esos.
ALICIA
¿Y se rompieron?
ÁNGELES
Todos.
ALICIA
Ricardo no es de esos. Me quiere; yo, que conozco bien á los hombres, te
lo aseguro. Me quiere. ¡Si le vieses!... ¡Pobre _Bebé_! Cuando riño con
él y le amenazo con despedirle, se echa á llorar.
ÁNGELES
¡Con tal que luego, cuando seas tú la que llore, él no se ría!...
ALICIA
No.
ÁNGELES
¿Qué edad tiene?
ALICIA
Diez y ocho años. ¡Un amorcillo!
ÁNGELES
¿Estudiante?
ALICIA
Sí.
ÁNGELES
¿Y de acá? (_Haciendo resbalar el pulgar sobre el índice._)
ALICIA
Ni un céntimo.
ÁNGELES
(_Sonriendo_). Sí, mozo y pobre, debe de ser bueno. Sí, mira... acaso
aciertes... Porque en diez y ocho años no ha tenido tiempo de aprender á
ser hombre. ¡Y eso que en esto, como en todo, hay precocidades, «niños
prodigios...»
ALICIA
Ya, ya...
ÁNGELES
¿Nunca te ha pedido dinero?
ALICIA
Nunca.
ÁNGELES
Porque también los hay...
ALICIA
También. (_Pausa._) Te advierto que siento hacia Ricardo, más que un
verdadero amor de amante, una pasión espiritual de madre, de protectora.
Me gustaría aconsejarle, orientarle, dirigir su vida, servirle á la vez
de timón y de escudo. Tú conoces las fiebres sensuales de los diez y
ocho años. Pues bien: muchas noches esquivo sus labios y le obligo á
trabajar. «¿Te sabes tus lecciones de mañana?--le digo--. ¿No?... Pues á
estudiarlas ahora mismo. Quiero que estudies, que subas, que brilles en
tu carrera. No olvides que soy más vieja que tú y que, el tiempo
andando, puedo necesitar de ti.» Y el pobrecillo coge sus libros...
ÁNGELES
¿Pero tiene sus libros aquí?
ALICIA
Los suyos, los que su padre le compró, claro es que los tiene en su
casa. Pero yo le he comprado otros iguales. (_Ríe._)
ÁNGELES
¡Loca!...
ALICIA
Sí, estoy loca por él y en él vivo. ¿Pero hay nada más hermoso, más
consolador que vivir fuera de nosotras mismas?... Mientras él estudia,
yo, sentada á su lado, leo y pienso en la dulzura de tener un hijo.
Algunas veces interrumpe su trabajo para preguntarme: «Y después?»
«¿Cómo _después_?--le contesto fingiéndome muy irritada--; después te
marchas á tu casa.» ¡Pobre _Bebé_, y qué esfuerzo me cuesta despedirle!
Pero no quiero verle pálido ni caído. Su madre, su misma madre, estoy
cierta de que no le cuida más que yo. ¿No te reirás, Ángeles?
ÁNGELES
No, no... ¿por qué?
ALICIA
¿No te reirás si te digo que, donde más me gusta besar á Ricardo es en
los cabellos?
ÁNGELES
No, hija mía; tus confesiones no pueden moverme á risa.
ALICIA
Ya lo sé.
ÁNGELES
¡Disparate! ¡Al contrario!... ¿No comprendes que todas esas emociones
que ahora constituyen para tu almita joven una novedad, son, para mi
alma, ya vieja y desengañada, un recuerdo?
ALICIA
Tal vez...
ÁNGELES
Por el camino que tú ahora recorres, pasé yo cantando hace treinta años.
Yo también, pobre Alicia, tuve «mi amor», «mi Ricardo»... y como tú, yo
le animaba á estudiar, á ser hombre, á ser rico...
ALICIA
¿Y murió?
ÁNGELES
Peor que eso. Se cansó de mí. (_Todo esto lo dirá Ángeles gravemente,
pero sin llorar._)
ALICIA
Tienes razón; fué mucho peor.
ÁNGELES
En fin... ¡Bien está así!... Porque esos desengaños tempranos son para
nuestro espíritu una especie de vacuna moral que luego nos preserva de
esos grandes golpes que, juntamente con la vejez, con los años blancos,
nos trae la vida. Yo no tengo alegrías, es cierto, pero tampoco sufro
penas graves. Mi Antonio...
ALICIA
¡Es verdad!... Perdona, no me había acordado de preguntarte por él...
ÁNGELES
Mi Antonio es un pobre pintor de puertas y ventanas, ya lo sabes... Te
he dicho que es jorobado, ¿verdad?... Tampoco es un niño... ¡No me
importa!... Yo, que conocí en mis verdes primaveras á tantos reales
mozos, me es indiferente... es más... acaso me gusta... que mi
compañero de ahora sea feo y desdichado.
ALICIA
¡Eres original!
ÁNGELES
Sí, porque así me quiere más y le hallo más mío. Es un inferior, bueno y
dócil, á quien domino con un simple fruncimiento de cejas. En mi casa,
con sus techos abohardillados y sus suelos desnudos, en mi pobre casa
fría, yo soy la reina. Ahora, cuando yo llegue, encontraré la lumbre
encendida, la mesa puesta... y un beso, lleno de lealtad, para mis
labios. ¡Oh!... A mí, que fuí tan caprichosa, sólo me interesa de los
hombres la bondad; acaso porque la experiencia me ha enseñado que
únicamente los hombres muy feos suelen ser buenos...
ALICIA
Nosotras también somos buenas, ¿verdad?
ÁNGELES
Si no hubiésemos sido inocentes, si no hubiésemos creído en la lealtad
del que nos burló, ¿estaríamos donde estamos? Mira... Las mujeres sólo
se inclinan á ser malas cuando empiezan á creer que los hombres son
buenos.
ALICIA
¡Cómo me gustaría vivir sola, sin ver á nadie, á nadie!
ÁNGELES
(_Burlona_). Nada más que á Ricardo.
ALICIA
Claro es...
ÁNGELES
¡Naturalmente! Pero no te fíes, porque la vida tiene ironías terribles.
A tu edad soñamos con el amor de un Adonis, y luego, en la vejez,
gracias que contemos con la amistad de un jorobado.
(_Suena un timbre._)
ALICIA
Ahí está el marqués.
ÁNGELES
Me voy.
ALICIA
No, no... espera.
ÁNGELES
Me parece que no es tu marqués.
ALICIA
Aguarda... calla... (_Pausa._)
ÁNGELES
(_Bajando la voz_). Es voz de mujer.
ALICIA
Sí.
ÁNGELES
¿Tienes muchos acreedores?
ALICIA
Muchos... oye... (_Pausa._) Discuten...
ÁNGELES
Ya, quien sea se fué.
ALICIA
Saldremos de dudas. (_Apoya un timbre._)
ESCENA IV
ALICIA, ÁNGELES, CONSUELO
CONSUELO
¿Llamaba usted?
ALICIA
¿Quién era?
CONSUELO
(_Sonriendo_). La modista.
ALICIA
Quería...
CONSUELO
Sí.
ALICIA
¡Es horrible!
ÁNGELES
¿La debes mucho?
ALICIA
No... ¡qué sé yo!... Unas doscientas pesetas.
ÁNGELES
Vamos...
ALICIA
¡Y se la ocurre cobrar hoy, precisamente hoy...
ÁNGELES
¡Es lógico!... ¡Hoy, que es Nochebuena!
ALICIA
Sí... ¡hoy, que no tengo una peseta!
CONSUELO
Yo la dije que no estaba usted en casa; pero ella había visto en el
perchero el impermeable de la señorita, y repuso: «¡Quiá, niña, esa no
cuela!» «¿Cómo que no cuela?»--la repliqué yo. Y ella dice: «¿Y esto?»
ALICIA
¡Claro!
CONSUELO
Entonces, voy y la digo, bajando la voz, así como si depositara en ella
una confianza muy grande... ¿Usted me comprende? (_Ríe._)
ÁNGELES
¡No eres tonta, no!
CONSUELO
Conque la digo... «Bueno, la señorita Alicia está en casa, pero no se la
puede molestar ahora... porque hay un señor, ¡que es título!... Venga
usted otro día.» Y se fué... se fué echando demonios por la boca.
ÁNGELES
A la portera se lo habrá ido á contar.
ALICIA
¡Canastos con la gente!... Se han creído que soy una sucursal del Banco.
CONSUELO
¿Me necesitan ustedes para algo?
ÁNGELES
¿Qué hora será?
ALICIA
(_Consultando el reloj de su pulsera_). Van á dar las ocho. (_A
Consuelo._) ¿Cómo va la cena?
CONSUELO
Ya está hecha.
ALICIA
¿Y la cocinera?
CONSUELO
Se marchó á media tarde.
ALICIA
¿Y Concha?
CONSUELO
También.
ALICIA
¡Y sin decirme nada! ¡Valiente frescura! Estas criadas con familia son
insoportables. ¡Ah! Te lo aseguro... En lo sucesivo, todos mis
servidores han de ser incluseros. (_A Consuelo._) Ya sabes que el
marqués cena conmigo.
CONSUELO
Sí, señorita.
ALICIA
Coge el veladorcito del comedor y ponlo aquí, delante de la chimenea.
Despacha volando, que es muy tarde.
CONSUELO
¿Pongo dos cubiertos?
ALICIA
¿Pues no acabas de oir que el marqués cena aquí?
CONSUELO
¡Ah! Voy en seguida. (_Vase._)
ALICIA
(_A Ángeles_). Ven; para no estorbar á la muchacha, nos sentaremos ahí.
(_Se sientan á la derecha. Mientras hablan, Consuelo entra y sale,
aderezando la mesa._)
ÁNGELES
¡Qué lindas zapatillas llevas!
ALICIA
(_Con terror cómico_). ¡Cállate, por Dios!
ÁNGELES
¿Por qué?
ALICIA
Podría aparecer el zapatero.
ÁNGELES
¡Cómo! ¿No están pagadas?
ALICIA
No.
ÁNGELES
¡Demonio de chiquilla!
ALICIA
¿Qué quieres?
ÁNGELES
¿Y la alfombra?
ALICIA
¿Eh?
ÁNGELES
¿Tampoco está pagada?
ALICIA
Tampoco.
ÁNGELES
(_Con admiración cómica_). ¡Hija mía, te admiro!
ALICIA
¿Me admiras?
ÁNGELES
Sinceramente. Puedes decir que vives sobre un volcán.
ALICIA
No comprendo cómo hay personas que no tengan trampas.
ÁNGELES
¿Pero, las hay?...
ALICIA
Eso me pregunto yo. Porque el presente es algo tan flaco, tan
inconsistente, que no sólo vive de lo pasado, sino que necesita pedirle
prestado, y pedirle mucho, al porvenir.
ÁNGELES
Así es. Di... ¿Nos veremos mañana?
ALICIA
Quédate á cenar.
ÁNGELES
Con mucho gusto, pero no puedo; ya sabes que Antonio está esperándome.
ALICIA
¡Que espere! Quédate. Aunque el marqués venga, puedes acompañarnos.
Luego te vas.
ÁNGELES
Si precisamente me gustaría cenar aquí por eso, por acompañarte; porque
me parece que tu marqués no vendrá.
ALICIA
¿Crees?
ÁNGELES
Creo que no vendrá. Es Nochebuena.
ALICIA
¿Y qué?
ÁNGELES
Que es una noche excepcional en la que los maridos no suelen salir de
casa.
ALICIA
No me lo digas.
ÁNGELES
¡Toma! (_Pausa. Suenan del lado del balcón y muy distantes, cual si
pasasen por la calle, zambombas y tambores._) ¿Oyes? ¡Nochebuena!
ALICIA
¡Sí, el marqués vendrá, le conozco bien! Vendrá tosiendo y renegando del
reúma, pero vendrá. Y si no viene, ¡peor para él! Vendrá Roberto... y
después vendrá Ricardo...
ÁNGELES
Mujer prevenida...
ALICIA
Vale por muchas.
(_Suena un timbre._)
ÁNGELES
Han llamado.
ALICIA
Ahí está el marqués. Quédate. ¿Te quedarás?...
ÁNGELES
No, no...
ALICIA
No te dejo salir... No te dejo salir...
ESCENA V
ALICIA, ÁNGELES, ELENA, VICTORIA, que aparecen con gran algazara de
voces y risas
ELENA
¡Alicia!
ALICIA
Elena...
VICTORIA
Somos nosotras.
ALICIA
¿Qué tal? ¡Qué buena sorpresa! (_Se besan._)
ELENA
¿Cómo sigue usted?... (_A Ángeles._)
ÁNGELES
A sus órdenes. (_Se dan las manos._)
ELENA
Muchas gracias.
ALICIA
(_A Victoria, por Ángeles_). ¿Ustedes se conocen?
VICTORIA
No recuerdo...
ALICIA
Mi amiga Victoria, mi amiga Ángeles...
ÁNGELES
Tengo una verdadera satisfacción...
ALICIA
Sentaos, sentaos... ¿De dónde venís ahora?...
VICTORIA
De correr medio Madrid.
ALICIA
¿En coche?
ELENA
¡Quiá! A pie...
VICTORIA
A pie, democráticamente. ¿Tú no has salido hoy?
ALICIA
Ni ayer.
ELENA
Haces mal. Las calles están animadísimas; si llegas á venir con
nosotras, pasas un buen rato.
VICTORIA
¿Tienes cigarrillos?
ALICIA
Sí.
VICTORIA
Vengan.
ALICIA
¿Cómo los queréis? Los hay de varias pintas: turcos... egipcios...
VICTORIA
Nos es igual. ¿Para qué echárnoslas ahora de «exquisitas», si no hay
hombres delante?
ÁNGELES
Tiene usted razón.
ALICIA
(_Que habrá vuelto á sentarse_). Tomad. (_Todas fuman menos Elena._)
VICTORIA
Enciende tú.
ELENA
Gracias, yo no fumo.
ALICIA
Pues, si he de ser franca con vosotras, debo deciros que en estos días
no me atrevo á salir á la calle porque tengo varios _enemigos_...
¿comprendéis?
VICTORIA
Perfectamente.
ALICIA
Vulgo, _ingleses_...
ELENA
Ni media palabra más.
VICTORIA
¡Pero es una tontería dejar de salir á la calle por que se tengan
acreedores!... ¿Qué haría yo entonces?
ELENA
¿Y yo?
VICTORIA
Acabaríamos por envidiar la suerte de las monjas.
ÁNGELES
Todo anda muy mal; no hay dinero.
VICTORIA
(_A Elena, y con marcado interés_). Oye... Mariano, el marquesita, ¿te
llevó dinero anoche?
ELENA
¡No!
VICTORIA
Yo le vi á mediodía, en la calle de Alcalá, frente á las Calatravas, y
al pasar á su lado, muy disimuladamente, le tiré un pellizco. Verás...
Sigo andando, y al llegar á la esquina de Fornos, mi buen Mariano me
alcanza. «¿Cómo estás, Victoria?» «Vaya usted al cuerno--le digo--; lo
que ha hecho usted con mi amiga es una porquería.»
ELENA
Se quedaría tan fresco. ¡Es una lechuga!
VICTORIA
¡Quiá! Se puso un poco colorado y me dijo: «¿Verás á Elena?»--«Sí que
la veré.»--«Pues dila que esta noche (por anoche) la mandaré doscientas
pesetas.»
ELENA
¿Tú las has visto?... ¡Pues yo tampoco!
VICTORIA
¡Qué indecente!
ALICIA
Gentuza...
ÁNGELES
La culpa de todo la tiene la falta de dinero.
VICTORIA
Sí, señora; la madre del cordero es esa.
ELENA
Yo no soy vieja, y, sin embargo, recuerdo que antes los hombres no eran
así: tenían más alegría, más dinero... ó más coraje para gastarlo... ¡No
sé!
ÁNGELES
Todo va de mal en peor.
ALICIA
Yo tampoco soy vieja, y... ¡qué diablos!, el primer año que estuve en
Madrid ahorré más de cinco mil duros; y ahora, en cambio, tengo la mitad
de mis trajes empeñados.
VICTORIA
Y la otra mitad se la debes á la modista. ¡Todas iguales!
ELENA
Yo conozco á la _Valenciana_, y á Pepa _la Sorda_, que ya están ricas y
que seguramente no valieron de jóvenes más que nosotras.
ÁNGELES
¿Y Julia, la _Senadora_?
VICTORIA
¿Y Antonia, la _Estiráa_?
ELENA
¡Toma! Y, como esas, un ciento. ¿Y fué ninguna de ellas más guapa que tú
ó que yo ó que ésta?... (_Por Alicia._) Aquí, doña Ángeles, puede
decirlo...
ÁNGELES
Yo creo que los hombres fueron y serán siempre iguales.
VICTORIA
¡Alegrémonos por nuestras hijas!...
ÁNGELES
Sí, iguales... y eso que á mi edad, como podéis suponer, ya nadie me
mira. Pero comprendo que los hombres que para mí son de hielo, para
vosotras sean de brasa. ¡Natural! Lo que sucede ahora es que hay mucha
hipocresía, mucho vicio oculto...
ALICIA
Muchísimo.
ELENA
Ángeles dice bien. No es que ahora haya menos alegría ó menos dinero ó
menos calaveras; los hombres no pueden ser peores de lo que son. Lo que
ocurre es que hay una epidemia de señoras _diletantis_, que aman por
_sport_.
ALICIA
¿Ve alguna de nosotras al conde Ramiro?... No. Desde que se puso en
relaciones con la esposa de...
ELENA
Calla. ¡Y qué lástima de hombre! No he conocido otro más generoso.
VICTORIA
¿Y Perico López?
ELENA
Otro que tal. ¿Y Víctor Aguado?
ALICIA
Lo mismo.
ÁNGELES
Y como esos, otros cien y otros cien. Es lo que yo digo: antes había
menos hipocresía; antes, los hombres necesitaban una distracción y la
buscaban entre nosotras. Ahora...
VICTORIA
Ahora la rebuscan entre las esposas de sus amigos.
ÁNGELES
Ni más ni menos.
ALICIA
¡Decimos que no hay hombres! ¿Sabéis por qué?
VICTORIA
Porque nos les quitan las solteritas ociosas y las malas casadas.
ELENA
¡Como esas no piden dinero!
ALICIA
Pues las prefieren, aunque no sean tan guapas ni tan agradables como
nosotras.
VICTORIA
¿Pero quién iba á pensar que nuestro porvenir iban á echarlo á perder
las mujeres decentes?
(_Todas ríen._)
ELENA
(_Mirando su reloj_). ¡Horror! Las ocho y media.
VICTORIA
A mí me aguardan á las nueve.
ELENA
Y á mí.
ÁNGELES
Yo, también me voy.
(_Todas se levantan._)
ALICIA
(_A Elena_). ¿Esperas á Juanito?
ELENA
Sí. ¿Y tú?
ALICIA
Yo ceno con el marqués.
VICTORIA
¿Aquí?
ALICIA
Sí. Cuando llamasteis creí que era él.
VICTORIA
Yo también ceno en casa.
ÁNGELES
(_A Alicia_). Me parece que tu marqués no viene.
ALICIA
(_Displicente_). ¡Y dale! Pues, si no viene el marqués, vendrá Roberto.
¡Tanto monta!
VICTORIA
¿Pero á cuántos amigos esperas esta noche?
ALICIA
A dos.
ÁNGELES
¡Embustera! A tres...
VICTORIA
¡Y luego me llaman loca á mí!
ELENA
(_A Alicia_). Haces bien, hija mía. Parodiando una frase de Dumas, á
propósito del matrimonio, podríamos decir que la vida es para la mujer
una cruz tan pesada, que para llevarla necesitamos que nos ayuden tres
hombres... y, á veces, más...
VICTORIA
¡Y con todos nunca tenemos dinero! ¡Ea, vámonos!
ALICIA
Adiós, preciosa. Vaya, adiós.
ELENA
Adiós. (_A Ángeles._) ¿Usted se queda?
ÁNGELES
No. Saldremos juntas.
ELENA
(_A Alicia_). ¿Vas mañana á Apolo?
ALICIA
No sé todavía.
VICTORIA
Vé, mujer.
ALICIA
Ya veremos. ¿Tienes palco?
ELENA
Sí.
VICTORIA
También hay que ir á Eslava. Preparan una Inocentada estupenda.
ELENA
Bien, adiós.
ÁNGELES
Hasta mañana.
ALICIA
Adiós...
(_Suena el timbre._)
ÁNGELES
Tu marqués.
ALICIA
O Roberto.
VICTORIA
O un representante de las islas Británicas. ¡Maldito archipiélago!...
(_Pausa. Se oye un murmullo como de lucha y el ruido de una silla que
cae al suelo._)
CONSUELO
(_Desde dentro y sin que haya enfado en su voz_). ¡Demonio de hombre!
Estése usted quieto. ¡Estése usted quieto!...
ALICIA
Debe de ser Roberto.
VICTORIA
Quien sea trae prisa.
(_Todas avanzan un poco hacia el proscenio, en actitud expectante._)
ESCENA VI
DICHAS y ROBERTO. (Viste gabán y sombrero de copa. Trae una zambomba
descomunal.)
ROBERTO
¡Alicia!... ¡Mi Alicia!... (_Toca la zambomba. Todas ríen._)
ALICIA
¡Es incorregible!
VICTORIA
¡Y pensar que tiene cuarenta años!
ELENA
¡Tocando la zambomba! ¡Un diputado á Cortes!
ROBERTO
(_Entregando la zambomba á Ángeles con gravedad cómica_). Señora...
¿Pero vivís todas aquí?... ¿Estoy en Citeres ó en la isla de Itaca? ¡Yo
pierdo el seso, con la alegría!... Permitidme, nuevo Telémaco, que os
estreche sobre mi corazón... (_Las abraza con efusión exagerada._)
ELENA
¡Eres un botarate!
ROBERTO
Que está loco por ti... y por ti... y por ti también.
VICTORIA
Por todas.
ROBERTO
(_Siempre con ademán reposado y enfático_). Tú lo dijiste, en dos
palabras de suprema elocuencia: «¡Por todas!...» ¡Qué penetración tan
admirable, tan rápida! ¡Hijas mías! (_Vuelve á abrazarlas._)
VICTORIA
(_Tocando la zambomba_). ¡Música, música!...
ROBERTO
Y tú, Alicia...
ALICIA
(_Aparentando enfado_). ¡Déjame en paz!
ROBERTO
Alicia la dulce, Alicia la cordera...
ALICIA
Te digo que no me hables.
ROBERTO
¿Estás irritada conmigo?
ALICIA
Mucho.
ROBERTO
¿Por qué?
ALICIA
No tengo ganas de conversación.
ROBERTO
¿Me despides así, tan secamente, porque en la penumbra del pasillo he
cometido la ligereza de pellizcar á tu criada?
ALICIA
¡Ah! ¿Conque la pellizcaste?
ROBERTO
Completamente.
ALICIA
¡Me encanta tu frescura!
ROBERTO
¿O es porque adivinas que vengo á decirte que no puedo cenar contigo?
ALICIA
Sí que lo vas arreglando.
ROBERTO
¡Pobrecilla!... Ya veo la mesa, la mesita blanca... con dos cubiertos...
Uno para tí para mí el otro...
ALICIA
Pues, la verdad; aunque sé lo zascandil que eres, te esperaba.
ROBERTO
¿Lo veis?... Me esperaba... ¿lo oís?... ¡Me esperaba! Y su corazón
brincaba gozoso con mi recuerdo. ¡Pero, señor!... ¿Es posible que á mi
edad se inspiren todavía pasiones así?...
VICTORIA
¡Admirable!
ELENA
¡Demonio de hombre! ¡Revienta si habla en serio!
ALICIA
¿Pero te quedas ó no?
ROBERTO
Imposible, Alicia.
ALICIA
¿Cenas en tu casa?
ROBERTO
Sí.
ALICIA
¡Qué lástima!
ROBERTO
Compadéceme. Un odioso banquete de familia.
ÁNGELES
Le compadecemos á usted.
ROBERTO
Hay motivos: la esposa á la derecha, los suegros enfrente... (á los
suegros, ya es sabido, siempre les tenemos enfrente) y repartidos
alrededor de la mesa familiar, cuñadas, sobrinitas... ¡No quiero
pensarlo!... Pero, en fin (_abrazando á Alicia_), mañana vendré..
ALICIA
¿Por la tarde?
ROBERTO
Sí.
ALICIA
¿A las cuatro?
ROBERTO
A las cuatro.
ALICIA
¡Pero, suelta!... Hombre más pegajoso...
ROBERTO
Vendré, vendré más enamorado de ti que nunca... y en tus ojos tomaré el
desquite de lo que hoy he de sufrir. Hoy, mañana... es igual... ¿no es
cierto?... ¡Igual! Con una mujer como tú, es Nochebuena todo el año.
VICTORIA
(_Riendo_). ¡Tiene razón!... ¡Delicioso!
ELENA
¡Música, música!
VICTORIA
Va, va. (_Repica la zambomba._)
ROBERTO
Y, con esto, me voy.
ALICIA
¿Sin ni siquiera sentarte?...
ROBERTO
Imposible. Tengo un coche abajo y dentro del coche á mi mujer.
ALICIA, ELENA, VICTORIA
¡A tu mujer!
ROBERTO
A la legítima.
ALICIA
¿Pero estas loco?
ROBERTO
De la cabeza á los pies.
ÁNGELES
¡Sí que lo está!
ROBERTO
La he dicho que aquí vivía mi abogado.
VICTORIA
¿Y para quién era la zambomba?
ROBERTO
Para el hijo del abogado. He venido por que me moría de tristeza...
ELENA
Se te conoce.
ROBERTO
Porque yo me ahogo si no respiro, siquiera una vez al día, ese aire de
tolerancia que se respira aquí. ¡Ea, salud!... (_Hace ademán de irse._)
VICTORIA
Oye...
ROBERTO
Di.
VICTORIA
¿Me llevas una noche al teatro?
ELENA
Y á mí.
ROBERTO
Mañana os espero en la Zarzuela.
VICTORIA
Yo no voy á la Zarzuela.
ROBERTO
¿Por qué?
VICTORIA
Porque le debo un palco á un revendedor.
ROBERTO
Te pondré en paz con tu revendedor.
VICTORIA
Pero, de ir, ha de ser con mi novio.
ROBERTO
¡Ah! ¿Pero tienes novio?
ALICIA
Y muy simpático.
VICTORIA
Es actor.
ROBERTO
¡Malo!... En general, todos los artistas son unos botarates...
ELENA
Sí, que tú...
ROBERTO
Les conozco; unos botarates aficionados al juego, al vino, á las
mujeres... pero, en el fondo, ¡eso sí!, buenas personas; ingenuos,
generosos... ¡todo corazón!... Sí, llévale; yo disfruto viendo cómo se
aman los demás.
ALICIA
¡Es un santo!
VICTORIA
Más música. (_Tocando la zambomba._)
ROBERTO
(_A Alicia_). Adiós, cuerpo bonito, carita de rosa.
ELENA
Nos vamos todas.
ROBERTO
¡No será conmigo!
VICTORIA
¡Será detrás de ti!
ROBERTO
Eso es diferente.
ELENA
Pierde cuidado; no te comprometeremos. Bajas delante.
ROBERTO
Sí, dadme tiempo á que me suba al coche. ¡Adiós, gabinete inolvidable;
mesa querida, adiós!...
ELENA, VICTORIA
(_Empujándole_). Anda, anda... Ya has dicho bastantes tonterías.
ALICIA
¿Y la zambomba?
VICTORIA
Me la llevo yo.
ROBERTO
(_Desde dentro_). Hasta mañana.
ALICIA
Hasta mañana.
(_Detrás de Roberto salen Elena y Victoria._)
ÁNGELES
(_Besando á Alicia_). Hasta mañana. Diviértete mucho.
ALICIA
Adiós, Ángeles. Te deseo una buena noche.
(_Un momento la escena queda sola._)
ESCENA VII
ALICIA, sola
¡Se marcharon, al fin!... ¡Oh!... ¡Cuánta conversación, cuánto hablar de
frivolidades que á una no le interesan! ¡Cuánto fingir!... (_Coge un
periódico y se sienta delante de la chimenea. Atiza la lumbre. Mira el
reloj de su pulsera._) Las ocho y media dadas. ¡Que tarde!... ¿No
vendrá? (_Lee._) Esperemos. (_Dentro y lejos, como en la calle, resuena
un recio estrépito de zambombas, tambores, panderetas y almireces.
Algarabía desacorde y sin ritmo, como de gentes que van borrachas._)
UNA VOZ CANTA:
¡Ande, ande, ande
la marimorena!
¡Ande, ancle, ande
que hoy es Nochebuena!...
OTRA VOZ:
En la garganta tienes
un lunarcito,
en la garganta quiero
darte un besito[B].
[B] Conviene que esta Voz sea de mujer. La actriz encargada de cantar
puede elegir la copla y la tonadilla que guste.
_Y el coro repetirá, á modo de estribillo:_
¡Ande, ande, ande
la marimorena!
¡Ande, ande, ande
que hoy es Nochebuena!...
(_Luego las voces cesan y el ruido de los instrumentos va debilitándose,
cual si se alejase por la calle. Ensáyese bien esto, por que de ello
depende el encanto melancólico de la escena._)
ALICIA
Noche triste, noche maldita... maldita, porque es de recuerdos... ¡Ay,
mi madre!... Y mis veinte años... mis años de ilusión... ¿dónde
fueron?... (_Exaltándose._) Daría... ¡oh!... No sé qué daría por no
estar sola... (_Pausa. Suena el timbre del teléfono._) ¡Ah! Una voz que
viene de lejos, un consuelo... (_Maneja el aparato._) ¿Quién?...
¿Quién?... Perdone, Central. ¡Ah!... ¿Casino de Madrid?... Ya...
¿Cómo?... Más alto... ¡No se oye!... ¿Qué dice? Las portadas del
periódico... ¿Eh?... ¿Pero usted cree que esto es una redacción?...
¡Oiga usted, Central! Central... Central... (_Apoyando el timbre. El
timbre del teléfono vibra otra vez._) ¡Central!... ¡Ah! ¿Es el Casino de
Madrid? A ver si ahora nos entendemos... Bueno, bueno... bien... usted
perdone, Central, usted perdone... ¡Casino de Madrid! Sí, aquí es...
¿Con quién hablo?... ¡Ah, eres tú, Luisito?... ¿Cómo estás?... Yo, muy
guapa... ¡Ja, ja, ja!... ¡No seas bruto!... ¿Eh?... Digo que no seas
bruto. Bien. (_Ríe._) Sí, recibí las botellas... muy buena marca... no
lo he probado aún, pero supongo que será excelente. Oye... oye... te
advierto que te espero, tengo un apetito horrible... ¿Cómo? ¿Que no
puedes venir á cenar conmigo?... ¿Cenas en tu casa?... Ya podías
habérmelo dicho antes... ¡Evidentemente!... Eso no se hace... ¿eh? No,
señor; no se hace, porque si tú tienes compromisos, yo también los
tengo... Si viene alguien, le recibiré... ¡No faltaba más! No admito
explicaciones, no las admito... Te vas al infierno... Ni quiero reñir ni
dejo de querer; haz lo que gustes... No sé si podré... ¡que no sé si
podré!... No, mañana no, y menos por la tarde... Sí... Adiós...
(_Separándose del teléfono._) ¡Maldita sea!... (_Apoya un timbre.
Pausa._)
ESCENA VIII
ALICIA Y CONSUELO
CONSUELO
¿Llama usted?
ALICIA
Dame de cenar.
CONSUELO
¿Cena usted sola?
ALICIA
Sola.
CONSUELO
¿No viene el señor marqués?
ALICIA
No.
CONSUELO
¿Y el señorito Roberto?
ALICIA
Tampoco.
CONSUELO
¿Cómo? ¿Ha reñido usted con ellos?
ALICIA
No.
CONSUELO
Entonces...
ALICIA
¿Qué quieres?... El marqués está casado, Roberto también está casado...
y los «señores» tienen que cumplir con la familia. ¿Sabes? ¡Ironías de
la suerte!... Esta noche, la más triste de todas las del año, es
precisamente la única noche en que la Fatalidad, que tiene cara de
clown, nos obliga á dormir solas.
CONSUELO
Es verdad... sí...
ALICIA
(_Con gran apasionamiento_). Ya sabes cómo _nosotras_ llamamos á los
hombres que nos pagan... Siempre les desprecié con toda mi alma,
siempre... Jamás comprendí que hombres discretos, hombres de mundo,
pudiesen hallar contentamiento en la comedia de amor que nosotras, en su
obsequio y por su dinero, representábamos. ¡Les creía imbéciles!...
Pero, no, no lo son; ahora les comprendo, y como les comprendo, les
disculpo... ¡hasta piedad me inspiran!... Es que los infelices, en medio
de su vivir ordenado, se aburren, y sus pobres almas tiemblan de frío.
No, ellos no creen en nosotras, pero lo fingen... y su propio
fingimiento les distrae con el espejismo de un amor real... ¡Oh! Ahora
como nunca comprendo su fastidio, su fastidio mortal... su miedo á estar
solos. (_Pausa. Consuelo permanecerá de pie, en actitud resignada.
Alicia se dispone á leer el periódico._)
CONSUELO
Entonces... ¿quiere usted cenar ahora?
ALICIA
Sí... sí... no tengo ganas, pero, en fin, cenaré... ¡Sola, qué rabia!
CONSUELO
¿Quiere usted ostras?
ALICIA
Sí. ¿Hay langostinos?
CONSUELO
También.
ALICIA
Bueno; pues, de todo un poco. Hay que vivir...
CONSUELO
Los bocadillos de langosta tienen muy buena cara.
ALICIA
¡Vengan los bocadillos de langosta!
(_Se levanta y se sienta á la mesa. Suena un timbre._)
CONSUELO
¿Será el señorito Ricardo?
ALICIA
No le espero ahora. Que pase quien sea.
CONSUELO
¿Si es un hombre?
ALICIA
Como si es mujer.
CONSUELO
(_Risueña_). Con tal que no sea un acreedor...
ALICIA
(_Impacientándose_). ¡Aunque sea un acreedor! No importa. ¡Aunque sea el
verdugo!...
(_Pausa. Consuelo sale y vuelve con una carta._)
CONSUELO
Tome usted.
ALICIA
(_Rompe el sobre_). ¡Oh!... ¡No viene!... ¡Oh! No viene... (_Pausa._)
CONSUELO
¿Una mala noticia?
ALICIA
¡Bah!... Sí... ¡No viene! (_Aparte._)
CONSUELO
Presumo de quién es.
ALICIA
Del señorito Ricardo.
CONSUELO
Del mismo. ¿No puede venir?
ALICIA
No.
CONSUELO
Cena con sus padres, ¿verdad usted?
ALICIA
Con sus padres. ¡Mala sombra!...
CONSUELO
¡Es natural, señorita! En una noche como esta, ya se sabe; la familia...
ALICIA
¡Claro! La familia... Y los que, como yo, rompieron con la familia para
ser libres, cenan solos...
(_Pausa. Alicia permanece absorta._)
CONSUELO
(_Suspirando con disimulo_). ¡Ay!...
(_Pausa larga._)
ALICIA
Consuelo...
CONSUELO
Señorita.
ALICIA
¿Tú también tienes familia?
CONSUELO
Sí, señorita.
ALICIA
¿Padre y madre?
CONSUELO
Madre, nada más.
ALICIA
¿Y hermanos?
CONSUELO
Tres, más pequeños que yo.
ALICIA
Les querrás mucho...
CONSUELO
Mucho, sí, señorita; ¡figúrese usted!
ALICIA
¡Claro!... Como yo querría á los míos... si no se avergonzasen de que
yo les quisiera... (_Pausa. Vuelve á leer la carta de Ricardo._) ¿No
puede venir! ¡Qué fatalidad!... (_Pausa._) ¿Y tú, Consuelo, vas á cenar
conmigo?
CONSUELO
Como la señorita disponga.
ALICIA
No; ¿para qué sacrificarte?... Tú también tendrás gusto en cenar con los
tuyos, ¿verdad?
CONSUELO
Antes iba á decírselo á usted: puesto que ni el marqués, ni don Roberto,
ni el señorito Ricardo vienen... si no le hago á la señorita mucha
falta...
ALICIA
Ni poca ni mucha. ¡Para lo que he de comer!
CONSUELO
Puedo irme más tarde.
ALICIA
(_Levantándose_). No, tonta, vete ahora. Es igual... yo me serviré. Toma
diez pesetas, para que les compres algún juguete á tus hermanos.
CONSUELO
¡Ay, muchas gracias, señorita!
ALICIA
Llévate, además, todo el turrón que quieras.
CONSUELO
Muchas gracias.
ALICIA
Llévate también la llave, para que yo, mañana, no tenga que levantarme á
abrirte. Anda, date prisa, que van á dar las nueve.
CONSUELO
Como usted quiera.
ALICIA
Anda, anda...
ESCENA IX
ALICIA, sola
(_Un momento permanece indecisa. Luego hace mutis y reaparece con dos
platos que coloca sobre la mesa_). Cenemos. (_Vuelve á resonar en la
calle estrépido de tambores, de panderetas y de voces._)
VOCES
Esta noche es Nochebuena
y no es noche de dormir;
vente conmigo, serrana,
que me quiero divertir...
UNA VOZ
La niña que yo quiero
tiene una cama,
más blanca que las nieves
del Guadarrama...
CORO
¡Ande, ande, ande
la marimorena!...
¡Ande, ande, ande
que hoy es Nochebuena!...[C].
[C] NOTA IMPORTANTE.--Como el autor reconoce que la melancolía suprema
de esta ultima escena es para «sentida» más que para «dicha», propone á
la actriz encargada del papel de «Alicia» dos desenlaces: Uno,
representar la comedia según aparece escrita; otro, no bien el coro
acabe de cantar, dejar la copa de champagne que iba á llevarse á los
labios y, sin decir palabra, como quien no puede reprimir más tiempo su
dolor, romper á llorar desoladamente, mientras el telón cae lento.
ALICIA
¡Qué estrépito! Si parece que va á hundirse la casa... ¡En fin!... Una
noche en que no necesito inventar conversaciones espirituales, ni fingir
caricias, ni reirme sin ganas... ¡Nochebuena!... ¡Qué diablos! No sé de
qué me quejo... Y en mi pueblo, los que se acuerden de mí dirán: «¿Qué
hará esa?...» ¡Si me vieran!... (_Descorcha una botella de champagne._)
Bueno; bebamos; me emborracharé. El vino se lleva los recuerdos, y una
noche sin recuerdos... ¡Nochebuena!... (_Bebe. Otra vez resuenan
tambores y almireces._)
TELON LENTO
EL PASADO VUELVE
COMEDIA EN UN ACTO
Estrenada en el TEATRO ROMEA la noche del 30 de Enero de 1909
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
RAMONA (veinticinco años. Hetera
de mucho rumbo y distinción) Srta. Valdivia.
GABRIELA (ídem, íd. Viste traje
de viaje) Sra. Ezquerra.
JOAQUÍN CERVERA (cuarenta
años. Tipo artista, desembarazado
de ademanes y elegante
sin atildamiento. Más
que un viejo es un hombre
envejecido, usado por la
vida. Creo que, para caracterizar
este personaje, el
actor no necesita ponerse
peluca; le bastará con empolvarse
un poco los cabellos) Sr. Palacios.
DON PABLO (cincuenta años.
Aristócrata alegre y mundano.
Lo que nosotros llamamos
un desaprensivo, y
los franceses _un bon vivant_) » Castilla.
SANTIAGO (treinta años. Carácter
regocijado y frívolo) » Sampayo.
UN CAMARERO » Palacios (A.).
La acción se desarrolla en verano y en una playa de moda.--Epoca actual.
_Derecha é izquierda, las del actor._
* * * * *
EL PASADO VUELVE
ACTO ÚNICO
Gabinete lujoso en un Hotel de viajeros: un armario, un lavabo con
espejo, etc. Al fondo y á la izquierda, una ventana abierta sobre un
jardín y que, desde el primer momento, aparecerá bañada en luna. Muy
cerca de la ventana, un diván. Al fondo y á la derecha, una puerta. A la
derecha, otra. En un ángulo cualquiera, y colocados uno encima de otro,
dos baúles. Detalle es éste que dará á la escena una gran expresión de
gabinete alquilado y provisional. Arrojado de cualquier modo sobre un
mueble, habrá un traje de mujer vistoso y llamativo.
Al levantarse el telón se hallan en escena Ramona y don Pablo. Ella
asomada á la ventana, como quien espera. Viste bata blanca. El, en
mangas de camisa, aparece abrochándose las botas, ó peinándose, etc.,
con mucha calma.
Es de noche.
ESCENA PRIMERA
RAMONA y DON PABLO. Este, durante todo el diálogo, demostrará un
imperturbable buen humor
RAMONA
Acaban de sonar las nueve. Ya no puede tardar. ¿A qué hora dijeron que
llegaba el expreso?
DON PABLO
A las nueve menos cinco.
RAMONA
Ya ves.
DON PABLO
Pero no hay que fiarse. En Portugal, como en España, los trenes caminan
á paso de camello. ¡No podemos negar nuestro abolengo africano!
RAMONA
Sentiría que Gabriela no viniese hoy; lo sentiría de veras; más que
nunca. (_Nerviosa._)
DON PABLO
¿Pues?
RAMONA
Entre otras razones, porque adivino que esta noche voy á fastidiarme
horrorosamente.
DON PABLO
Será porque te da la gana.
RAMONA
O porque tú no me dejas divertir.
DON PABLO
(_Incomodado momentáneamente._) ¡Y vuelta con la misma! ¿No te dije que
te llevaba á la _kermesse_?
RAMONA
¿Y qué?
DON PABLO
¿Entonces?...
RAMONA
Que si voy, será con el vestido que yo quiera. (_Aludiendo al que habrá
sobre un mueble._)
DON PABLO
¡Ah! Lo que es eso, de ningún modo. ¡Un traje con el que, á cien leguas,
vas oliendo á _cocota_!
RAMONA
¿Y no lo soy?
DON PABLO
Pero, yendo conmigo, no hace falta que lo recuerdes. ¡Bueno fuera!...
RAMONA
Terminemos la conversación, ¿quieres?... Terminemos la conversación.
¡Eres un estúpido!
DON PABLO
Y tú una poca vergüenza.
RAMONA
Tal para cual.
DON PABLO
Verdaderamente. (_Recobrando su buen humor._)
RAMONA
(_Con ira reconcentrada_). ¡Necio! Si no fuera por...
DON PABLO
Sí, por... porque mi cartera nunca está vacía, ¿eh?...
RAMONA
¡Eso!
DON PABLO
Me es igual; cada uno de nosotros dispone de una fuerza, de un arma. Tú
tienes belleza, es cierto, pero yo tengo dinero.
RAMONA
La belleza vale más que el dinero.
DON PABLO
Según. A la hora del amor, sí. Pero á la hora de almorzar, desengáñate:
¡oros son triunfos!...
(_Ella vuelve á asomarse á la ventana. El, para demostrarla que no está
enfadado, empieza á silbar una canción. Pausa._)
RAMONA
¡Por fin!
DON PABLO
¿Eh?
RAMONA
¡Ahí está, ahí viene! (_Palmoteando de alegría._) ¡Gabriela... Gabriela!
¡Sube!... Por ahí...
DON PABLO
¿Es guapa?
RAMONA
Bastante más que tú. (_Rencorosa._)
DON PABLO
Ya lo veremos.
RAMONA
¡Pero, hombre de Dios! ¿No acabas de vestirte?
DON PABLO
Voy, mujer... voy.
RAMONA
¡Me desesperas!... ¿O es que no te importa que Gabriela te vea así?
DON PABLO
¡Bah!... Siendo amiga tuya, supongo que no será esta la primera vez que
ve á un hombre en mangas de camisa. (_Con alegría irónica._) ¿O es que
empiezas á tener celos de mí? (_Hace ademán de abrazarla._)
RAMONA
¡Quita! (_Sale precipitadamente por la puerta del fondo. Ramona, desde
dentro._) ¡Gabriela, chiquilla! ¡Bienvenida!...
ESCENA II
DON PABLO, RAMONA, GABRIELA y un CAMARERO cargado con el equipaje de
esta última
GABRIELA
(_A don Pablo_). Buenas noches.
DON PABLO
(_Inclinándose cómica y ceremoniosamente_). A los pies de usted.
CAMARERO
(_A Gabriela_). Voy á preparar á usted su habitación.
GABRIELA
Muy bien.
CAMARERO
¿Puedo dejar esto aquí un momento?
RAMONA
Sí, sí.
GABRIELA
(_A Ramona_). Gracias. (_Al camarero._) Tome usted, tome usted... para
el cochero... una propinilla.
CAMARERO
Gracias, señorita. (_Vase._)
ESCENA III
RAMONA, GABRIELA, DON PABLO
RAMONA
(_A Gabriela_). Ahora voy á presentaros. He esperado á que el camarero
se marchase para hacerlo con cierta solemnidad.
GABRIELA
¡Qué graciosa! (_Las dos ríen y se abrazan._)
RAMONA
Gabriela, mi amiga... casi mi hermana. Pablito... (_enfática_) ó, mejor
dicho, don Pablo; mi esposo en Portugal.
DON PABLO
Como si dijésemos, un esposo para quince días.
GABRIELA
¿Nada más? (_Riendo._)
DON PABLO
Nada más. Ser amante _oficial_ de una mujer bonita y no ser engañado, es
muy difícil, Hay, por consiguiente, que retirarse antes de que el dulce
peligro asome.
GABRIELA
Es usted encantador.
DON PABLO
Muchas gracias. Usted me permitirá que continúe embelleciéndome.
RAMONA
¡Dos horas hace que está así!
DON PABLO
Hija mía... á mi edad, todas las precauciones son pocas. (_Vuelve al
tocador._)
GABRIELA
Está usted en su casa. (_A Ramona y bajando un poco la voz._) ¿Sabes
quién ha venido conmigo en el tren?
RAMONA
¿Quién?
GABRIELA
Joaquín Cervera.
RAMONA
¿Es posible? (_Con alegría vivísima._)
GABRIELA
Nos encontramos en la estación de Madrid y hemos hecho el viaje juntos.
RAMONA
(_Pensativa_). ¡Qué casualidad!
GABRIELA
¿Hace mucho tiempo que no le ves?
RAMONA
Mucho, mucho. Años...
DON PABLO
(_Sin mirarlas_). Ese Joaquín Cervera es el escultor... ¿verdad?
GABRIELA
El mismo.
DON PABLO
Ya decía yo que el apellido me «sonaba».
GABRIELA
¿Le conoce usted?
DON PABLO
De nombre, nada más.
RAMONA
(_A Gabriela y con tristeza_). ¡Qué casualidad!
GABRIELA
¡Si vieras qué cambiado está el pobre!
RAMONA
¿Sí?
GABRIELA
No es ni la sombra de lo que fué. Pálido, triste... Tiene los cabellos
casi blancos...
RAMONA
¡Pobre Joaquín! Nos conocimos hace diez años, ya sabes... cuando yo
todavía era una niña. Luego emigró á Londres y no hemos vuelto á vernos.
GABRIELA
Pues si le vieses ahora, no le conocerías.
DON PABLO
(_Pavoneándose_). Los buenos mozos duramos poco. ¡Es una lástima!
RAMONA
¿Y ha venido aquí por muchos días?
GABRIELA
A pasar el verano.
DON PABLO
¿Supongo que no pensarás engañarme?
RAMONA
¡No seas necio! (_Aparte á Gabriela._) Ya hablaremos. (_Alto._) Ven, te
enseñaré mi mirador. (_Se acercan á la ventana._)
GABRIELA
¡Pero esto es delicioso!
RAMONA
Admirable. Lo mejor de la colonia veraniega se hospeda aquí.
GABRIELA
Y mujeres... ¿hay muchas?
RAMONA
Pocas. ¿Vienes sola?
GABRIELA
Sola; á probar fortuna.
DON PABLO
Hará usted fortuna. Yo, á la edad de usted, siempre iba solo, y me
llovían los _pedidos_.
RAMONA
Aquí tenemos diversiones de todas clases: patines, teatro de fantoches,
tómbola, columpios, Tío-Vivo y una orquesta de cíngaros que _suena_ de
media en media hora.
GABRIELA
Magnífico.
RAMONA
¡Mira quién va por allí!
GABRIELA
¡Chica! ¡El marquesito!
RAMONA
Y á ella también la conoces. (_Dentro suena un vals, pero muy «piano»,
para que no interrumpa el diálogo._)
GABRIELA
Creo que sí...
RAMONA
Sí... es la de González, aquella francesa rubia que Antonio Buendía y el
duque Martín dejaron desnuda en un merendero.
GABRIELA
¡Ya recuerdo! (_Ríe._)
RAMONA
¿Y la cara que puso don Cleto cuando lo supo?
GABRIELA
¡Sí, mujer!... ¿No he de acordarme? (_Ríen como locas._)
DON PABLO
(_Que habrá acabado de vestirse_). ¡Pobre don Cleto!
GABRIELA
(_Sin dejar de reir_). ¿También le conoce usted de nombre?
DON PABLO
A ese, ni de nombre.
GABRIELA
Como le compadece usted...
DON PABLO
Por espíritu de clase.
RAMONA
(_A Gabriela_). ¡Vamos á bailar!
GABRIELA
¿Y si rompemos algún mueble?
RAMONA
Lo paga Pablito.
GABRIELA
Entonces, vamos. ¡Cuidado, don Cleto!... Digo... ¡Don Pablo!
(_Bailan sin dejar de reir._)
DON PABLO
¡Es igual!
RAMONA
Eso creo yo...
ESCENA IV
DICHOS y el CAMARERO
CAMARERO
¿Puedo pasar?
RAMONA
Adelante. (_Dejan de bailar._)
DON PABLO
(_A Gabriela_). En una habitación donde hay un hombre con dos mujeres,
se puede entrar siempre, ¿verdad?
GABRIELA
¿Está usted seguro?
DON PABLO
Cuando el hombre tiene mi edad...
GABRIELA
También tiene usted razón. (_Cesa la música._)
CAMARERO
(_Que habrá recogido el equipaje de Gabriela_). La señorita puede pasar
cuando guste á su habitación.
GABRIELA
Perfectamente.
CAMARERO
Es la de aquí al lado. El número seis. (_Señala á la derecha._)
GABRIELA
Bien.
RAMONA
¡Me alegro! Así estaremos más juntas.
CAMARERO
¿La señorita va á cenar aquí?
GABRIELA
Sí. Es decir... espere usted. No sé qué hacer... ¿Tú has cenado ya?
RAMONA
Sí, pero no te importe. ¿Estás cansada del viaje?
GABRIELA
No.
RAMONA
Entonces te aconsejo que vayas á _Pum-Pum_; un café-concierto. Se come
muy bien.
GABRIELA
El caso es...
RAMONA
¿Qué?
GABRIELA
Que necesitaría cambiarme de traje.
RAMONA
¡Ah, naturalmente! Allí va un público muy selecto.
DON PABLO
De traje y de ropa interior.
GABRIELA
Por eso... ¡qué fastidio! (_Al camarero._) No, no; mire usted, no salgo:
cenaré aquí.
CAMARERO
Pues, cuando quiera.
GABRIELA
En seguida. ¡Ah! Oiga usted: un caballero vendrá preguntando por mí.
Hágale usted subir.
CAMARERO
Será usted servida. (_Vase._)
ESCENA V
RAMONA, GABRIELA, DON PABLO
DON PABLO
(_Consultando su reloj_). Me parece que no voy á esperar á Santiago.
RAMONA
Créeme que si no volvieses á verle en toda tu vida, no perdías nada.
GABRIELA
¿Quién es ese Santiago?
RAMONA
Un niño rico, un pisaverde que le trae sorbido el seso á éste. (_Por don
Pablo._) ¡Hija mía! En cuanto ve á Santiago, Pablo se transforma;
diríase que le quitan veinte años de encima. Las consecuencias luego,
las pago yo. Porque, donde le ves, tiene mal vino.
GABRIELA
¿Hola... sí?
RAMONA
Le da por reñir y por no darme dinero.
DON PABLO
¡Como que los borrachos nunca pierden el tino!
GABRIELA
Hace usted mal, Pablo, en disgustar á Ramona, que es tan buena.
DON PABLO
¡Pero si no la doy disgustos!
RAMONA
Todos los que puede; y como los días, en verano, son tan largos...
GABRIELA
Te da muchos. Veamos: ¿por qué esta noche, en lugar de irse con su
amigo, no sale usted con Ramoncita?
DON PABLO
Porque ella no quiere.
RAMONA
Porque no quieres tú.
DON PABLO
¡No empecemos!... Gabriela: sea usted imparcial y juzgue por sí misma.
La manzana de nuestra discordia es ésta. (_Coge el vestido de que se
hizo mención en otro lugar._) La niña... se ha empeñado en ir á la
_kermesse_ con este traje.
RAMONA
Un traje precioso, que lo firmaría Paquín.
DON PABLO
Un traje de titiritera, un semidesnudo que llamaría la atención de todo
el mundo y me pondría en berlina.
GABRIELA
(_Conciliadora_). Pues, mujer... ponte otro vestido.
RAMONA
¿Yo?... ¡Está fresco!
DON PABLO
No la conoce usted.
GABRIELA
Tiene la cabeza dura...
DON PABLO
Como la de un martillo.
RAMONA
No, te equivocas; yo no soy testaruda por temperamento, sino por
cálculo. Hay que saber entender á estos caballeros ricos que «nos
entretienen». Si te blandeas con ellos, te comen por los pies.
DON PABLO
¿Qué tiene que ver el dinero con lo que aquí discutimos?
RAMONA
Mucho. Porque el dinero siempre es mal educado, grosero. Tú, á pesar de
tu buena crianza, no puedes olvidar que eres el amo.
DON PABLO
¡Naturalmente!
RAMONA
El que paga.
DON PABLO
¡Naturalmente!...
GABRIELA
Bien, basta... No hay motivos para reñir. ¡Qué atrocidad! ¡Ni que
estuvieseis casados!...
DON PABLO
Así es. Pero de cuándo en cuándo necesito recordar á Ramoncita que yo no
sirvo a nadie de juguete.
RAMONA
Lo mismo digo.
GABRIELA
¡Demonio! Bastante habéis hablado ya.
DON PABLO
Por mi parte...
RAMONA
¡Y se queda tan fresco! ¡Hipócrita!... ¿Pero ves qué tíos estos?...
(_Furiosa._)
DON PABLO
Bonita palabra.
RAMONA
Sí, sois unos tíos.
DON PABLO
Ramona...
RAMONA
¡Unos tíos!...
DON PABLO
Calla... calla... ¡Si no puedes negar lo que eres, si no puedes
negarlo!... A la lengua se te sube el barro que llevas en el alma, y,
sin querer, lo escupes...
RAMONA
Sí, barro escupo: el que tú... y otros como tú echasteis sobre mí: fango
de egoísmos, fango de traiciones. Buena y limpia, como hecha de luz, era
yo cuando niña. La suciedad que ahora hay en mí, ¿de quién la recibí, si
no de vosotros? Vosotros me enseñasteis el lenguaje de la plazuela. ¿No
sabías que, como el trueno sigue á la luz, así la primera blasfemia
responde al primer desengaño?... ¡Y aún crees que voy á ser juguete
vuestro... tuyo!... ¡Imbécil, imbécil, imbécil!... (_Llora._)
GABRIELA
Ramona... Ramoncita...
DON PABLO
(_Correcto_). ¡Muy bonito! El relámpago, el trueno... y ahora la lluvia.
¡Mejor es callar!
RAMONA
(_A Gabriela_). Creen que á nosotras se nos conquista con dinero... ¿Qué
te parece?... ¡Ja, ja!... ¡Con dinero!
DON PABLO
¿No?
RAMONA
¡No! Se nos conquista con delicadezas... ¿te enteras?... Con
delicadezas... con palabras... Y para jugar con una mujer,
¡desengáñate!, es preciso cogerla por el corazón.
DON PABLO
(_Ya de buen humor_). Voy creyendo que las mujeres agradecéis más una
bofetada á tiempo que una orla de brillantes.
RAMONA
¡Qué lástima de tiro, hijo mío!...
DON PABLO
¡Y los billetes de Banco que me ha costado aprender una lección tan
sencilla! Bueno; _au revoir_; me marcho. Gabriela, perdone usted el mal
rato que acabamos de darla...
GABRIELA
¿Se va usted sin hacer las paces con Ramona?
DON PABLO
Por hechas. ¿Usted cree que yo tomo estas cosas en serio?... ¡Quiá!
RAMONA
Yo, felizmente, hago lo mismo.
DON PABLO
(_A Gabriela_). Las mujeres sois siempre menores de edad.
GABRIELA
¿A dónde va usted ahora?
DON PABLO
Al Casino.
GABRIELA
¿A jugar?
DON PABLO
Y á perder.
RAMONA
¿Llevas mucho dinero?
DON PABLO
El suficiente para que el banquero no cese de bendecirme en toda la
noche.
GABRIELA
Prefiere usted los juegos de azar á los juegos de amor. ¡Hace usted mal,
don Pablo!
DON PABLO
Achaques de la edad. Yo soy muy positivista.
RAMONA
¿Pero tú creías que éste se ocupa en hacer el amor?
DON PABLO
Lo compro hecho. Es más cómodo.
GABRIELA
Pero menos poético.
DON PABLO
Pero más cómodo.
RAMONA
Y para ti la comodidad...
DON PABLO
Sobre todas las cosas. (_A Gabriela._) Repito... (_A Ramona._)
Fierecilla... ¡Ah! Si viene Santiago le dices...
RAMONA
No te molestes; me parece que le tienes ahí.
ESCENA VI
DICHOS y SANTIAGO, que entrará tarareando una canción y sin llamar
SANTIAGO
(_Ya dentro_). ¿Se puede?
RAMONA
¡Hola!... ¿Y lo pregunta usted desde dentro?
SANTIAGO
Adiós, Pablito... Ramona...
RAMONA
(_A Gabriela_). Santiago Rivas, uno de nuestros primeros... desocupados.
Mi amiguita Gabriela Rey, que acaba de llegar...
SANTIAGO
¿De Madrid?
GABRIELA
De Madrid.
SANTIAGO
Encantadora... sí, señor... encantadora...
GABRIELA
Muy amable...
SANTIAGO
Es una de las manos más bonitas que han pasado por la mía. Permítame
usted... (_La besa._)
RAMONA y GABRIELA
¡Santiago!
SANTIAGO
(_A Gabriela._) No me guarde usted rencor; en mis labios no hay veneno.
Además, vengo medio loco.
DON PABLO
¿Pues qué sucede?
SANTIAGO
Ya te contaré.
GABRIELA
(_A Ramona_). Es simpático.
SANTIAGO
Aquí no puede ser. Es una historia para hombres solos.
RAMONA
¿Una nueva conquista?
SANTIAGO
Un proyecto de conquista.
RAMONA
¿Joven?
SANTIAGO
Veinte años.
RAMONA
¿Rica?
SANTIAGO
Rica.
DON PABLO
¿No se tratará de Victoria?
SANTIAGO
¡Quiá! Esa, pasó. Anoche quise verla y anduve rondando su calle, y como
había luz en su cuarto, empecé á llamarla á gritos: «¡Victoria...
Victoria!...» Y en la quietud de la calle, ancha y silenciosa, el eco
respondía: «¡Victoria... Victoria!» Hasta que llegó un guardia y me
dijo: «Caballero, por bien que le hayan salido á usted sus asuntos,
hágame el favor de callar. Son las dos de la madrugada.»
GABRIELA y RAMONA
¡Tiene gracia!
SANTIAGO
Y me fuí. Pero la de ahora sí que es guapa... ¡Oh!...
DON PABLO
Ya me contarás...
GABRIELA
¿Conque esas tenemos? Una mujer joven, rica... ¡muy bien!
RAMONA
Una verdadera novia, por lo visto; una muchacha decentita....
SANTIAGO
¿Decente?... ¡Quiá!... ¿Pero usted me cree capaz de enamorarme «de eso»
que llaman una mujer decente?...
RAMONA
¡Hombre!
SANTIAGO
¡No las quiero! Una mujer así es una cadena metida en un corsé.
RAMONA y GABRIELA
¡Qué disparates dice! (_Horrorizadas._)
DON PABLO
¡Tiene razón! (_Riendo._) ¡Tiene razón!
SANTIAGO
¡Claro es!... Para los incasables como yo, las solteritas que buscan
marido, no sirven, y las casadas fieles, tampoco. Yo, en cuestiones de
amor, soy mariposa, soy anarquista. ¡Viva la anarquía! Ea, tú, Pablo...
¡hale! Paso de camino...
DON PABLO
Andando.
SANTIAGO
A no ser que estas señoritas... A Ramona la veo en traje de casa.
RAMONA
Yo no salgo.
SANTIAGO
¿Y usted?
GABRIELA
Acompaño á Ramona.
SANTIAGO
Tiene usted ojos apasionados, ojos italianos... ojos de ensueño... ¡Eh,
tú, Pablito!... ¿No te parece?... Ojos de ensueño. Usted debe de ser un
alma errante, un alma viajera...
GABRIELA
(_Riendo_). Sí, sí... ¡Pero ya no viajo!...
SANTIAGO
¿Ha descarrilado usted alguna vez?
GABRIELA
Muchas.
SANTIAGO
También yo.
GABRIELA
Y esos viajes sentimentales suelen costar á las mujeres muchas lágrimas.
SANTIAGO
Y á los hombres mucho dinero. Estamos de acuerdo. (_Se dan las manos
riendo._)
DON PABLO
¿Acabarás de charlar?
RAMONA
¿A dónde van ustedes, por fin?
DON PABLO
Desde aquí al Casino.
SANTIAGO
Nos esperan. Luego iremos á _Pum-Pum_.
DON PABLO
¡Es un programa!
SANTIAGO
Luego... ¡quién sabe!... Misterio. Pero, ¿qué importa, cuando en el
misterio está la poesía?
DON PABLO
(_Que habrá estado frotándose las sortijas con su pañuelo_). ¡Por vida
de los moros!...
SANTIAGO
¿Qué es?
DON PABLO
Que se me ha caído el brillante del solitario.
RAMONA, GABRIELA
A ver, á ver... (_Todos rodean á don Pablo. Los artistas cuidarán de dar
á esta escena la mayor animación posible._)
DON PABLO
Menos mal que no fue en la calle.
RAMONA
¡Qué lástima!
GABRIELA
¡Hermosa piedra!
DON PABLO
Vale dos mil francos.
SANTIAGO
¿A ver? Trae acá. Yo entiendo mucho de estas cosas. ¡Sí, en efecto;
hermoso ejemplar! ¡Qué oriente! ¡Me conviene! (_Se la traga._)
RAMONA, DON PABLO
¡¡Qué haces!!
GABRIELA
¡Este hombre tiene los demonios en el cuerpo!
SANTIAGO
¡Ya pasó!...
DON PABLO
¿Pero estás en tu juicio? (_Todos ríen._)
SANTIAGO
¡Llevo dos mil francos en las entrañas! ¡Dos mil francos!... Bien podéis
decir ahora que «en el fondo», á pesar de mi frivolidad aparente, valgo
mucho.
RAMONA
¡Qué trasto de hombre!
GABRIELA
¡Es divino!...
SANTIAGO
Ahora es cuando me voy. (_A don Pablo._) Te advierto que no tengo el
menor interés en que me acompañes.
DON PABLO
¡Ah, pero yo sí! No te dejo en toda la noche.
SANTIAGO
¿No quieres separarte de tu solitario?
DON PABLO
Ni un momento.
SANTIAGO
¡Pues ya está la fiesta armada!
GABRIELA
Será buena.
SANTIAGO
¡Oh, dejará memoria! Porque os advierto que la digestión de una piedra
preciosa exige...
RAMONA, GABRIELA
¿Qué?
SANTIAGO
Mucho vino de Oporto.
DON PABLO
Te pago el digestivo.
SANTIAGO
Vamos. Gabriela... ¿irá usted á _Pum-Pum_? ¡No deje usted de ir!...
GABRIELA
Quién sabe... probablemente.
SANTIAGO
Porque he de confesarla á usted...
DON PABLO
(_Empujándole_). ¡Que van á dar las diez!...
SANTIAGO
¡Huyamos!... Ya sabes que los digestivos hechos á base de vino de
Oporto, se toman por botellas y de media en media hora... (_Salen
riendo._)
RAMONA
Andad, andad...
GABRIELA
¡Qué par! ¡Como pellejos se van á poner!
ESCENA VII
RAMONA, GABRIELA. (Las actrices procurarán dar á esta breve escena un
fuerte calor de emoción y de intimidad.)
RAMONA
¡Por fin! (_Cierra la puerta._)
GABRIELA
Tu don Pablo es notable: es el tipo del _bon vivant_, del desaprensivo.
RAMONA
¡Vaya, bendito de Dios! ¡Me aburre!... Como me aburren todos...
GABRIELA
Reconoce, al menos, que es uno de esos hombres excepcionales que, por
intuición, sin duda, saben retirarse un momento antes de empezar á
estorbar.
RAMONA
Razón tienes. Porque deseosa estaba de quedarme á solas contigo para
hablar de Joaquín.
GABRIELA
¿Pero, le quieres todavía?
RAMONA
Todavía. Siempre...
GABRIELA
¡Qué buena eres!
RAMONA
Le quiero como tú quisiste á Leonardo. (_Besándola._) ¿Verdad? En vano
tú, como yo, hemos pasado de unos brazos á otros; el recuerdo del primer
hombre, del único hombre que quisimos, persiste en nosotras triunfador,
imborrable.
GABRIELA
Es como un perfume.
RAMONA
Como una luz.
GABRIELA
Otros hombres hemos conocido más graciosos, más elegantes, más ricos...
pero _Aquél_, el amado, se sobrepone á todos.
RAMONA
A todos.
GABRIELA
Es la magia del pasado, la fuerza del recuerdo... Y es que una sola
idea, cuando es grande, basta para llenar toda una vida.
RAMONA
Es cierto. Háblame de Joaquín.
GABRIELA
Pregunta.
RAMONA
¿Vendrá?
GABRIELA
Esperándole estoy, y el camarero lo sabe. Joaquín te quiere mucho;
durante todo el viaje me ha hablado de ti.
RAMONA
¿Por qué no se ha hospedado aquí?
GABRIELA
Porque su familia le esperaba.
RAMONA
¿Pero, se ha casado? (_Con asombro y dolor._)
GABRIELA
¿No lo sabías?
RAMONA
¡No! ¡Oh! ¡Casado! ¿Y tiene hijos?
GABRIELA
También.
RAMONA
¡No sabía nada! ¡Qué dolor!... ¡Oh! Ya, entre él y yo, ¡qué abismo!...
GABRIELA
Y todo eso le ha envejecido, le ha puesto triste...
RAMONA
(_Hablando consigo misma_). ¡Casado! ¡Qué abismo!... (_Pausa._)
GABRIELA
¡Y Joaquín llega á tiempo! (_Riendo._)
RAMONA
¿Cómo?
GABRIELA
Yo me entiendo...
RAMONA
¿Lo dices porque acabo de reñir con Pablo?... ¡Tonta! ¡Era igual!...
Demasiado sabes que, lo que amamos mucho, siempre llega á nosotras á
tiempo. (_Pausa._)
GABRIELA
Oye... Alguien viene.
RAMONA
Sí...
GABRIELA
Me parece que han llamado en mi cuarto. Sí... No te emociones demasiado,
porque es él. (_Se dirige á la puerta._)
RAMONA
¡Él!...
GABRIELA
(_Abriendo la puerta_). El mismo. Entra, Joaquín.
ESCENA VIII
RAMONA, GABRIELA, JOAQUÍN
JOAQUÍN
¡Ramona!
RAMONA
¡Joaquín de mi alma! (_Se abrazan con efusión vivísima. Ella llora._)
GABRIELA
¡Nada! ¡Lo mismo que en las comedias!
JOAQUÍN
Antes de venir á verte he vacilado mucho.
RAMONA
¿Por qué?
JOAQUÍN
Por coquetería.
RAMONA
No comprendo.
GABRIELA
¡Mujer, qué torpe eres!... Porque temía que le hallases demasiado
viejo.
JOAQUÍN
Sí, demasiado viejo.
RAMONA
¡Qué tontería!... Joaquín, mi Joaquín, tú, para mí, siempre serás el
mismo... el mismo...
JOAQUÍN
Con diez años más. Cuando nos conocimos, ¿verdad?, yo era casi un real
mozo. Ahora, confiésalo, soy un amante bueno para visto de noche ó entre
dos luces.
RAMONA
Bobo, bobito...
JOAQUÍN
Tengo cuarenta años.
RAMONA
Ya lo sé.
JOAQUÍN
Soy lo que la gente llama «un hombre de cierta edad».
GABRIELA
O, como si dijésemos, _de la Edad Media_.
RAMONA
¿Qué me importan tus años?
JOAQUÍN
Pero... ¿y mi cara?
RAMONA
Tampoco. ¡No, hijo mío! No era una belleza, era un alma lo que yo amé en
ti. (_A Gabriela y bromeando._) Sin embargo, sí... tenías razón: ha
cambiado mucho.
GABRIELA
¡Y tanto! Tiene el pelo gris.
RAMONA
Y la frente más grande.
GABRIELA
Y los ojos más tristes.
RAMONA
Sí, ¡y más pequeños!
JOAQUÍN
¡Pues sí que estáis cortándome un trajecito!
GABRIELA
¡Y eso que te queremos!
JOAQUÍN
Que si me odiaseis...
RAMONA
¿Y los dientes? (_Haciendo ademán de tocarle la boca._) ¿No te falta
ninguno?
JOAQUÍN
Afortunadamente. Esos se salvaron todos. (_Pausa._) Di... ¡qué elegante
estás!... ¿Quién es ahora tu amor?
RAMONA
Calla. ¡Oh! No hablemos del presente.
JOAQUÍN
Sí, el presente es feo: mírame á mí.
RAMONA
¡Pobrecillo!... (_Pausa larga._) ¿Te acuerdas de nuestro cuartito?
JOAQUÍN
Aquí (_por la frente_) lo llevo retratado.
RAMONA
¡Y qué apuros pasábamos para comer!
JOAQUÍN
Fué un idilio de hambre.
RAMONA
¿Y cuando tú tenías que quedarte acostado para que yo te lavase la ropa
en un barreño? (_Ríe._)
JOAQUÍN
¡Qué bonito era aquello!
GABRIELA
(_Burlándose_). Precioso... precioso...
RAMONA
¿Y nuestra alcobita?... ¡Ah, las alcobas! (_Dirigiéndose á Gabriela._)
Todas las alcobas donde he dormido después han dejado en mi memoria una
impresión de disgusto, de asco... Sólo aquélla, á pesar de su pobreza,
reaparece en mi memoria como algo azul, algo muy alegre, blanco... lleno
de sol... (_Abrazándole con brusca vehemencia._) Joaquín, mi Joaquín...
¿por qué te casaste?
JOAQUÍN
Mi Ramona... (_Pausa._)
GABRIELA
Bien; me parece llegado el momento de imitar el discreto ejemplo de don
Pablo. Buenas noches.
JOAQUÍN
(_Levantándose_). Entonces, yo me voy también.
GABRIELA
¿Por qué?
RAMONA
No, tú no te vas...
JOAQUÍN
¿Y si ese don Pablo, amigo tuyo, vuelve?
GABRIELA
No hay cuidado. Yo ahora voy á cambiarme de traje, luego me marcho á
_Pum-Pum_...
RAMONA
(_Con gran alegría_). ¡Eso es! ¡Admirablemente pensado!
GABRIELA
Y una vez allí, y mientras el solitario que se tragó Santiago aparece ó
no, yo os respondo de que don Pablo no vuelve por aquí en toda la noche.
JOAQUÍN
Pero, seamos prudentes: ¿y si por casualidad viniese?
RAMONA
Mi alcoba tiene una puerta que comunica con la habitación de Gabriela.
Mirad... (_Los tres miran por la puerta de la derecha._)
GABRIELA
¡Pues, no digas más!... ¡Ah! Los arquitectos, poniendo con sabia
previsión puertas de escape en las alcobas, dieron á las mujeres un
medio para que los pobres maridos nunca sepan nada. Adiós, Joaquinito.
JOAQUÍN
Adiós, Gabriela.
GABRIELA
Hasta mañana; y... ¡no paséis miedo!
RAMONA
Confiamos en ti.
GABRIELA
Perded cuidado. Creo que no puedo hacer más por vosotros, ¿eh?...
RAMONA
Eres un ángel.
JOAQUÍN
Un ángel.
GABRIELA
Adiós, hasta mañana.
(_Vase. Ramona cierra cuidadosamente la puerta. Después, ella y Joaquín
se miran y, sin hablar, se abrazan._)
ESCENA IX
RAMONA, JOAQUÍN
JOAQUÍN
Otra vez juntos... solos...
RAMONA
Después de diez años.
JOAQUÍN
A través de los años y de las aventuras, me siguió tu recuerdo. ¡Oh!
Tengo tantas, tantas cosas que decirte, que no sé por cuál empezar.
Ramona, Ramona mía...
RAMONA
¡Tuya!... ¡Siempre!...
JOAQUÍN
¿Te acuerdas de nuestra estancia en el pueblo?
RAMONA
Mi casa, la casa donde nací...
JOAQUÍN
Aquella casita blanca, oculta entre árboles muy verdes, donde murió tu
abuelo, donde murió tu padre... y donde quizá, cuando seas vieja, vayas
á morir tú...
RAMONA
Esa casita que, por haberse marchado tantos camino de la otra vida,
parece una estación...
JOAQUÍN
Sí, en esa casita blanca... ¡quién pudiera vivir contigo, sin
ambiciones, olvidado de todos!...
RAMONA
Poeta; ¿y tu mujer... y tus hijos?
JOAQUÍN
¡Oh, deja!... No hablemos del presente. Tenías razón: el presente es
feo.
RAMONA
Habla... sigue, Joaquín... Aunque me engañes, sigue...
JOAQUÍN
No, no te engaño: es mi alma romántica, mi alma sincera, la que en estos
momentos se derrama por mis labios. Al verte, te quiero como te quise
entonces... lo mismo, y es que el pasado vuelve. ¿Qué me importa tu
historia? La Ramona que tengo ahora delante es _aquélla_, la de los años
mozos; años de locura, de inconsciencia, en que no nos cabía en la boca
la risa. En mi largo combate por la gloria y por el pan, salí
triunfante. ¡Lo gané todo! Honores, posición, esposa, hijos... y, sin
embargo, en mi alma, de donde contigo voló la alegría primera, una voz
clamaba, clamaba perpetuamente, y esa voz decía: «Dame más, dame más...
otra cosa, otra... rebusca... ¿ó es que no hay bajo el cielo más que lo
que me diste?...»
RAMONA
Como yo.
JOAQUÍN
Como tú...
RAMONA
Sí... pero ya estamos muy separados. No, Joaquín, no... no hay que
hacerse ilusiones: el pasado no vuelve...
JOAQUÍN
Vuelve, sí... ¿cómo dudas? Tu pasado soy yo; mi pasado eres tú... la
casualidad nos reúne, aunque sea momentáneamente, y mira cómo, de
pronto, lo que fué nos sale al paso y nos cierra el camino. Otra vez
solos... juntos...
RAMONA
Pero... ¿y mi vida? ¿Esta sucia vida que me rodea?
JOAQUÍN
¿Y qué?... ¿Que vives en el pecado?... ¿Y qué?... Si en los días negros
de quebranto y de fastidio nadie fué á consolarte, ¿quién podrá acusarte
con justicia?... El cuerpo tiene hambre y come; las almas solitarias,
las almas aburridas, padecen hambre de ideal y pecan; que el pecado,
Ramona, es pan para las almas que se aburren.
RAMONA
Eres el mismo... el mismo...
JOAQUÍN
Y tú, la misma... Más hermosa, tal vez...
RAMONA
¡Oh, no!...
JOAQUÍN
Sí, son tus ojos... son tus cabellos... tus cabellos negros, que yo besé
tanto...
RAMONA
¡Pobre cabeza mía!... (_Acariciándole._) Pobre cabeza mía... ¡qué
viejecita está!...
JOAQUÍN
Sufrió mucho.
RAMONA
Mucho.
JOAQUÍN
Pero, aunque esté fea, quiérela, porque pensó mucho en ti. (_Pausa._)
RAMONA
¡Qué mala es la vida!
JOAQUÍN
No...
RAMONA
¡Qué triste!...
JOAQUÍN
No, no creas.
RAMONA
¡Sí, qué triste!...
JOAQUÍN
Te equivocas. ¿Por qué?...
RAMONA
¿Dirás que es alegre?
JOAQUÍN
Tampoco... ¡qué sé yo!... La vida no es una lágrima; tampoco es una
carcajada; es... una sonrisa. (_Pausa larga._)
RAMONA
El pasado vuelve, dijiste... ¿y si tuvieses razón? (_Se levantan._)
_JOAQUÍN_
¡Ah! No lo dudes.
RAMONA
Nos conocimos en un merendero, una noche de verano, una noche como
esta...
JOAQUÍN
Noche lírica de luna y de amor...
RAMONA
¡Cómo lo recuerdo! ¡Cómo revive aquella escena en mi memoria! ¡Con qué
nitidez la veo!... Es algo para mí coherente, tangible como un bajo
relieve...
JOAQUÍN
Todo está igual... menos yo...
RAMONA
Menos tú... Pero yo, dentro de mi espíritu, te veo como eras entonces:
con tus cabellos rizosos y negros, con tus ojos luminosos, con tus
mejillas frescas, llenas de sangre...
JOAQUÍN
¡Ay!
RAMONA
¿Quieres?... ¿Di?... ¿Quieres?...
JOAQUÍN
¿Qué?
RAMONA
Reconstituir la escena.
JOAQUÍN
¿Cómo?
RAMONA
Apagando la luz.
JOAQUÍN
¡Oh!... ¡Qué triste es eso!
RAMONA
¿Triste? ¿Por qué?
JOAQUÍN
¡Ah! No sabría explicártelo ahora... pero, sí... es muy triste... Alude
á mi vejez...
RAMONA
Estábamos cenando así, delante de una ventana como ésta... y al darnos
el primer beso, en el jardín del merendero un cuarteto ambulante empezó
á tocar un vals...
JOAQUÍN
Sí... nuestro vals...
RAMONA
Nuestro vals. (_Pausa._) ¡Espera! Sí, eso es... Verás... (_Apoya un
timbre. Pausa._)
JOAQUÍN
¿A quién llamas?
RAMONA
Al camarero.
JOAQUÍN
¿Qué quieres?
RAMONA
Aguarda.
JOAQUÍN
¿Pero, qué vas á hacer?
RAMONA
Es una ocurrencia rara y bonita.
ESCENA X
DICHOS y el CAMARERO
CAMARERO
¿Llamaba usted?
RAMONA
Adelante. (_Con frialdad._)
CAMARERO
Con su permiso; buenas noches.
RAMONA
¿Y mi amiga, la señorita del número seis?
CAMARERO
En este momento acaba de marcharse.
RAMONA
Bien. Hágame el favor de decirle al director de los cíngaros que toque
el vals de _La Bohemia_.
CAMARERO
Perfectamente.
RAMONA
Tome usted; dele esto de mi parte. (_Entrega al camarero un billete._)
Adiós... (_Durante esta escena, Joaquín permanecerá junto á la ventana,
como indiferente á la conversación._)
ESCENA XI
RAMONA, JOAQUÍN
JOAQUÍN
Eres original. (_Con alegría._)
RAMONA
Soy digna de ti.
JOAQUÍN
Vales más que yo; eres más artista que yo...
RAMONA
Una artista de la vida.
JOAQUÍN
Mi alma... mi Ramona.
RAMONA
Noche de verano, noche de luna, noche de amor... Tenías razón, Joaquín,
tenías razón: el pasado vuelve... (_Los dos se asoman á la ventana._)
JOAQUÍN
¡Oye! (_Música dentro._)
RAMONA
El pasado vuelve...
(_El vals suena muy lejos, muy debilitado, de modo que sirva de fondo á
la conversación._)
JOAQUÍN
Emoción divina.
RAMONA
Si la vida es teatro, ¿por qué no colgar en ella las decoraciones á
nuestro gusto?... Soy, ¿verdad?, una excelente directora de escena.
JOAQUÍN
Mi alma.
RAMONA
Joaquín... ¿Ves?... Todo está igual.
JOAQUÍN
Todo.
RAMONA
La ventana, el aire perfumado, el campo bañado en luna... el vals con
sus notas de melancolía y de amor... Sólo me separan de aquella visión
tus pobres ojos, un poco más tristes....
JOAQUÍN
Ramona...
RAMONA
Tus cabellos, un poco más blancos... tus cabellos fríos...
JOAQUÍN
¡Por piedad!...
RAMONA
Pero, para destruir eso, hay un recurso.
JOAQUÍN
¿Cuál?
RAMONA
Buscar la obscuridad.
JOAQUÍN
No... no...
RAMONA
Sí; en la obscuridad, las almas que quieren soñar, sueñan mejor. Quiero
verte hermoso, como entonces... Déjame... necesito ser feliz... una
noche... un instante... (_Apaga la luz._)
JOAQUÍN
¿Qué haces, Ramona?
RAMONA
Nada, mi rey... nada... Acercarme á ti...
(_El teatro quedará totalmente á obscuras. Ellos permanecerán un momento
abrazados delante de la ventana, bañada en luna, y luego caerán sobre el
diván, mientras la música continúa y el telón desciende rápido._)
TERMINA LA COMEDIA
* * * * *
FRIO
Comedia en dos actos, estrenada en el TEATRO ROMEA la noche del 24 de
Mayo de 1909
Á RAMONA VALDIVIA
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
ARACELI (representa veinticinco años en el primer
acto y cuarenta y cinco en el segundo.
Carácter impulsivo. Es amante de Daniel
en el acto primero y de Paco en el segundo) Srta. Valdivia[D].
[D] Aunque estos actos se hallan separados por un intervalo de veinte
años, el autor cree que la actriz no necesita ponerse peluca canosa en
el acto segundo. «La edad», de consiguiente, más que con la blancura del
cabello, deberá expresarla con la sencillez de su vestir y la fatiga del
ademán.
RAQUEL Sra. Ezquerra.
CATALINA » Montalt.
LUISA » Doré.
(Las tres de veinte á veinticinco años.
Aparecen disfrazadas con trajes caprichosos:
capuchones, mantones de Manila, etc.)
LEOCADIA (cuarenta años. Prendera) » Corona
TERESA (ama de llaves) » Espejo.
DANIEL, MARQUÉS DEL PARRAL (hombre de
mundo, escéptico, un poco cansado. Representa
cuarenta y cinco años en el acto
primero y sesenta y cinco en el segundo) Sr. Palacios.
PACO (veinticinco años. Temperamento alegre
y vehemente. Viste de frac) » Maximino.
MANOLO (veinticinco años) » López Benety.
DON NICOLÁS (cuarenta ídem) » Castilla.
ÁNGEL (treinta ídem) » Valero.
(Los tres visten de frac ó _smoking_).
MARIANO (criado joven) » Palacios (A.).
ÉPOCA ACTUAL
_Derecha é izquierda, las del actor_
[imagen no disponible]
FRIO
ACTO PRIMERO
Gabinete elegante. Chimenea encendida á la derecha. Cerca de la
chimenea una ventana. Al fondo y á la izquierda, puertas.
Al levantarse el telón, Daniel y Manolo se disponen á tomar café
delante de la chimenea. Daniel en traje de casa. Manolo viste frac
ó «smoking».
Es de noche.
ESCENA PRIMERA
DANIEL, MANOLO, después MARIANO
DANIEL
(_Sentándose_). ¿Eh? ¿Tenía yo razón? ¿Qué tal, si hubiésemos esperado á
Araceli para cenar?
MANOLO
En efecto, sí... ¡Un escándalo!... Son más de las diez...
DANIEL
Esa, ya no viene.
MANOLO
¿Cómo, que no vendrá?
DANIEL
Vamos, entiéndeme: quiero decir que ya no viene á cenar. Seguramente la
ha invitado Mariquita Rojas.
MANOLO
¿La de Federico Paz?
DANIEL
La misma.
MANOLO
¡Preciosa chiquilla!
DANIEL
Lindísima... ¡y baratita!
MANOLO
Ignoraba ese detalle.
DANIEL
Pues Federico no se gasta con ella al mes ni mil pesetas.
MARIANO
(_Que llega con el servicio del café y la botella del coñac_). ¿Les
sirvo á los señores aquí?
DANIEL
Sí, ¿no te parece?
MANOLO
Sí, mejor es aquí, porque la noche está fría.
DANIEL
¡Mala noche para las máscaras!
MANOLO
¡Quiá, el frío es lo de menos! Porque cuando vamos al baile llevamos la
ilusión, que es calor, de lo que vamos á beber; y cuando salimos del
baile, nos traemos el calor de lo que se ha bebido.
DANIEL
¡Que nunca es poco!
MARIANO
(_A Manolo_). ¿El señor querrá también coñac?
MANOLO
¡Hombre, eso no se pregunta!
DANIEL
¿Con quién vas al baile?
MANOLO
Con Luisito Gil y su hermano. Tenemos una platea.
DANIEL
¿Lleváis mujeres?
MANOLO
No. Creo que en nuestro palco no habrá mujeres. A no ser que tú te
decidas á llevar á Araceli...
DANIEL
No.
MANOLO
Anímate, hombre.
DANIEL
De ninguna manera.
MANOLO
Todo depende de que ella se empeñe. Ya sabes lo que dice el refrán...
(_Bebe._)
DANIEL
Lo sé: «Lo que una mujer guapa quiere, Dios lo quiere»...
MANOLO
Exacto.
DANIEL
Pero eso es antes del primer abrazo; que después... después no diré que
valga menos, pero tampoco diré que valga mucho más que una botella
vacía.
MARIANO
¿Tienen los señores algo que mandarme?
DANIEL
No, puedes retirarte. Oye, trae la botella, déjala aquí.
(_Mutis Mariano_.)
MANOLO
Me encanta tu cachaza, tu filosofía... pero no la entiendo... ¡sin duda
porque soy demasiado joven!
DANIEL
Por eso, precisamente. Yo, á tu edad, era como tú, y jamás hubiera
creído que los años me domasen la voluntad hasta inclinarme á pensar
como ahora pienso. He cambiado mucho... ¡mucho!... Lo que á otro
cualquiera le indignaría, á mí me divierte. Me parece bien que un hombre
se canse de una mujer... y me parece bien que se suicide por ella...
¿Qué más da?... A mi edad, hijo mío, la vida es como un encogimiento de
hombros. (_Pausa._) ¿Quieres otra copita de coñac?
MANOLO
Bueno.
DANIEL
Hay que beber.
MANOLO
Y que brindar.
DANIEL
Brindemos, si tú quieres. (_Beben._)
MANOLO
¡Eres raro!
DANIEL
¿Por qué?... Te advierto que me halaga ser así.
MANOLO
¿De modo que tú no sientes celos de Araceli?
DANIEL
No; yo estoy cierto de que Araceli me quiere entrañablemente, y, por lo
mismo, que no puede engañarme.
MANOLO
¡Ja, ja! ¡Las mujeres!...
DANIEL
Y si me burlase, me separaría de ella, ¡y en paz!... Pero de eso, á
sufrir celos, hay mucha distancia. El que está celoso es porque se
reconoce un poco en ridículo; los celos, por tanto, no pasan de ser una
mueca, más ó menos romántica, del amor propio. ¡Matar al hombre que nos
quita la mujer amada, ó matar á la esposa que nos deja por un caballero
que halla más inteligente ó más simpático que nosotros! ¡Qué salvajada y
qué villanía!... Debemos aspirar á ser amados «porque s� que no por
interés ó por miedo. El amor, para merecer ese nombre, necesita ser una
«espontaneidad» del espíritu; así, quítale esa espontaneidad, que
constituye su perfume, su esencia divina, y no valdrá diez céntimos.
MANOLO
Pues, yo soy celoso... ¡pero horriblemente celoso!
DANIEL
¡Tanto peor para ti, porque te engañarán muchas veces! ¿Quieres otra
copita?
MANOLO
¡Venga otra copita!
DANIEL
Yo, con los años, voy tornándome egoísta, y á fuer de tal, procuro no
salir de mí mismo ni hacer nada que me contraríe. ¿Que esta noche
Araceli decide irse al baile? Bueno, que vaya. Yo, me quedo aquí,
leyendo. Estoy cierto de que no hay mujer que distraiga lo que distrae
un libro bueno.
MANOLO
(_Sirviéndole coñac_). Ahora soy yo quien invita.
DANIEL
Se acepta. (_Bebe._) Mis dos últimas aficiones son la lectura y los
perros. ¡Qué hermosos, qué bravos, qué leales son los perros!...
MANOLO
(_Riendo_). ¡Eso decía mi padre! Cuando yo me escapé de mi casa con dos
mil pesetas que le robé á mi hermana, y una criada bastante bonita que
teníamos, mi padre me escribió una carta terrible, en la que decía «que
hay perros que valen más que un hijo».
DANIEL
Pues no exageró tu padre... porque yo, andando por el mundo, me he
convencido de que si hay perros que valen más que un hijo, también es
cierto que hay muchos padres que merecen menos que un perro.
MANOLO
De donde se deduce que la humanidad no vale lo que un Terranova.
(_Riendo._) A mi edad, sin embargo, todavía se cree en el amor, en la
amistad... ¡Mira! Brindemos por los hombres. (_Escancia._)
DANIEL
Sea; bebamos, que, para beber, cualquier pretexto es bueno. Pero, hazme
caso á mí: si crees en la eficacia de los brindis, ¡brinda por los
perros!
ESCENA II
DICHOS y MARIANO
MARIANO
Señor marqués...
DANIEL
¡Hola!
MARIANO
Ahí está una mujer que trae unos mantones de Manila para la señorita.
DANIEL
¿Unos mantones?
MARIANO
Sí, señor.
DANIEL
¡Qué ocurrencia! (_A Manolo._) ¿Para el baile, ves? Esa criatura está
loca.
MARIANO
¿Quiere usted que la haga pasar?
DANIEL
¡No! Dila que la señorita no está.
MARIANO
Se lo he dicho.
DANIEL
Bueno; pues que los deje ó que se vaya... ¡Lo que quiera!
MARIANO
Pero como tiene prisa... Dice que la esperan en otra parte...
DANIEL
¡Pues que se largue! ¡Hola!... ¡No faltaba más sino que le vengan á uno
con exigencias! Si no puede aguardar, que se marche.
MARIANO
Muy bien. (_Hace ademán de irse._)
DANIEL
Ahí viene un coche.
MANOLO
Será Araceli.
DANIEL
Seguramente.
MARIANO
(_Mirando por la ventana_). Sí, la señorita es. Hasta luego. (_Mutis._)
MANOLO
(_Bromeando_). Hombre frío, hombre de hielo... ¿no te dice nada el
corazón?
DANIEL
Nada.
MANOLO
Hipócrita.
DANIEL
Si acaso, me dice que Araceli vendrá con ganas de broma y que vamos á
tener un disgusto.
MANOLO
¿Por lo del baile?
DANIEL
Por lo del baile.
MANOLO
Entonces me voy; las riñas de familia me aburren.
DANIEL
¡No hombre, espera, no me dejes solo!...
MANOLO
Nada, huyo despavorido.
DANIEL
¡Pero, muchacho!
MANOLO
No quiero que me amarguéis la noche.
DANIEL
Aguarda. ¡Canastos!... Ahora empiezo á comprender lo útil que puede ser
un amigo en un matrimonio...
ESCENA III
ARACELI, DANIEL, MANOLO
ARACELI
(_Viste con gran elegancia. Trae en la mano una bolsa con confetti y
confettis en el sombrero y en el traje. Al ver á Manolo, le saluda
afectuosamente, con esa efusión un poco teatral con que las coquetas
suelen tratar á todos los hombres de quien se saben amadas, aunque les
sean indiferentes._) ¿Pero estaba usted aquí, encanto? (_Con zumba._)
MANOLO
Esperándola á usted.
ARACELI
Y acompañando á Daniel... dígalo usted así, aunque no lo sienta...
MANOLO
También, también.
ARACELI
¿Quiere usted _confettis_? (_Hace ademán de arrojárselos._)
MANOLO
¡No, por piedad!
ARACELI
Sí, sí...
MANOLO
¡Antes moro!... (_Corre, huyendo de ella._)
ARACELI
¿Y tú, Danielín? (_Con gran mimo._)
DANIEL
Ya ves... (_Refiriéndose á la botella del coñac._)
ARACELI
¡Qué escándalo! ¿Os habéis bebido todo eso?
MANOLO
Copa á copa.
ARACELI
¡Ah, viciosos! (_A Daniel._) Trae, yo también quiero un trago.
DANIEL
¿A que tienes envidia de nosotros?
ARACELI
No diré que no. (_Bebe._) ¡Brrr!... ¡Qué fuerte está... Agua, agua,
dadme agua... (_Hablando con volubilidad nerviosa._) Supongo que habréis
cenado.
DANIEL
Como no venías...
MANOLO
Ha sido una gran falta de galantería; perdone usted, Araceli.
ARACELI
Hicieron ustedes bien.
MANOLO
¿También usted ha cenado?
ARACELI
No, pero he comido muchas chucherías y no tengo apetito. Ahora vengo de
casa de Teresita Serra; hemos estado cantando al piano y bebiendo
_champagne_, y después ella y su amigo me han acompañado en un coche
hasta aquí. ¡Uf, qué calor hace! ¿Por qué no abren ustedes un poco la
ventana?
DANIEL
¿Pero estás loca, chiquilla?
MANOLO
Usted quiere acabar con nosotros.
ARACELI
¡Qué hombres tan cobardes! Pues yo no tengo frío; al contrario...
¿Eh?... ¡Qué atrocidad!... ¡Cómo traigo el sombrero!... ¡Pero he pasado
la tarde muy bien! Todo Madrid ha bajado á Recoletos.
MANOLO
¿Muchas máscaras?
ARACELI
Muchísimas. Yo he pasado la tarde en el coche de Filomena Gil. Ya la
conocéis... Ibamos ella, su hermana Lola y Lorenzo. Al pasar por la
tribuna de la Prensa, vimos á Juanito Santos. En seguida empezó á
gritar: «¡Viva la marquesita, viva la marquesita!...» Y aquello fué como
si el cielo se hubiese convertido en _confettis_; ¡qué risa!, yo creí
que nos ahogábamos. Luego se subió al coche un diablo que, después de
decirle á Filomena horrores, se marchó sin quitarse la careta.
MANOLO
¿Y fueron «horrores» los que dijo?
ARACELI
Verdaderas atrocidades. Como que hubo un momento en que pensé que
Lorenzo iba á romperle una botella en la cabeza.
DANIEL
¿Pero llevaban ustedes vino en el coche?
ARACELI
Media caja de botellas de _champagne_.
DANIEL
(_A Manolo y con enfado cómico_). ¿Qué te parece?
MANOLO
¿Pero tú crees que esas bromas se corren á palo seco? ¡Bien se conoce
que vas para viejo!
ARACELI
(_A Daniel_). ¿Viejo?... ¡Bueno! ¿Y qué? Mejor. A mí me gustan los
viejos... ¡éste sobre todos!
MANOLO
Ya sé por qué.
ARACELI
¿Sí?
MANOLO
Porque usted es una mujer previsora que sabe aceptar la fealdad del ser
amado, antes de que éste se vuelva irremediablemente feo...
ARACELI
No te apures, Daniel, no te apures, que eso no va con nosotros.
DANIEL
¿Apurarme yo?... ¿Para qué, cuando éste y todos, tarde ó temprano, han
de hallarse convertidos en unos adefesios? El tiempo, que es el gran
amigo de los feos, me vengará... Tú has de verlo, tú, que eres joven.
Todos estos buenos mozos que á los treinta años saldrían desnudos á la
calle, á los cincuenta puede ser que no se atrevan á salir ni vestidos.
MANOLO
Pero mientras se dobla ó no se dobla el cabo cincuenta... ¡vamos
viviendo!
ARACELI
Tiene usted razón.
MANOLO
Y bebiendo. (_Llena su copa._) Hay que ponerle espuelas al buen humor.
ARACELI
¿Va usted al baile?
MANOLO
¿No se me conoce?
ARACELI
Yo también voy. Es decir, vamos. (_Por Daniel._) Nunca he tenido tantas
ganas de divertirme como esta noche.
MANOLO
¡Y yo!
DANIEL
Eso necesita la niña, que le alboroten la cabeza.
ARACELI
Estoy... que me río de todo, como si la alegría me hiciese cosquillas.
MANOLO
El baile va á estar soberbio.
ARACELI
Desde ayer no quedan billetes.
MANOLO
Ni uno. ¡Los cojos van á bailar esta noche! Creo que los carteles
anuncian un concurso de mantones de Manila...
ARACELI
¡Ah!... ¡Pero qué cabeza la mía! Ya no me acordaba de que en el
recibimiento están esperándome.
MANOLO
¡Es verdad! Con unos mantones...
ARACELI
Justamente. Vamos á verlos. (_Asomándose á la puerta del foro._)
¡Leocadia! Pase usted.
DANIEL
(_A Manolo_). La tormenta se acerca; la siento llegar.
ESCENA IV
DICHOS y LEOCADIA, que trae dos disfraces y un mantón de Manila
ARACELI
(_Afectuosa_). ¿No se llama usted Leocadia?
LEOCADIA
Leocadia Alvarez, para servir á ustedes.
DANIEL, MANOLO
Buenas noches.
LEOCADIA
Salud para todos, señores.
ARACELI
¿Qué me trae usted?
LEOCADIA
Lo mejorcito de la tienda viene aquí.
ARACELI
¡Muy bien!
LEOCADIA
La señorita tendrá donde escoger.
ARACELI
Veamos, veamos... ¿Me trae usted el mantón?
LEOCADIA
Sí, señorita.
ARACELI
¿El que yo vi esta tarde?
LEOCADIA
Sí, señorita.
ARACELI
Como me dijo usted que lo tenía comprometido... ¡Porque si no es el
mismo, no lo quiero!
LEOCADIA
¡Que sí, señorita, ¡caramba!, y _ustés_ dispensen; que es el mismo!...
¿Pero iba yo á engañarla á usted? Ya veo que usted no me conoce, porque
otra cosa no tendrá la Leocadia... pero formalidad... Lo que yo diga,
diga usted que va á misa.
ARACELI
Bueno, mujer...
LEOCADIA
Vamos despacio y por partes. (_A Daniel y á Manolo._) Ustés disimulen
si, sin querer, les vuelvo la espalda.
DANIEL, MANOLO
¡Dispensada, desde luego!
LEOCADIA
Gracias. (_A Araceli._) Aquí tiene usted un capuchón precioso.
ARACELI
¡Yo no quiero capuchones!
LEOCADIA
Es para que usted se haga cargo. Señoras conozco que, como la señorita,
no quieren capuchones; y, en cambio otras, ¡pero que no se pondrían más
disfraz que ese! Como dijo el otro, de gustos no hay nada escrito, y así
hay quien se casa á los veinte años, ¿sabe usted?..., y quien á los
ochenta _entoavía_ está soltero. Y es por eso...
ARACELI
Sí, como hay quien enviuda, y después de alegrarse mucho, pero mucho, de
haber enviudado... se vuelve á casar.
LEOCADIA
¡Y que lo diga usted! Pues aquí tiene usted este traje, que es una
monada.
ARACELI
Sí... no es feo.
LEOCADIA
¿Cómo feo, señorita? Usted no ha _reparao_ bien. ¡Si es el mejor traje
de _coupletista_ que se ha visto en Madrid! ¿Usted no ha oído hablar de
Juana _la Perdía_, la que bailaba en el _Salón Azul_ el año _pasao_?...
¡Pues ella lo estrenó! Y este traje ha _salío_ en los periódicos. Por el
alquiler la pondría cien pesetas, lo mismo que por el mantón.
ARACELI
No, no lo quiero... Es bonito, pero, no... no...
LEOCADIA
A la señorita se le ha _metío_ en la cabeza lo del mantón y ha de
salirse con su gusto. Bueno, aquí lo tiene usted... Yo, si he de ser
franca, siento que no se quede usted con el traje, porque los
mantones... aquí los señores lo saben... padecen mucho en los bailes;
porque si un estrujón... porque si una copa de _champagne_... ¡Eso no
hay quien lo evite! (_Desdobla el mantón._)
ARACELI
¡Qué bonito!
LEOCADIA
Hágase usted cuenta de que lo estrena. Ni una manchita lleva.
ARACELI
(_A Daniel y á Manolo_). ¿Les gusta á ustedes?
MANOLO
Muchísimo.
ARACELI
Ya lo sabía yo.
MANOLO
Usted siempre está guapa, pero dentro de ese jardín hecho de seda y de
sol, va usted á estar guapísima.
LEOCADIA
Ya, ya se ve que aquí el caballero tiene el gusto fino.
ARACELI
Y todo esto, amigo Manolo, lo hago por Daniel, para que se luzca...
¿Verdad?... (_A Daniel._)
DANIEL
Lo que no comprendo es que alquiles un mantón, teniendo ahí tres ó
cuatro de primer orden: tienes uno azul, otro rojo, otro blanco y
verde... ¡qué sé yo!...
ARACELI
Pero si lo hago por ti, bobón... si lo hago por ti, para parecerte
«otra...» (_Mimosa y risueña._)
DANIEL
¿Por mí?... Yo no he de ir al baile.
ARACELI
¡Vaya si vienes!
DANIEL
¡Quiá!
MANOLO
Sí va, sí.
ARACELI
En cuanto me veas.
DANIEL
Lo que es eso...
LEOCADIA
La señorita tiene mucha razón. ¡Ja, ja, ja!... Ya lo creo; en cuanto
usted la vea con el mantoncito bien _apretao_ alrededor de la cintura,
se vuelve usted loco.
DANIEL
¡Está usted fresca!
ARACELI
(_Un poco irritada_). ¿Pero hablas en serio?
DANIEL
Y tan en serio.
ARACELI
¿No vas á venir?... ¿No vas á venir rogándotelo yo?
DANIEL
No, hijita, no. Yo esta noche no voy al baile; ve tú, si quieres.
MANOLO
Pero, oye, Daniel...
ARACELI
No, Manolo, hágame usted el favor de no decirle nada, ni una palabra;
quiero que el desaire me lo haga á mí.
DANIEL
(_A Manolo_). ¿No te lo dije?
ARACELI
Nunca hubiera creído que me pusieses en ridículo así, nunca. Y menos
delante de extraños.
LEOCADIA
El señor me perdonará; el señor dirá que esto es meterme donde no me
llaman... pero, ¡mire usted que la pobre señorita va á llevarse un
disgusto muy grande!
DANIEL
En efecto, usted lo ha dicho: eso es meterse donde nadie la llama.
MANOLO
(_A Araceli_). Tenga usted paciencia.
LEOCADIA
¡Válgame Dios! Le ponen á una la cara _colorá_ y... Pues crea usted que
si he dicho algo no es por el interés de cobrar las cien pesetas
cochinas que vale el alquiler del mantón...
DANIEL
(_Severamente_). ¡Chist!... ¡A callar! Aquí no tolero palabras
malsonantes.
LEOCADIA
Bien, caballero; ¡pero qué humos!
MANOLO
Basta, basta...
LEOCADIA
Ya estoy _callá_ del todo... ¡Bueno!... ¡Pero qué humos!... ¡Ni una
chimenea!
ARACELI
(_Arrebatadamente_). ¡Vaya, se acabó la cuestión! Llévese usted sus
trajes.
LEOCADIA
Pero, señorita...
ARACELI
¡Que se lleve usted sus trajes, he dicho!...
LEOCADIA
Pero, señorita... ¿qué _repente_ la ha _dao_?
ARACELI
¡Se acabó, se acabó!... ¡No quiero hablar más!... Llévese usted el
mantón, porque no respondo de hacerlo pedazos.
LEOCADIA
(_A Manolo_). Pero, diga usted, caballero... y usted dispense, que no sé
su gracia: ¿no es una lástima, diga usted, que aquí la señorita Araceli
se lleve un disgusto por una tontería?
MANOLO
Eso creo yo.
DANIEL
¡Y yo, el primero! ¿Pero, por qué vais á hacerme responsable de este
incidente?
ARACELI
La responsable seré yo...
DANIEL
Ni tú, ni yo, ni Manuel, ni nadie. ¿Tú quieres ir al baile? Pues vete
enhorabuena, ¿quién te lo impide?... ¡Ve y diviértete mucho... y vuelve
á la hora que te plazca! Creo que no puedo ser más liberal... Pero de
que yo te deje ir á que tú me «obligues» á acompañarte, ¡hay mucha
diferencia!... ¿No te parece?
MANOLO
Sí, y no se enfade usted, Araceli; yo creo, imparcialmente, que Daniel
tiene razón.
DANIEL
¡Y tanta! Cada cual distrae su fastidio como puede: yo lo distraigo
leyendo, tú bailando... ¡Muy bien! Aquí no se ventila ninguna cuestión
de amor propio, ni se trata de que nadie imponga á nadie su voluntad...
Sí de que todos pasemos la noche lo más agradablemente posible.
(_Pausa._)
LEOCADIA
En llegando á ese punto, yo no digo ni pío; los señores verán.
Señorita, hable usted...
MANOLO
Vaya usted, si quiere...
DANIEL
Ve, tonta, ve... ¿pero por qué dudas?
ARACELI
(_Irritadísima_). ¡Venga el mantón! Ea, se acabaron las contemplaciones.
¡Venga!... He prometido ir, y no quiero quedar en ridículo. ¿Usted
necesitará su dinero, verdad?... Sí, tome usted...
LEOCADIA
No hay prisa.
ARACELI
Sí, tome, mejor es... á cada cual lo suyo... (_Registrando su
portamonedas._) ¡Qué demonio! No tengo bastante...
LEOCADIA
¡Pero déjelo usted, señorita!
ARACELI
¡Que no! Tome usted; mañana le daré el resto.
LEOCADIA
¡Nada, no quiero nada!
ARACELI
Sí, sí.
LEOCADIA
¡Que de ninguna manera!
DANIEL
Yo daré lo que falte.
LEOCADIA
¡Vaya, que no! ¡Ni que se fueran _ustés_ á morir! Hasta mañana, hasta
mañana si Dios quiere. (_Recoge los otros disfraces precipitadamente._)
ARACELI
Venga usted por la tarde.
LEOCADIA
Repito que no hay prisa. Ea... ¡y que pasen _ustés tóos_ muy buena
noche!
MANOLO
Adiós, mujer.
ESCENA V
ARACELI, DANIEL, MANOLO
ARACELI
¿Ya estarás contento, verdad? Me has puesto en ridículo... ¡Ya estarás
contento!
DANIEL
Araceli, te ruego que no riñamos; es de mal gusto.
ARACELI
Egoísta...
DANIEL
No, hija querida, no soy egoísta.
ARACELI
Sí lo eres; Manolo puede decirlo; no hay hombre que se quiera tanto á sí
mismo como tú.
MANOLO
Yo, si ustedes me lo permiten, voy á marcharme.
ARACELI
No... yo le ruego que se quede aquí.
MANOLO
Si usted lo quiere...
(_Durante este diálogo, Manolo leerá periódicos, hojeará libros, etc._)
ARACELI
Sí, quédese usted... Con usted, amigo íntimo de Daniel, no hay para qué
tener secretos. (_Pausa._) No crea usted que mi enfado y mi dolor
provienen de lo que acaba de suceder. ¡No!... Ir al baile ó no ir... ¿á
mí qué me importa?... Pero este hecho, insignificante en sí, es como la
gotita que hace derramar el vaso. Sufrimos una pena grande, y otra pena
mayor, y otra y otra... y sonreímos. Hasta que llega una contrariedad
pequeñísima, una contrariedad cualquiera... ¿qué diría yo?... ¡Unos
zapatos que acabamos de comprar y que nos lastiman un poco!... Y, de
súbito, acordándonos de que nada nos sale bien, la garganta se nos llena
de sollozos y rompemos á llorar á gritos. Y así es todo: eche usted
sobre un edificio una piedra más de las que puede soportar, y el
edificio se hunde; dele usted al corazón una gota de sangre más de la
que pueda contener, y el corazón se rompe.
DANIEL
¿Tantos disgustos te dí que ya no puedes resistir ni uno más?
ARACELI
Tantos, tantos me diste, Daniel... que mi alma, toda mi pobre alma es
una llaga.
DANIEL
No recuerdo ninguno.
ARACELI
¡Si lo sé! Pues ese, ese es, cabalmente, mi mayor dolor: que me lastimas
sin advertirlo, por distracción... como sólo pueden hacerlo los que no
quieren.
DANIEL
¡Ahora salimos con que no te quiero!
ARACELI
No, Daniel, no; aquello se fué...
DANIEL
Eres injusta conmigo.
ARACELI
¡Injusta!
DANIEL
Me acusas sin razón. Yo te quiero con amor firmísimo, lleno de lealtad.
Pero recuerda, Araceli, que si yo tengo veinte años más que tú, el
cariño que me lleva á ti y el cariño que te acerca á mí, no pueden ser
iguales.
ARACELI
¡Estás cansado de amar!
DANIEL
De amar no estoy cansado, pues que tu amor basta á hacerme dichoso; de
lo que sí estoy fatigado es de las impaciencias de la pasión, de las
grandes «chiquilladas» de la pasión, de todo cuanto hay en ella de
intemperante y ostentoso.
ARACELI
Eso tiene un nombre: se llama desilusión.
DANIEL
Desilusión, sí; pero desilusión de lo pequeño, de lo accidental, de lo
que en modo alguno daña á la esencia del amor. Tú tienes ahora
veinticinco años; yo ¡ay! también los tuve, los cumplí hace tiempo... y
entonces, que mi sangre ardía, la posesión de una mujer no me bastaba:
necesitaba que mis amigos la conociesen, la llevaba á los bailes, la
obligaba á beber, la arrastraba de orgía en orgía como á una presa; no
concebía el amor sin exhibición, sin escándalo... Pero, mira... la vida
fué pasando... y cuando los cabellos empezaron á blanquear, el alma tuvo
frío.
ARACELI
Y ahora tienes frío.
DANIEL
Sí, mucho...
ARACELI
De muy distinto modo me hablabas cuando nos conocimos.
DANIEL
¡Y es natural! Diez años pasaron desde entonces; diez años, en los
cuales, sobre mi corazón ha nevado mucho. La vida está dispuesta de modo
que la primavera de un alma coincida generalmente con el otoño de otra
alma. ¡Siempre fué así!... En las comedias del teatro humano, el Tiempo
representó siempre el papel de protagonista.
ARACELI
¡Y para esto me arrancaste de mi casa!... ¡Para engañarme así!
(_Llorosa._)
DANIEL
¿Engañarte yo, Araceli?
ARACELI
Sí. Entonces mis padres acababan de casarme con un hombre viejo, feo,
entregado en cuerpo y alma á sus negocios, á cuyo lado mis quince años,
llenos de impaciencias, se ahogaban. Y tú me dijiste: «Ven, sígueme,
huyamos... yo soy la alegría...»
DANIEL
¡Y lo era! (_Con amargura._)
ARACELI
«Yo soy la locura... déjalo todo, renuncia á todo; viajaremos,
conoceremos todos los placeres, nos asomaremos á todos los paisajes; mis
labios, que tienen sed de amor, colgarán una túnica de besos sobre tus
hombros; yo he aprendido una risa y una canción que nadie sabe...» ¡Eso
me decías, Daniel, acuérdate, eso me decías!... ¡Y me volví loca!... Y
ahora resulta que mentías...
DANIEL
¡No mentía!
ARACELI
O, cuando menos, te engañabas. Tú también eres frío, tú también eres
indiferente y egoísta y cansino, ¡como el otro!... (_Con brusca
explosión de cólera._) ¡Pues no y no y no!... ¡Aquello, nunca!... Yo te
juro que aquel muerto vivir de mi primera juventud, no volverá á
repetirse. ¡Te lo juro!... Para eso, para ser dichosa, fue para lo que
me puse fuera de la ley. La vida se va... la siento ir... ¡se va!... Es
como una vena rota... y no quiero perderla sin haberla vivido...
DANIEL
Habla más bajo, Araceli.
ARACELI
Estoy en mi casa.
DANIEL
Pero no es necesario que los criados se enteren de lo que hablamos aquí.
ARACELI
No me importa.
DANIEL
Yo creía que debía importarte.
ARACELI
Y yo creo que estoy en mi casa, repito, y que tengo derecho á hacer en
ella mi gusto...
DANIEL
Indudablemente.
ARACELI
A no ser que me eches de aquí.
DANIEL
Jamás; quien probablemente se irá de aquí, seré yo.
MANOLO
Araceli, Daniel... ¿qué va á ser esto?
ARACELI
Usted lo ha oído todo.
MANOLO
¿Pero se han vuelto ustedes locos?
DANIEL
¡Al contrario! Todos estamos muy cuerdos, porque cada cual defiende lo
suyo, lo que más quiere. Por eso, para no molestar nos mutuamente,
repito que me iré.
ARACELI
Nadie te ha despedido.
DANIEL
Indirectamente, sí.
ARACELI
Eso, no; yo no te despedí. (_Orgullosa._) Ahora, claro es, tú eres libre
y, como tal, dueño de hacer lo que más te agrade.
DANIEL
Por eso me iré; ya no te convengo porque no te divierto, y debo
marcharme. Mi delicadeza lo entiende así.
ARACELI
¡Si estaba viendo llegar este rompimiento! ¡Si me lo anunciaba el
corazón!... (_Llora._)
MANOLO
(_Colérico_). Haces muy mal en decir lo que dices.
DANIEL
¿Que he dicho?
MANOLO
Araceli no merece que la trates de ese modo.
DANIEL
Mira, chiquito... (_Nervioso._)
MANOLO
¡Nada, lo sostengo! ¡No lo merece!
ARACELI
Déjele usted, Manolo; ¡es inútil!
MANOLO
Tú no puedes tratar así á Araceli; tú tienes la obligación de hacerla
dichosa.
DANIEL
¿La obligación?
MANOLO
La obligación, sí. Tú, que la arrancaste de su hogar, del hogar donde
vivía mal ó bien, pero decorosamente, la debes toda clase de respetos...
DANIEL
Creo que te ha hecho daño el coñac que hemos bebido.
MANOLO
¡Daniel!
DANIEL
Me parece que sí.
MANOLO
Piensa lo que gustes. Pero, repito, que á Araceli no la consideras lo
que merece... y que delante de mí...
DANIEL
Acaba.
ARACELI
Manolo... no... no se disguste usted...
MANOLO
Que delante de mí no permito que la insultes.
DANIEL
(_Fríamente_). Está bien.
ARACELI
Bueno, basta... (_Conciliadora._) La cuestión terminó ya.
MANOLO
Hay sinrazones que hacen hervir la sangre...
ARACELI
Yo le suplico á usted...
MANOLO
No tiene usted nada que suplicarme.
ARACELI
(_Cogiendo el mantón_). Yo vuelvo en seguida. Voy á vestirme.
MANOLO
¿Va usted al baile por fin?
ARACELI
Sí. Creo que es lo mejor.
ESCENA VI
DANIEL, MANOLO
DANIEL
¿Qué ha sido eso?
MANOLO
¿El qué? ¿Lo que te he dicho?
DANIEL
Sí.
MANOLO
No sé... los nervios, los nervios, que no siempre vibran del mismo
modo... Perdona... O será el coñac, como tú dices. (_Nervioso._)
DANIEL
No, no es eso.
MANOLO
¿No?
DANIEL
No; no es cuestión de nervios, ni cuestión de bebida...
MANOLO
¡De lo que sea!
DANIEL
No es fácil que yo me equivoque. (_Pausa._) La causa de tu
apasionamiento la sospecho... la conozco. (_Pausa._) Tú estás enamorado
de Araceli. (_Pausa larga._) ¿No es cierto?
MANOLO
No es.
DANIEL
Sí es.
MANOLO
Te aseguro que no.
DANIEL
Ahora es cuando empiezas á parecerme desairado. Me gustó tu arrebato de
hace un momento porque había en él sinceridad juvenil. La juventud sólo
sabe pelear así, cara á cara... Pero has reflexionado, y la reflexión
envejece á los hombres.
MANOLO
¿Y aunque estuviese enamorado de Araceli, ¡qué importa!... si ella no lo
sabe?
DANIEL
Luego la quieres... Sé franco; la franqueza es siempre, siempre, una
valentía. Luego la quieres...
MANOLO
No sé si la quiero.
DANIEL
Pero te gusta.
MANOLO
¡Mucho!
DANIEL
Si eso me lo dijeses teniendo yo los años que tú tienes, esta
conversación acabaría á cuchilladas. Pero, no... ya, no... Pasó la edad
de los celos homicidas, la edad terrible... Si Araceli se va, si Araceli
quiere á su placer, es decir... si se quiere á sí misma más que á mí,
¿para qué retenerla?
MANOLO
(_Irónico_). Haces bien.
DANIEL
Y tú eres quien me la quita. (_Colérico._)
MANOLO
¿Yo?
DANIEL
Sí, sí... ¡Oh!
MANOLO
¡Ojalá! Ya ves si soy sincero; ¡ojalá!... Pero no es así; en todo caso
será ella quien te deja.
DANIEL
Es que ella no hubiese hablado así, si tú no hubieras estado presente.
MANOLO
Piensa lo que gustes.
DANIEL
(_Con repentina cólera_). Manuel... ¡eres un miserable!
MANOLO
¿Qué dices?
DANIEL
Que eres un miserable.
MANOLO
Es que si te crees con derecho á insultarme...
DANIEL
Lo tengo.
MANOLO
Yo me reservo el derecho de partirte la cara.
DANIEL
Y yo... ¡Mira!... Manuel... ¡No me saques fuera de mí!... (_Avanzando
amenazador._)
ESCENA VII
DICHOS y ARACELI
ARAGELI
(_Que aparece disfrazada con el mantón de Manila y con un antifaz en la
mano_). Ya estoy lista. ¿Qué tal?
DANIEL
(_Dominándose_). Muy bien.
MANOLO
Está usted guapísima.
ARACELI
(_A Daniel y sonriendo_). ¿El mantón, verdad?
DANIEL
Todo influye.
MANOLO
Pero, tenía usted razón; el mantón, efectivamente, es magnífico.
ARACELI
Precioso; ¿qué hora será?
MANOLO
Poco más de las once.
ARACELI
Entonces, llego á tiempo. Desde aquí voy á casa de Filomena, que está
aguardándome, y desde allí, al Real.
MANOLO
Allí nos veremos. Si me concede usted el vals...
ARACELI
Con mucho gusto. (_A Daniel, que habrá vuelto á sentarse junto á la
chimenea._) ¿Vienes?
DANIEL
(_Con dulzura y melancolía_). No, hija mía.
ARACELI
Decídete y te espero. Anda, ¿quieres?...
DANIEL
No, no... ¿para qué?
ARACELI
En un momento te vistes.
DANIEL
Los bailes ya no me divierten. Perdona...
ARACELI
Como gustes...
DANIEL
Sí, déjame; prefiero leer. (_Dentro suena una estudiantina que pasa
tocando un alegre paso doble. La música se acerca y luego se aleja
gradualmente._)
ARACELI
(_Con alegría infantil_). ¡Una estudiantina, una estudiantina!... (_Ella
y Manolo corren hacia la ventana y miran._)
MANOLO
¡La juventud pasa!
ARACELI
¡Y pasa llamándonos, invitándonos á seguirla!... ¡Qué hermosa la
juventud, que lleva consigo la alegría!... (_Pausa. Los tres escuchan._)
MANOLO
(_A Araceli_). ¡La alegría! ¿Verdad que arrastra?
ARACELI
Sí. ¡Qué hermosa es! Mire usted, estoy llorando... La alegría es eso: es
llorar y es reir, sin saber por qué... ¡Vámonos, vámonos!...
MANOLO
Ya, apenas se oye...
ARACELI
Vámonos. (_A Manolo._) ¿Quiere usted acompañarme hasta que encuentre un
coche?
MANOLO
Estoy á sus órdenes.
ARACELI
(_A Daniel_). Entonces, hasta luego.
DANIEL
O hasta nunca... (_Tranquilo._)
ARACELI
¿Hasta nunca?
DANIEL
Sí. Porque aunque yo esté aquí cuando tú vuelvas, las almas sólo se
despiden una vez, y yo he sentido que en este momento, nuestras almas,
Araceli, acaban de decirse «adiós». (_Pausa._)
ARACELI
(_A Manolo_). ¿Me da usted su brazo?
MANOLO
(_Desde la puerta, á Daniel._) Buenas noches.
(_Araceli mira á Daniel con intención cruel y hace mutis riendo á
carcajadas._)
ESCENA VIII
DANIEL, luego MARIANO
DANIEL
(_Sentado ante la chimenea_). ¡Se fué!... Cuando á mí me querían, yo no
quise á nadie; ahora, que quiero... ya es tarde para hacerme querer.
(_Se cubre el rostro con las manos y llora._)
MARIANO
(_Por la izquierda_). Señor... (_Al verle llorando queda suspenso._)
TERMINA EL ACTO PRIMERO
[imagen no disponible]
ACTO SEGUNDO
Otro gabinete elegante. Al foro y á la derecha, puertas. La chimenea y
la ventana, con objeto de dar variedad á la escena, aparecen á la
izquierda.
Es de noche.
Al levantarse el telón, Teresa acaba de arreglar la chimenea y se dirige
hacia el foro para recibir á Daniel, que está medio ciego y camina con
pasos inseguros. Daniel se sienta junto á la chimenea, y sentado
permanece durante todo el acto.
ESCENA PRIMERA
TERESA, DANIEL
TERESA
Ya sabía yo, don Daniel que era usted quien llegaba.
DANIEL
¿Por la voz me conociste, Teresita? (_Risueño._)
TERESA
Sí, señor marqués, fué por la voz y por el modo de andar. Venga usted
por aquí... (_Le lleva hacia la chimenea._)
DANIEL
¡Ah, sí!... Ya... ¿Porque arrastro los pies?
TERESA
Los arrastra usted un poquito, muy poco...
DANIEL
¿Tú no sabes por qué, Teresa?
TERESA
No, señor marqués.
DANIEL
Porque la tierra nos quiere mucho á los viejos, y se agarra á nuestros
pobres pies cansados... y tira de nosotros... ¡Necesario será irse
pronto con ella!
TERESA
¿Quién piensa en morir? Ea, siéntese usted... Esta noche no dirá usted
que la chimenea está fría.
DANIEL
No, por cierto, que su calor parece quemarme las mejillas. ¡Brrr!...
¡Qué frío hace!... De poco aprovechan los guantes con este tiempo;
¡heladitas traigo las manos! (_Pausa._) ¿Y la señorita?
TERESA
En su cuarto.
DANIEL
¿Pero, está bien?
TERESA
Sí, señor.
DANIEL
Eso es lo principal. ¡Vaya!... ¿Y el señorito Paco?
TERESA
En las habitaciones de la señorita. (_Confidencial._) Creo que están
riñendo.
DANIEL
¿Sí? ¡Lo siento mucho!
TERESA
No vaya usted á decir nada, don Daniel... que ustedes, los cortos de
vista, lo dicen todo, sin duda porque no ven el efecto que causa lo que
dicen...
DANIEL
No, mujer. ¿Y por qué riñen?
TERESA
Porque el señorito Paco quiere llevar á la señorita al baile, y ella no
quiere ir.
DANIEL
Hace bien la señorita. Los bailes son estúpidos; en ellos se pierde el
tiempo, el dinero, la salud... ¡todo lo que más vale! ¿Y qué se saca de
los bailes?... Nada... ó casi nada. ¿Verdad, Teresa?
TERESA
Verdad, don Daniel.
DANIEL
Tú, que también habrás perdido en los bailes de máscaras muchas noches,
¿no piensas como yo?
TERESA
Lo mismo, señor marqués.
DANIEL
¡Naturalmente!... Lo que parece imposible es que hayamos necesitado
llegar á viejos para saberlo.
TERESA
¿Quiere usted que llame á la señorita?
DANIEL
No, déjala. Supongo que la cena no se habrá retrasado por mí...
TERESA
No, señor. Ya sabe usted que aquí nunca hay hora fija para cenar.
Además, hoy tenemos invitados.
DANIEL
¿Y han venido?
TERESA
¿No les oye usted?... En el comedor están.
DANIEL
¿Quiénes son? ¿Les conozco yo?
TERESA
¡Pues digo!... Don Nicolás, don Ángel, la señorita Raquel, la señorita
Luisa... y otra joven que no conozco. La han tomado con el
_champagne_...
DANIEL
Les apruebo el gusto.
TERESA
Llegaron hace poco más de una hora y ya llevan descorchadas seis ó siete
botellas. Lo que esos cenen después, que me lo claven en la frente.
¿Quiere usted que les llame?.
DANIEL
¡No, no!...
TERESA
No sé si ha reparado usted, don Daniel, en que le dije que hay en el
comedor dos hombres y tres mujeres.
DANIEL
Sí.
TERESA
Pues entonces...
DANIEL
¿Y qué quieres decir con eso?
TERESA
¿No cae usted?
DANIEL
No caigo.
TERESA
¡Que sobra una mujer!
DANIEL
Pues sobra, hija mía, porque yo... ¡á la vista está!... yo, ¡como si no
estuviese aquí! Oye, Teresa...
TERESA
Diga usted.
DANIEL
¿Está bien cerrada esa ventana?
TERESA
Sí, señor, está bien cerrada. Además, con los burletes no entra ni pizca
de aire; traiga usted la mano, verá usted...
DANIEL
Basta que tú lo digas. Es raro... ¡tengo un frío esta noche! (_Pausa._)
Aunque yo creo que eso del frío, más que del tiempo, depende de la edad,
¿no te parece?
TERESA
Iba yo á decirlo.
DANIEL
¡Es claro!... Cuando somos jóvenes, ya puede nevar aprisa en la calle,
que llevamos el verano dentro. En cambio, cuando llegamos á viejos y el
fastidio nieva y nieva... y nieva... dentro del alma, ¿para qué sirve el
sol?
TERESA
Ahí tiene usted á la señorita. Hasta después. (_A Araceli y á Paco._)
Con permiso...
ESCENA II
ARACELI, PACO, DANIEL
PACO
(_Campechanamente_). Adiós, marqués.
DANIEL
¡Hola, muchacho!... ¿Y tú, Araceli?
ARACELI
¿Y tú?
DANIEL
Muy bien. Acabo de llegar.
PACO
Creíamos que no vendrías.
ARACELI
Y lo sentíamos.
DANIEL
Ya sabéis que yo nunca falto á cenar los lunes, y menos los lunes
festivos. Teresa me ha dicho que tenéis invitados...
PACO
Sí. Ángel y Nicolás han venido con tres amigas suyas; pensábamos comer
aquí y luego marcharnos al Real... pero ahora resulta que la señorita
Araceli no quiere ir al baile.
DANIEL
Ya...
PACO
¿Qué te parece?
DANIEL
¡Toma!... ¡Qué sé yo!
PACO
Pues yo sí que lo sé: es una estupidez.
ARACELI
No es una estupidez, Paco; es, sencillamente, que no tengo ganas de
bailar. ¡Oye, Daniel, fíjate!...
PACO
¿Pero qué vas á explicarle á él?
ARACELI
¿Y por qué no?... Mira, Daniel, óyeme tú, porque estos señoritos que
todavía no han salido de la infancia, no nos entienden.
PACO
Como que tenéis veinte ó treinta ó cuarenta años más que nosotros... ¡Es
claro!
ARACELI
(_Con amargura_). Sí... soy vieja para ti.
PACO
¡Lo eres!... Yo te quiero, me gustas... ¡Naturalmente! ¿No te parece,
Daniel?... Araceli me gusta, porque si no me gustase no estaría yo
aquí... pero comprendo que no pensamos del mismo modo; cada cual
interpreta la vida á su manera... ¡y eso me aburre! Yo no sé si es
cuestión de temperamento ó cuestión de edad... Ahora, por ejemplo, yo
quiero ir al baile; esos amigos han venido á buscarme; podemos pasar una
buena noche... Y la digo: «Anda, Araceli, ponte un mantón y vámonos...»
¿Hay nada más natural?
DANIEL
Efectivamente...
PACO
¿Me faltarán mujeres que llevar al baile? Y, sin embargo, la prefiero á
ella. ¡Si debías estar orgullosa!
ARACELI
Y lo estoy, y te lo agradezco...
PACO
Lo demuestras muy mal.
ARACELI
Pero, Paco... los hombres, con poneros el frac, ya estáis arreglados.
Nosotras, no. Para ir al baile, yo necesito vestirme de cabeza á pies,
ponerme el corsé nuevo, que me lastima mucho las caderas, peinarme
bien... Y para hacer todo esto es indispensable tener buen humor, ganas
de lucir, de divertirse... y yo esta noche no me siento bien... me
duele la cabeza... (_A Daniel._) Creo que tengo calentura...
PACO
¡Eso faltaba!
DANIEL
(_Pulsando á Araceli_). No, las manos un poco ardientes... pero, no...
no hay fiebre...
PACO
¡Estamos divertidos!
ARACELI
¿Qué quieres, hijo mío?
PACO
¿Eh, Daniel?... ¡Estoy divertido! Supongo que cuando conociste á
Araceli, ésta no sería así.
DANIEL
No era así, no.
PACO
Sería, probablemente, todo lo contrario.
ARACELI
Todo lo contrario... ¡Desgraciadamente!
PACO
(_Irónico_). ¡Ah, vamos!... Le querrías más que á mí...
ARACELI
¡No, hombre!
PACO
Sí, mujer, le querrías mucho más que á mí, y por eso eras con él mucho
más complaciente que lo eres conmigo... ¡Delicioso!... ¿Pues sabes lo
que digo?
ARACELI
¿Qué dices, Paco? (_Resignada._)
PACO
Que esta casa es mía, y que tú eres mía... y que yo pago todo esto para
mí, para divertirme, para usarlo cuando me parezca.
ARACELI
Eres grosero.
PACO
¡Déjame en paz!
ARACELI
Hay momentos en que te desconozco. Si tantas ganas tienes de ir al
baile, vete; yo no me enfado.
PACO
¡Pero si quiero ir contigo, imbécil! ¿Es que no lo entiendes? ¡Quiero ir
contigo... y emborracharme!... (_Con énfasis cómico._) Porque si á ti te
gustan los amores tranquilos y las copitas de coñac bebidas
pacíficamente en tu casita, delante de una chimenea, á mí me gusta
bailar y dormir en la delegación y beber el _champagne_ en cubo... ¿te
has enterado?...
ARACELI
Ya lo sé, hombre, ya lo sé...
PACO
(_A Daniel_). ¿No te parece?
DANIEL
Psch... sí...
PACO
Vamos, ya... tú crees que ella tiene razón.
DANIEL
No... tampoco. Araceli, á mi juicio, tiene razón, pero tú también
defiendes un deseo justo... (_Riendo con amargura._) ¡Qué vida... qué
incomprensible vida esta, en la que todos, así el golpeado, como el que
golpea, tienen razón!
PACO
Es muy cómodo decir: «Hoy no tengo ganas de salir», y quedarse en casa.
O bien: «Hoy el cuerpo me pide retozo; llévame al campo...» Y el hombre,
entretanto, convertido en figura decorativa, hecho un mamarracho, á
disposición de la señora... ¡Eso, que se te quite de la cabeza! Tú
vienes al baile porque yo deseo que vengas, ni más ni menos... porque
tienes la obligación de divertirme, porque para eso vivimos juntos.
ARACELI
Bueno, Paco, iré... (_A Daniel._) ¿Tú ves qué suplicio?
PACO
Pues, deprisita, deprisita... ¡que se hace tarde! (_Dentro y por la
derecha resuenan grandes carcajadas._)
VARIAS VOCES
(_Dentro_). ¡Viva! ¡Viva!
PACO
(_Riendo_). ¡Oye... cómo están ya esos!
ARACELI
Pero me dejarás ir como yo quiera...
PACO
¿Cómo?
ARACELI
Con capuchón.
PACO
¿Tú eres tonta!... ¿Pero cómo quieres que te lleve de capuchón, hecha
una cursi?
ARACELI
¡Si es que no puedo apretarme el corsé!
PACO
Pues, ó te vistes bien, ó no vienes.
DANIEL
Déjala, hombre, que vaya á su gusto.
PACO
¡No quiero!... Yo, con mamarrachos, no voy al baile. La llevo para
lucirla, eso es, no para que se rían de mí. Te pones el mantón azul, y
te calzas bien, y te peinas bien... y la dices á Teresa que te traiga
flores... ¡Ya lo sabes...!
ESCENA III
DICHOS y DON NICOLÁS
DON NICOLÁS
(_Desde dentro_). ¡Paco!... ¡Paco!... (_Aparece por la derecha con una
copa y una botella de «champagne»_). ¿Qué, no queréis una copa?... Pero,
¿cómo no vais allí?...
PACO
Ahora vamos.
DON NICOLÁS
Señor marqués... beso á usted las manos... (_Da muestras de hallarse
ligeramente embriagado._)
DANIEL
¡Hola, Nicolás!
DON NICOLÁS
(_Dirigiéndose á Araceli y á Paco_). Apostaría algo bueno á que estaban
ustedes riñendo...
ARACELI
No estábamos riñendo, no; porque yo no riño con Paco; es él, quien
quiere reñir conmigo.
DON NICOLÁS
Pero como usted no quiere... ¡Pues no hay riña! ¡Claro!... Ea, tomad,
tomad una copa; esto no es _champagne_, ¿sabes?
PACO
¿No?
DON NICOLÁS
El tabernero se ha equivocado; esto no es _champagne_; esto es sangre de
dioses. ¡Bebe!
PACO
Venga.
DON NICOLÁS
Somos unos descorteses, Paco... lo somos porque hemos bebido antes que
Araceli. ¡Qué demonio!... Y es que tú, maldito, estás borracho.
PACO
¿Yo?... ¡Sí!
DON NICOLÁS
Estás borracho. Y Daniel, donde le ves, también está borracho...
(_Riendo._) Y no se levanta de ahí por no caerse... (_Riendo más._)
Bueno... ahora usted, Araceli... ahora bebe usted.
ARACELI
Gracias, Nicolás, yo no quiero beber.
DON NICOLÁS
¿No quiere usted beber?
ARACELI
Ahora, no; luego.
DON NICOLÁS
¿Y por qué luego?... Luego también... ahora y luego, siempre... ¡se debe
beber siempre!... Y si está usted enamorada, con más motivo; los amores
son como las fresas, con vino están mejor.
ARACELI
Gracias, gracias... no deseo.
DON NICOLÁS
¿No quiere usted? Conformes; no insisto; en estos casos, la insistencia
es descortesía. Pero tú, Daniel, sí beberás... tú eres de los míos.
DANIEL
Sí, hombre.
DON NICOLÁS
Va. ¡Ole! En el _champagne_ que este hombre ha bebido podríamos
naufragar los tres.
PACO
(_A Araceli_). Niña... me voy con éste al comedor; que te vistas en
seguida...
ARACELI
Ya sabes lo que te he dicho...
PACO
¡No, con capuchón, no! Te vistes como he dicho.
DON NICOLÁS
¿Qué... qué? ¿A ver qué es eso? ¡Que yo me enteré!
ARACELI
Nicolás, déme usted la razón.
DON NICOLÁS
(_Ofreciéndola la botella_). Tome usted...
ARACELI
¿No piensan ustedes ir al baile?
DON NICOLÁS
Sí.
ARACELI
¿No se trata de pasar una buena noche, sea como sea?
DON NICOLÁS
Exactamente.
ARACELI
¿Y no es cierto que á usted no le importa que la mujer que usted lleve
vaya vestida de este ó aquel modo?
DON NICOLÁS
Crea usted que eso del vestido en noches como esta, me tiene
completamente sin cuidado. ¡Mejor si va desnuda!
ARACELI
Pues Paco no es así.
DON NICOLÁS
Pero, hombre... ¡parece mentira!... ¿No me ves á mí?... ¡Deja que la
mujer vaya á su gusto, hombre!... Si al fin ha de ser lo que ella
quiera...
PACO
Me parece que no...
DON NICOLÁS
¡Mírele usted!... Si debe usted estar orgullosa de verle así, tan
enamorado.
ARACELI
¿Enamorado?
DON NICOLÁS
Y dije poco: loco... loco está por usted...
ARACELI
Dice que soy una vieja...
DON NICOLÁS
Hombre, tanto como una anciana, no... pero tampoco diré que es usted una
niña... ¿Verdad, Daniel, tú que la conociste joven?
DANIEL
Para mí siempre será una niña.
DON NICOLÁS
¡Ole! (_A Paco._) Esa frase también merece una copa. Bebe... (_A Paco._)
Ahora, vámonos al comedor. (_A Araceli y á Daniel._) ¿No queréis venir?
ARACELI
Luego iré yo.
DON NICOLÁS
Usted manda. Tú, ¡eh!... tú, Daniel... ¿Vienes?
DANIEL
Después...
DON NICOLÁS
(_Riendo_). ¡No puede levantarse!... Está... ¡cómo está! (_Dando á
entender que Daniel está borracho._) Vente tú, Paquito, vente conmigo...
PACO
(_A Araceli_). Ya sabes...
DON NICOLÁS
¡Déjala, hombre!... ¡Déjala!... (_Confidencial._) Te advierto que la
Raquel está divina... ¡hay que comérsela!... (_Salen por la derecha._)
ESCENA IV
ARACELI y DANIEL
ARACELI
¿Le has oído, Daniel?
DANIEL
Le he oído.
ARACELI
¿Y qué piensas de él?
DANIEL
¡Psch!...
ARACELI
Claro... tú, ¿qué vas á decirme? Eres amigo suyo.
DANIEL
No, si callo no es por eso; es... ¡porque no sé qué decir! Creo que, en
este caso, al hombre más experto le sucedería lo mismo.
ARACELI
¡Ah, Daniel, mi viejecito!... De todos los amores que pasaron por mi
vida, el tuyo es el único que no ha dejado en mi carne ni en mi espíritu
una sensación de brutalidad. Así, después de los años pasados, me
pareces, más que un amante perdido, un hermano mayor, un segundo
padre... algo muy mío que me quiere con cariño familiar... Cuando Paco,
á quien yo le había hablado de nuestros amores, me dijo que habíais
viajado juntos por el extranjero y que erais muy amigos, tuve una
alegría inmensa. «Vendrá á verme», pensé. Y al saber más tarde que aún
estabas soltero, hasta creí que te recobraba... «El me quiere--decía
yo--, es el único hombre capaz de quererme, aunque ya no me encuentre
bonita»...
DANIEL
¡Pobrecilla!
ARACELI
¿Tú sabes qué difícil y qué angustioso es para nosotras parecer bonitas,
cuando ya vamos perdiendo la voluntad de serlo?
DANIEL
Yo lo sé todo, Araceli, por lo mismo que he pasado por todas las edades.
Tú, en cuanto seas viejecita como yo, lo sabrás todo también.
(_Pausa._)
ARACELI
¡Qué mala, qué ingrata he sido para ti, Daniel!
DANIEL
Yo creo que no.
ARACELI
Sí, fuí muy mala, muy cruel contigo, y merezco que me guardes rencor.
¡Pobre Daniel!... ¿Te acuerdas? Hace muchos años, cerca de veinte
años... otra noche de máscaras...
DANIEL
Sí...
ARACELI
¿Por qué te dejé aquella noche?... ¡Loca! ¡Estúpida!... ¡Aquel Manolo,
que ya se ha muerto!... Y si yo le hubiese querido, aún habría para mi
ingratitud alguna disculpa. ¡Pero si yo no le amaba!... Tú lo sabes,
Daniel... ¡Si yo no le amaba!... Sí puedo decir que aquella noche te
dejé por un baile y un mantón de Manila... Y cuando á la mañana
siguiente volví á nuestra casa... ¿te acuerdas?... tú estabas allí...
pero yo no te encontraba... no te encontraba porque tú ya no eras el
mismo... (_Llora._) ¡Lloras, Daniel! No, no, no... ¡eso no!... Yo no
quiero hacerte llorar...
DANIEL
Déjame.
ARACELI
No quiero que llores...
DANIEL
Déjame... es que recuerdo... Los viejos no hacemos otra cosa; por eso
lloramos tan á menudo; á mi edad, la conciencia es como una lágrima que
llevamos dentro...
ARACELI
Pero, ¿es cierto que me guardas rencor por el daño que te hice?
DANIEL
Si tal hiciese, sería injusto contigo.
ARACELI
¡Oh, qué bueno eres!
DANIEL
No, no digas «¡qué bueno!...» Di, mejor, «¡qué viejo!...» La vejez
suele parecernos bondadosa porque es pasiva... ¡fíjate en que, para
reconocer mi bondad, has tenido que asomarte á la vejez.
ARACELI
¡Es verdad! Lo que fué torrente, hoy es agua mansa. ¿Por qué, cuando nos
conocimos, no sería yo un poco más vieja ó tú un poquito más joven?
Entonces, tal vez, hubiésemos sido dichosos el uno con el otro.
DANIEL
Tal vez...
ARACELI
Pero es muy difícil coincidir á esa cita que la Felicidad nos ha dado á
todos; unos llegan demasiado pronto, otros demasiado tarde... Entonces,
que yo me sentaba al banquete de la vida, tú, cansado ya de comer,
empujabas con el pie la mesa de tu festín y cerrabas los ojos... Y los
dos fuímos desgraciados: yo, porque deseaba mucho y tenía muy poco; tú,
porque, teniéndolo todo, ya no querías nada... Pero tú, indudablemente,
sufrías más que yo, porque tú no esperabas nada... mientras que yo
deseaba, y un deseo siempre es una esperanza... y no hay bajo el sol
nada más bonito que una esperanza... (_Pausa._) ¡Ahora te comprendo!
Nadie es bueno, nadie es malo... son las circunstancias las que,
pasajeramente, nos hacen malos ó buenos... (_Llora._)
DANIEL
No llores... Araceli... mi pobre Araceli... no llores... ¿para qué?...
No se hable más de aquello, porque todos estamos pagados y en paz: lo
que tú hiciste conmigo, lo hice yo con otra, y ahora Paco lo hace
contigo. La vida es un veneno compuesto con mieles de amor, que va
resbalando al través de los siglos de una boca á otra boca; y así, el
hastío que tú bebiste en mis labios, se lo das á Paco ahora; y él,
cuando sea viejo, besará otros labios jóvenes, y con el beso que les dé,
les dará también el dolor... (_Pausa larga._)
ARACELI
¡Qué frío!... ¿No te parece que hace mucho frío esta noche?
DANIEL
Sí, mucho frío... A Teresa se lo dije antes.
ARACELI
(_Acercándose á la ventana_). Pues, no... los burletes ajustan bien; por
aquí no entra ni pizca de aire.
DANIEL
Habrá por ahí alguna puerta abierta.
ARACELI
(_Asomándose á la del foro_). No, todo está bien cerrado. (_Se acerca á
la chimenea como dispuesta á sentarse._)
DANIEL
No te sientes. Ve á ver qué ocurre en el comedor; me parece que ya va
siendo hora de cenar.
ARACELI
En esta casa hoy no se cena.
DANIEL
¿Lo dices porque esos no dejan de beber?
ARACELI
¡Naturalmente! ¡Y no creas que Paco es el mejor!
DANIEL
¿Quieres un buen consejo?
ARACELI
¿Cuál?
DANIEL
Vístete en seguida.
ARACELI
Para el baile...
DANIEL
Sí.
ARACELI
¡Pero si no tengo ganas de salir!
DANIEL
No importa. Vístete y te ahorrarás un disgusto con Paco.
ARACELI
¿Y el disgusto de vestirme?
DANIEL
Bueno, allá tú. (_Risueño._) Recuerda que aquella noche, de que antes
hablábamos, te perdí por no querer ponerme el frac... Y que ahora es él
quien tiene el frac puesto, y tú la que no quiere vestirse...
ARACELI
¿Tú pensabas ir al baile?
DANIEL
¿Yo? (_Ríe._)
ARACELI
Entonces no salgo. Cuando esos se marchen, cenaremos juntos los dos. Yo
te invito.
DANIEL
¿Y Paco?
ARACELI
Me es igual...
DANIEL
Me parece... en fin...
ARACELI
¿Qué?
DANIEL
Que haces una tontería. La cena va á costarte demasiado cara. (_Suenan
dentro risas y voces._)
ARACELI
Ahí vienen esos.
ESCENA V
ARACELI, RAQUEL, LUISA, DANIEL
RAQUEL
(_Con una botella de «champagne»_). ¡Qué sorpresa! (_Riendo._)
LUISA
(_Que trae una bandeja con pasteles_). ¡Pero si está aquí don Daniel!...
RAQUEL
¡Viva el marqués, que va á beberse una copa de _champagne_!
DANIEL
Adiós, criaturas.
LUISA
¿Qué hacíais, pícaros?
ARACELI
Pues, ya lo veis...
RAQUEL
(_A Araceli_). Bebe.
LUISA
Toma antes un pastel; estos de chocolate son muy buenos.
ARACELI
¿Pero no vamos á cenar?
RAQUEL
¡Quién piensa en eso!
ARACELI
(_A Daniel_). ¿Qué te dije yo?
LUISA
Ahora nos vamos á Fornos; son cerca de las once. ¿Pero qué haces que no
te vistes?
ARACELI
Ya veremos...
RAQUEL
Te aconsejo que no dejes á Paco solo.
ARACELI
¿Por qué?
LUISA
¡Ah, sí! Porque Paco está que arde. Yo no quería decirte nada, pero ya
que ésta ha empezado...
ARACELI
Pues, ¿qué le sucede?
RAQUEL
Que Catalina está volviéndole tarumba.
ARACELI
Por mí...
RAQUEL
¿No te importa?
ARACELI
Ni pizca.
LUISA
¡Chica!... ¡Haces bien!... ¿Eh? ¿Verdad que estos pasteles de chocolate
están muy buenos?
ARACELI
Muy ricos.
RAQUEL
Mirad, yo me chupo los dedos. Ello no será muy _chic_, pero es muy
práctico.
LUISA
(_Imitando á Raquel_). ¡Yo también, yo también!...
RAQUEL
(_Acercándose á la puerta lateral derecha_). ¡Nicolás, Nicolás!... Os
advierto que Nicolás, con lo que ha bebido, está delicioso esta noche.
LUISA
Tiene muy buena sombra.
RAQUEL
¡Ja, ja, ja!... Ese hombre, si se hubiese metido á clown, habría sido
célebre. ¡Cuidado si la historia de don Casimiro tiene gracia!...
LUISA
¡Ah, sí! Cuéntala... veréis...
RAQUEL
Veréis... (_A Araceli._) ¿Tú conoces á Casimiro Giralt, ese viejo
pintado de rubio que te presenté una noche en Apolo?...
ARACELI
¿El que tuvo relaciones con Fuensanta?
RAQUEL
¡Ese! Como sabes, Casimiro está casado y tiene un hijo de veintidós ó
veintitrés años, que se llama Antonio, y es «el ojito derecho» de su
madre. (_Bebe._) ¡Ah, y que no toquen á Antoñito, porque doña Cecilia se
vuelve loca! ¿Usted se entera, marqués?
DANIEL
Sí, mujer, sigue.
RAQUEL
Pues dice Nicolás que Antoñito se enamoró, pero como una fiera, de una
muchacha pobre, planchadora por más señas, y que á todo trance quería
casarse con ella. Hasta que se lo dijo á su padre, á don Casimiro... y
desde aquel día, el pobre muchacho no hizo más que llorar por los
rincones, enflaquecer y quedarse sin color. Los médicos decían que iba
para tísico.
LUISA
Como si estuviese embrujado, ¿comprendes?
RAQUEL
Hasta que doña Cecilia le cogió por su cuenta y, por buenas ó por malas,
le arrancó el secreto de su pena.--Es que estoy enamorado de una mujer y
no puedo casarme con ella--decía el chico.--¿Y por qué?--Porque no
puedo.--¿Pero por qué no puedes?...--Hasta que cantó:--Porque mi padre
me ha dicho que esa muchacha... ¡es hija suya!...
ARACELI
¡Pobre chico!
RAQUEL
No te apures... ¡Los muchachos se casan!...
DANIEL
¿Pero no son hermanos?
LUISA
¡No lo son!
RAQUEL
¡No lo son, no!... Porque doña Cecilia, comprendiendo que á su hijo
aquella pena iba á costarle la vida, echó por la calle de en medio, y ha
confesado que Antonio... ¡no es hijo de su padre! (_Riendo._)
LUISA
(_Riendo_). ¡Y se casan, se casan!...
RAQUEL
(_Como si llorase_). Mujer, di más bien: «Y se casan, y se casan...» ¡No
te alegres tanto del mal del prójimo!... (_Todos ríen._)
ESCENA VI
DICHOS y CATALINA, PACO, DON NICOLÁS y ÁNGEL, que entran por la derecha
con gran algazara
CATALINA
(_Aparece empujada por sus acompañantes_). ¡Que vais á hacerme caer! ¡No
seáis locos!
PACO
¡Tú llegarás á donde quieras!
ÁNGEL
Llegarás al suelo.
DON NICOLÁS
Te impulsamos nosotros.
CATALINA
¡Dejadme, que tengo cosquillas!
ÁNGEL
¡Déjala, hombre!
DON NICOLÁS
¡Adiós! ¡Este la ha cogido ya!
ÁNGEL
¿El qué?
DON NICOLÁS
La borrachera, hombre.
ÁNGEL
¡Toma!
PACO
Todos estáis como uvas. A éste no le cabe en el cuerpo ni media copa
más. Si le aprietas el cinturón, se vierte.
DON NICOLÁS
¡Y á mucha honra! Yo soy sincero... yo tengo el valor de mis vicios.
PACO
(_Por Araceli y Daniel_). ¿Y éstos, no beben?
DON NICOLÁS
Beberán, hombre, beberán; de ello me encargo yo.
ÁNGEL
Me encargo yo. (_Coge una botella._)
ARACELI
Gracias, Ángel.
DANIEL
Yo, sí. ¡No se dirá nunca que le he vuelto la cara al _champagne_!
DON NICOLÁS
¡Muy bien!
RAQUEL
(_A don Nicolás_). Mira, mira cómo tienes la pechera...
DON NICOLÁS
¡Pobre camisa! Cuando salgamos del baile la vamos á llevar clavada en un
bastón, como una bandera. ¡Vámonos al baile!...
ÁNGEL
Al baile.
LUISA
Al baile, al baile.
RAQUEL
¡Al baile!... ¡Todos!...
PACO
(_A Araceli_). ¿Y tú, no acabas de vestirte?
ARACELI
Pero Paco...
RAQUEL, LUISA, DON NICOLÁS, ÁNGEL
¡Al baile, pero todos!... ¡No valen disculpas!
RAQUEL
¡En esta casa no ha de quedar nadie!
PACO
(_Amenazador_). ¿No sabes lo que te dije antes?... ¿Es que quieres
ponerme en ridículo?
ARACELI
Vete tú.
PACO
Pero contigo.
ARACELI
¡Conmigo!...
DON NICOLÁS, ÁNGEL
¡Con usted, sí, señora!
RAQUEL, LUISA
¡No hay escape!
CATALINA
No insistáis; si ella no quiere ir...
ARACELI
(_Suplicante_). ¡Pero si es que esta noche no me siento bien!... Paco ya
lo sabe; que lo diga él... Me duele mucho la cabeza... Tengo mucho
frío...
ÁNGEL
Yo creo que ese malestar es falta de _champagne_.
DON NICOLÁS
¡Es muy posible! Hay que someterla á un tratamiento enérgico. (_Coge la
botella._)
PACO
Déjame á mí; yo la curaré. Bebe, Araceli. (_Agresivo._)
ARACELI
No quiero, Paco.
PACO
Bebe...
ARACELI
No tengo sed.
PACO
Sin sed. Bebe.
ARACELI
No bebo.
PACO
Bebe.
ARACELI
¿Estás borracho?
PACO
Estoy como quiero. ¡Bebe... bebe ó te rompo la copa en la cara!...
ARACELI
¡Paco!... (_Llora._)
DON NICOLÁS
¡Eso, no!... (_Todos se interponen._)
PACO
¡Maldita sea!... (_Tira la copa al suelo._)
RAQUEL
¡La hizo añicos! Estas cuestiones familiares las paga siempre la
vajilla.
DON NICOLÁS
¡Alto el fuego! A mí me gustaría que Araceli viniese con nosotros... me
gustaría, porque á mí el buen humor del prójimo me engorda...
¡palabra!... Ya sé que la Humanidad no es así... ¡ni mucho menos!... Ya
sé que, por regla general, lo que yo como á gusto le hace daño á mi
amigo... Yo, no; yo quiero que todo el mundo ría, que todo el mundo esté
contento... Pero, si Araceli no quiere, bueno... ahogaré mi dolor...
RAQUEL
Con vino lo ahogarás, borrachón.
DON NICOLÁS
Con vino... con vino...
ÁNGEL, LUISA
¡Ahoguemos nuestras penas!
CATALINA
No esté usted triste, Paco.
PACO
¿Yo?... ¡Ca!
CATALINA
Sí, lo he notado; se ha quedado usted triste.
PACO
¿Yo?... ¿Triste yo?... ¡No me conoces! ¿Triste yo, estando tú aquí? (_La
abraza._)
ARACELI
¡Paco, Paco!... ¿No consideras que yo estoy aquí?
PACO
¿Y qué?
ARACELI
Eso es una canallada; sois unos canallas; lo eres tú, porque la abrazas;
lo es ella, dejándose abrazar por ti.
PACO
Hago lo que quiero.
ARACELI
Será fuera de aquí.
PACO
Será en la calle... Yo necesito una mujer para esta noche; tú no quieres
acompañarme y busco á ésta. Ya te lo dije antes bien clarito: mujeres
que vengan al baile conmigo, no han de faltarme.
ARACELI
Canallita... ¡Tú, como todos, sois unos chulos de frac! (_Llora._)
ÁNGEL
(_Recogiéndose los faldones del frac_). ¿Nos ha llamado chulos?
DON NICOLÁS
(_Solemne_). ¡Respetable concurrencia! Creo llegado el momento de beber
una copa.
RAQUEL, LUISA
¡Otra, dirás!
DON NICOLÁS
Otra... ¡y que no sea la última!
ÁNGEL
Amén.
DON NICOLÁS
Brindemos, pero solemnemente, con verdadera unción, por la ingratitud.
RAQUEL, LUISA, ÁNGEL
¡Viva la ingratitud!
DON NICOLÁS
¡Viva la diosa santa que embellece la vida, porque la llena de
sorpresas! ¡Viva la ingratitud, repito! Porque, gracias á ella, las
mujeres que amaron á otros pueden llegar á caer en nuestros brazos... y
las amadas que ya empezaban á aburrirnos, se van con el primer amigo
buen mozo que viene á visitarnos, y nos dejan en paz... (_Bebe._)
TODOS
¡Bravo!... ¡Muy bien!
ARACELI
(_Aparte_). Miserables... (_Va á sentarse cerca de Daniel._)
ÁNGEL
¡Bravísimo!
LUISA
¡Brindemos por todos los hombres que hemos olvidado!
CATALINA
Brindemos.
RAQUEL
¡No!... Porque ibais á estar bebiendo toda la noche y se os iban á
quedar para otro día más de la mitad...
ÁNGEL
¡Divina! (_Todas ríen._)
DON NICOLÁS
¿Conque, nos vamos?
PACO
¡Vámonos, sí!
ÁNGEL
¿A Fornos?
RAQUEL
A Fornos y desde allí al baile.
PACO
(_A Catalina_). Yo, contigo.
CATALINA
¿Pero... y Araceli?
PACO
¿Qué te importa? Esa concluyó, y empiezas tú.
ÁNGEL
(_A Luisa_). Mi brazo.
DON NICOLÁS
¿Qué decís? ¿Vamos á ir á pie?... ¡Ca, hombre!... En coche es mejor.
RAQUEL, LUISA, CATALINA
¡Sí, sí, en coche!...
DON NICOLÁS
¿No hay quien avise un coche?
PACO
¡Sí, hombre, al momento! (_Asomándose á la puerta del foro._) ¡Teresa!
¡Teresa!...
DON NICOLÁS
No te oye... ¡Ja, ja, ja!... ¡Es inútil!...
PACO
¡Teresa!...
DON NICOLÁS
Estará borracha también.
ESCENA VII
DICHOS y TERESA
TERESA
¿Qué mandan ustedes?
DON NICOLÁS
(_Asombrado_). ¡No está borracha, no! ¡La templanza refugiándose en las
cocinas!... ¡Increíble!
TERESA
Ustedes dirán.
PACO
Avisa un coche.
RAQUEL
Un coche es poco; avise usted dos.
ÁNGEL
Avise usted tres; ¡somos seis!...
TERESA
¿En qué quedamos?
DON NICOLÁS
En eso: avise usted tres coches... puesto que somos tres parejas.
TERESA
En seguida. (_Vase. En este momento suena dentro un alegre paso doble,
que se acerca y luego se aleja rápidamente. Todos corren hacia la
ventana, dando muestras de gran alegría._)
RAQUEL, LUISA, CATALINA
¡Una estudiantina! ¡Una estudiantina!
ÁNGEL
¡Señores!... ¡Qué hermoso! ¡Está nevando!
PACO
¿Qué importa la nieve?
ÁNGEL
¡Viva la alegría!
DON NICOLÁS
¡Viva el _champagne_! (_Pausa. Todos escuchan._)
RAQUEL
(_A don Nicolás_). Vamos á bailar.
DON NICOLÁS
No puedo.
RAQUEL
No sé entonces para qué vas al baile.
DON NICOLÁS
¿Pero es que á los bailes se va á bailar? ¡Inocente! ¡Se va á beber!...
ÁNGEL
¿Y no vamos á beber desde aquí hasta que lleguemos á Fornos?...
LUISA
¡Dejaros ya de vino!
ÁNGEL
¡Tengo una idea!... ¡¡Ah!!
DON NICOLÁS
¿Cuál?
ÁNGEL
¡Una admirable idea!
TERESA
Señores... ahí están los coches.
PAGO
¿Los tres?.
TERESA
Sí, señor, los tres.
ÁNGEL
¡Esperad, esperad!... (_Sale precipitadamente por la derecha. Todos le
siguen y se detienen junto á la puerta._)
DON NICOLÁS
¿Pero á dónde va ese?
RAQUEL
Alguna diablura se le ha ocurrido.
LUISA
Indudablemente. Le conozco.
DON NICOLÁS
¡Admirable, admirable!
RAQUEL
La gran idea.
ÁNGEL
¡La barrica del Jerez! (_Aparece empujando un barril y todos le
ayudan._) ¡Teresa, Teresa!...
TERESA
Mándeme usted.
ÁNGEL
Avise usted otro coche.
RAQUEL, LUISA, CATALINA
¡Otro coche! Hacen falta cuatro coches.
PACO
¡Cuatro... sí... cuatro!
DON NICOLÁS
Uno para cada pareja y otro para el vino.
PACO
Tú, Nicolás, súbete encima del barril; oficia de dios Baco...
DON NICOLÁS
No... no puedo... ¡dejadme! ¡Que me vais á romper algo! (_Estúdiese bien
toda esta escena, cuyo interés depende en absoluto del conjunto._)
RAQUEL, LUISA, CATALINA
¡Adiós, Araceli... Daniel!...
ÁNGEL
¡Hasta mañana, si podemos volver!... (_Salen en tropel por el foro,
gritando y riendo, y se oye un gran estrépito, como si el barril hubiese
caído por la escalera._)
ESCENA VIII
ARACELI y DANIEL
DANIEL
Debiste marcharte con ellos.
ARACELI
¡Bah!... ¿Por qué?... Mejor estoy aquí.
DANIEL
¡Mi pobre Araceli!... Tú quieres á Paco... tú, en estos momentos, sufres
mucho.
ARACELI
Sí, le quiero... (_Con indiferencia fingida._)
DANIEL
¡No disimules! Le quieres tranquilamente, pero también intensamente,
como yo te quise. ¿Ves?... En la vida todo se repite: un Carnaval me
dejó sin ti, y otro Carnaval te deja sin él... (_Pausa._) ¡Lloras!...
No, no...
ARACELI
No puedo contenerme... Perdona... déjame llorar: lloro de rabia... no
lloro por él, por él no... no... ¡no!...
DANIEL
¡Y aunque llorases por él!... ¿Acaso hace veinte años, en una noche como
ésta, no lloré yo por ti?
TELON
[imagen no disponible]
INDICE
Páginas
Sinfonía.--Mi primer estreno 5
Nochebuena 13
El pasado vuelve 81
Frío (dos actos) 147
* * * * *
OBRAS DE EDUARDO ZAMACOIS
La enferma.--Punto-Negro.--Incesto.--Tik-Nay ("El payaso
inimitable").--Loca de amor.--El seductor.--Duelo á muerte.--Memorias de
una cortesana.--Sobre el abismo.--El otro.
NOVELAS CORTAS.--Bodas trágicas.--La estatua.--La quimera.--El
lacayo.--Noche de bodas.--Amar á obscuras.--Semana de pasión (cuatro
volúmenes).
[imagen no disponible]
Desde mi butaca ("Apuntes para una psicología de nuestros
actores").--Impresiones de arte.--Río abajo.--De mi vida.
[imagen no disponible]
De carne y hueso.--Horas crueles.
[imagen no disponible]
EN PRENSA
POR BRETAÑA
DE
JOAQUÍN DICENTA
[imagen no disponible]
MIS CONTEMPORANEOS
VICENTE BLASCO IBÁÑEZ
POR
EDUARDO ZAMACOIS
[imagen no disponible]
End of the Project Gutenberg EBook of Teatro galante, by Eduardo Zamacois
*** END OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK TEATRO GALANTE ***
***** This file should be named 48670-8.txt or 48670-8.zip *****
This and all associated files of various formats will be found in:
http://www.gutenberg.org/4/8/6/7/48670/
Produced by Chuck Greif and the Online Distributed
Proofreading Team at
http://www.pgdp.net (This file was
produced from images available at The Internet Archive)
Updated editions will replace the previous one--the old editions
will be renamed.
Creating the works from public domain print editions means that no
one owns a United States copyright in these works, so the Foundation
(and you!) can copy and distribute it in the United States without
permission and without paying copyright royalties. Special rules,
set forth in the General Terms of Use part of this license, apply to
copying and distributing Project Gutenberg-tm electronic works to
protect the PROJECT GUTENBERG-tm concept and trademark. Project
Gutenberg is a registered trademark, and may not be used if you
charge for the eBooks, unless you receive specific permission. If you
do not charge anything for copies of this eBook, complying with the
rules is very easy. You may use this eBook for nearly any purpose
such as creation of derivative works, reports, performances and
research. They may be modified and printed and given away--you may do
practically ANYTHING with public domain eBooks. Redistribution is
subject to the trademark license, especially commercial
redistribution.
*** START: FULL LICENSE ***
THE FULL PROJECT GUTENBERG LICENSE
PLEASE READ THIS BEFORE YOU DISTRIBUTE OR USE THIS WORK
To protect the Project Gutenberg-tm mission of promoting the free
distribution of electronic works, by using or distributing this work
(or any other work associated in any way with the phrase "Project
Gutenberg"), you agree to comply with all the terms of the Full Project
Gutenberg-tm License (available with this file or online at
http://gutenberg.org/license).
Section 1. General Terms of Use and Redistributing Project Gutenberg-tm
electronic works
1.A. By reading or using any part of this Project Gutenberg-tm
electronic work, you indicate that you have read, understand, agree to
and accept all the terms of this license and intellectual property
(trademark/copyright) agreement. If you do not agree to abide by all
the terms of this agreement, you must cease using and return or destroy
all copies of Project Gutenberg-tm electronic works in your possession.
If you paid a fee for obtaining a copy of or access to a Project
Gutenberg-tm electronic work and you do not agree to be bound by the
terms of this agreement, you may obtain a refund from the person or
entity to whom you paid the fee as set forth in paragraph 1.E.8.
1.B. "Project Gutenberg" is a registered trademark. It may only be
used on or associated in any way with an electronic work by people who
agree to be bound by the terms of this agreement. There are a few
things that you can do with most Project Gutenberg-tm electronic works
even without complying with the full terms of this agreement. See
paragraph 1.C below. There are a lot of things you can do with Project
Gutenberg-tm electronic works if you follow the terms of this agreement
and help preserve free future access to Project Gutenberg-tm electronic
works. See paragraph 1.E below.
1.C. The Project Gutenberg Literary Archive Foundation ("the Foundation"
or PGLAF), owns a compilation copyright in the collection of Project
Gutenberg-tm electronic works. Nearly all the individual works in the
collection are in the public domain in the United States. If an
individual work is in the public domain in the United States and you are
located in the United States, we do not claim a right to prevent you from
copying, distributing, performing, displaying or creating derivative
works based on the work as long as all references to Project Gutenberg
are removed. Of course, we hope that you will support the Project
Gutenberg-tm mission of promoting free access to electronic works by
freely sharing Project Gutenberg-tm works in compliance with the terms of
this agreement for keeping the Project Gutenberg-tm name associated with
the work. You can easily comply with the terms of this agreement by
keeping this work in the same format with its attached full Project
Gutenberg-tm License when you share it without charge with others.
1.D. The copyright laws of the place where you are located also govern
what you can do with this work. Copyright laws in most countries are in
a constant state of change. If you are outside the United States, check
the laws of your country in addition to the terms of this agreement
before downloading, copying, displaying, performing, distributing or
creating derivative works based on this work or any other Project
Gutenberg-tm work. The Foundation makes no representations concerning
the copyright status of any work in any country outside the United
States.
1.E. Unless you have removed all references to Project Gutenberg:
1.E.1. The following sentence, with active links to, or other immediate
access to, the full Project Gutenberg-tm License must appear prominently
whenever any copy of a Project Gutenberg-tm work (any work on which the
phrase "Project Gutenberg" appears, or with which the phrase "Project
Gutenberg" is associated) is accessed, displayed, performed, viewed,
copied or distributed:
This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with
almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or
re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included
with this eBook or online at www.gutenberg.org/license
1.E.2. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is derived
from the public domain (does not contain a notice indicating that it is
posted with permission of the copyright holder), the work can be copied
and distributed to anyone in the United States without paying any fees
or charges. If you are redistributing or providing access to a work
with the phrase "Project Gutenberg" associated with or appearing on the
work, you must comply either with the requirements of paragraphs 1.E.1
through 1.E.7 or obtain permission for the use of the work and the
Project Gutenberg-tm trademark as set forth in paragraphs 1.E.8 or
1.E.9.
1.E.3. If an individual Project Gutenberg-tm electronic work is posted
with the permission of the copyright holder, your use and distribution
must comply with both paragraphs 1.E.1 through 1.E.7 and any additional
terms imposed by the copyright holder. Additional terms will be linked
to the Project Gutenberg-tm License for all works posted with the
permission of the copyright holder found at the beginning of this work.
1.E.4. Do not unlink or detach or remove the full Project Gutenberg-tm
License terms from this work, or any files containing a part of this
work or any other work associated with Project Gutenberg-tm.
1.E.5. Do not copy, display, perform, distribute or redistribute this
electronic work, or any part of this electronic work, without
prominently displaying the sentence set forth in paragraph 1.E.1 with
active links or immediate access to the full terms of the Project
Gutenberg-tm License.
1.E.6. You may convert to and distribute this work in any binary,
compressed, marked up, nonproprietary or proprietary form, including any
word processing or hypertext form. However, if you provide access to or
distribute copies of a Project Gutenberg-tm work in a format other than
"Plain Vanilla ASCII" or other format used in the official version
posted on the official Project Gutenberg-tm web site (www.gutenberg.org),
you must, at no additional cost, fee or expense to the user, provide a
copy, a means of exporting a copy, or a means of obtaining a copy upon
request, of the work in its original "Plain Vanilla ASCII" or other
form. Any alternate format must include the full Project Gutenberg-tm
License as specified in paragraph 1.E.1.
1.E.7. Do not charge a fee for access to, viewing, displaying,
performing, copying or distributing any Project Gutenberg-tm works
unless you comply with paragraph 1.E.8 or 1.E.9.
1.E.8. You may charge a reasonable fee for copies of or providing
access to or distributing Project Gutenberg-tm electronic works provided
that
- You pay a royalty fee of 20% of the gross profits you derive from
the use of Project Gutenberg-tm works calculated using the method
you already use to calculate your applicable taxes. The fee is
owed to the owner of the Project Gutenberg-tm trademark, but he
has agreed to donate royalties under this paragraph to the
Project Gutenberg Literary Archive Foundation. Royalty payments
must be paid within 60 days following each date on which you
prepare (or are legally required to prepare) your periodic tax
returns. Royalty payments should be clearly marked as such and
sent to the Project Gutenberg Literary Archive Foundation at the
address specified in Section 4, "Information about donations to
the Project Gutenberg Literary Archive Foundation."
- You provide a full refund of any money paid by a user who notifies
you in writing (or by e-mail) within 30 days of receipt that s/he
does not agree to the terms of the full Project Gutenberg-tm
License. You must require such a user to return or
destroy all copies of the works possessed in a physical medium
and discontinue all use of and all access to other copies of
Project Gutenberg-tm works.
- You provide, in accordance with paragraph 1.F.3, a full refund of any
money paid for a work or a replacement copy, if a defect in the
electronic work is discovered and reported to you within 90 days
of receipt of the work.
- You comply with all other terms of this agreement for free
distribution of Project Gutenberg-tm works.
1.E.9. If you wish to charge a fee or distribute a Project Gutenberg-tm
electronic work or group of works on different terms than are set
forth in this agreement, you must obtain permission in writing from
both the Project Gutenberg Literary Archive Foundation and Michael
Hart, the owner of the Project Gutenberg-tm trademark. Contact the
Foundation as set forth in Section 3 below.
1.F.
1.F.1. Project Gutenberg volunteers and employees expend considerable
effort to identify, do copyright research on, transcribe and proofread
public domain works in creating the Project Gutenberg-tm
collection. Despite these efforts, Project Gutenberg-tm electronic
works, and the medium on which they may be stored, may contain
"Defects," such as, but not limited to, incomplete, inaccurate or
corrupt data, transcription errors, a copyright or other intellectual
property infringement, a defective or damaged disk or other medium, a
computer virus, or computer codes that damage or cannot be read by
your equipment.
1.F.2. LIMITED WARRANTY, DISCLAIMER OF DAMAGES - Except for the "Right
of Replacement or Refund" described in paragraph 1.F.3, the Project
Gutenberg Literary Archive Foundation, the owner of the Project
Gutenberg-tm trademark, and any other party distributing a Project
Gutenberg-tm electronic work under this agreement, disclaim all
liability to you for damages, costs and expenses, including legal
fees. YOU AGREE THAT YOU HAVE NO REMEDIES FOR NEGLIGENCE, STRICT
LIABILITY, BREACH OF WARRANTY OR BREACH OF CONTRACT EXCEPT THOSE
PROVIDED IN PARAGRAPH 1.F.3. YOU AGREE THAT THE FOUNDATION, THE
TRADEMARK OWNER, AND ANY DISTRIBUTOR UNDER THIS AGREEMENT WILL NOT BE
LIABLE TO YOU FOR ACTUAL, DIRECT, INDIRECT, CONSEQUENTIAL, PUNITIVE OR
INCIDENTAL DAMAGES EVEN IF YOU GIVE NOTICE OF THE POSSIBILITY OF SUCH
DAMAGE.
1.F.3. LIMITED RIGHT OF REPLACEMENT OR REFUND - If you discover a
defect in this electronic work within 90 days of receiving it, you can
receive a refund of the money (if any) you paid for it by sending a
written explanation to the person you received the work from. If you
received the work on a physical medium, you must return the medium with
your written explanation. The person or entity that provided you with
the defective work may elect to provide a replacement copy in lieu of a
refund. If you received the work electronically, the person or entity
providing it to you may choose to give you a second opportunity to
receive the work electronically in lieu of a refund. If the second copy
is also defective, you may demand a refund in writing without further
opportunities to fix the problem.
1.F.4. Except for the limited right of replacement or refund set forth
in paragraph 1.F.3, this work is provided to you 'AS-IS' WITH NO OTHER
WARRANTIES OF ANY KIND, EXPRESS OR IMPLIED, INCLUDING BUT NOT LIMITED TO
WARRANTIES OF MERCHANTABILITY OR FITNESS FOR ANY PURPOSE.
1.F.5. Some states do not allow disclaimers of certain implied
warranties or the exclusion or limitation of certain types of damages.
If any disclaimer or limitation set forth in this agreement violates the
law of the state applicable to this agreement, the agreement shall be
interpreted to make the maximum disclaimer or limitation permitted by
the applicable state law. The invalidity or unenforceability of any
provision of this agreement shall not void the remaining provisions.
1.F.6. INDEMNITY - You agree to indemnify and hold the Foundation, the
trademark owner, any agent or employee of the Foundation, anyone
providing copies of Project Gutenberg-tm electronic works in accordance
with this agreement, and any volunteers associated with the production,
promotion and distribution of Project Gutenberg-tm electronic works,
harmless from all liability, costs and expenses, including legal fees,
that arise directly or indirectly from any of the following which you do
or cause to occur: (a) distribution of this or any Project Gutenberg-tm
work, (b) alteration, modification, or additions or deletions to any
Project Gutenberg-tm work, and (c) any Defect you cause.
Section 2. Information about the Mission of Project Gutenberg-tm
Project Gutenberg-tm is synonymous with the free distribution of
electronic works in formats readable by the widest variety of computers
including obsolete, old, middle-aged and new computers. It exists
because of the efforts of hundreds of volunteers and donations from
people in all walks of life.
Volunteers and financial support to provide volunteers with the
assistance they need, are critical to reaching Project Gutenberg-tm's
goals and ensuring that the Project Gutenberg-tm collection will
remain freely available for generations to come. In 2001, the Project
Gutenberg Literary Archive Foundation was created to provide a secure
and permanent future for Project Gutenberg-tm and future generations.
To learn more about the Project Gutenberg Literary Archive Foundation
and how your efforts and donations can help, see Sections 3 and 4
and the Foundation web page at
http://www.pglaf.org.
Section 3. Information about the Project Gutenberg Literary Archive
Foundation
The Project Gutenberg Literary Archive Foundation is a non profit
501(c)(3) educational corporation organized under the laws of the
state of Mississippi and granted tax exempt status by the Internal
Revenue Service. The Foundation's EIN or federal tax identification
number is 64-6221541. Its 501(c)(3) letter is posted at
http://pglaf.org/fundraising. Contributions to the Project Gutenberg
Literary Archive Foundation are tax deductible to the full extent
permitted by U.S. federal laws and your state's laws.
The Foundation's principal office is located at 4557 Melan Dr. S.
Fairbanks, AK, 99712., but its volunteers and employees are scattered
throughout numerous locations. Its business office is located at
809 North 1500 West, Salt Lake City, UT 84116, (801) 596-1887, email
[email protected]. Email contact links and up to date contact
information can be found at the Foundation's web site and official
page at
http://pglaf.org
For additional contact information:
Dr. Gregory B. Newby
Chief Executive and Director
[email protected]
Section 4. Information about Donations to the Project Gutenberg
Literary Archive Foundation
Project Gutenberg-tm depends upon and cannot survive without wide
spread public support and donations to carry out its mission of
increasing the number of public domain and licensed works that can be
freely distributed in machine readable form accessible by the widest
array of equipment including outdated equipment. Many small donations
($1 to $5,000) are particularly important to maintaining tax exempt
status with the IRS.
The Foundation is committed to complying with the laws regulating
charities and charitable donations in all 50 states of the United
States. Compliance requirements are not uniform and it takes a
considerable effort, much paperwork and many fees to meet and keep up
with these requirements. We do not solicit donations in locations
where we have not received written confirmation of compliance. To
SEND DONATIONS or determine the status of compliance for any
particular state visit
http://pglaf.org
While we cannot and do not solicit contributions from states where we
have not met the solicitation requirements, we know of no prohibition
against accepting unsolicited donations from donors in such states who
approach us with offers to donate.
International donations are gratefully accepted, but we cannot make
any statements concerning tax treatment of donations received from
outside the United States. U.S. laws alone swamp our small staff.
Please check the Project Gutenberg Web pages for current donation
methods and addresses. Donations are accepted in a number of other
ways including checks, online payments and credit card donations.
To donate, please visit:
http://pglaf.org/donate
Section 5. General Information About Project Gutenberg-tm electronic
works.
Professor Michael S. Hart is the originator of the Project Gutenberg-tm
concept of a library of electronic works that could be freely shared
with anyone. For thirty years, he produced and distributed Project
Gutenberg-tm eBooks with only a loose network of volunteer support.
Project Gutenberg-tm eBooks are often created from several printed
editions, all of which are confirmed as Public Domain in the U.S.
unless a copyright notice is included. Thus, we do not necessarily
keep eBooks in compliance with any particular paper edition.
Most people start at our Web site which has the main PG search facility:
http://www.gutenberg.org
This Web site includes information about Project Gutenberg-tm,
including how to make donations to the Project Gutenberg Literary
Archive Foundation, how to help produce our new eBooks, and how to
subscribe to our email newsletter to hear about new eBooks.